La fundación de la Orden de la Visitación
Artículo principal: Orden de la Visitación de Santa María
Madame de Chantal tiene desde joven una especial querencia por la vida contemplativa, así que, cuando, en 1607, san Francisco de Sales le expone su proyecto de fundar una nueva congregación, Juana lo acoge con gran alegría, dividiendo su corazón, ya que tiene una intensa vida familiar. El obispo le recuerda que sus hijos ya no eran niños y que desde el claustro podría velar por ellos. Juana Francisca casa a su hija mayor con el barón de Thorens, hermano de san Francisco de Sales, y se lleva consigo al convento a sus dos hijas menores; la primera muere al poco tiempo y la segunda se casa más tarde con el señor de Toulonjon. Celso Benigno, el hijo mayor, quedó al cuidado de su abuelo paterno y de varios tutores. El primer convento de la Orden de la Visitación de Nuestra Señora es inaugurado en 1610 en Annecy (Saboya). Junto a Juana Francisca están dos damas, María Favre y Carlota de Bréchard, y una sirvienta llamada Ana Coste, y en ese mismo año crecen en número hasta la docena de religiosas. El primitivo carisma de la nueva orden es una gran novedad: debía servir de refugio a quienes no podían ingresar en otras congregaciones y las religiosas no debían vivir en clausura para poder consagrarse de la nueva familia religiosa debía ser el de visitar y asistir a los enfermos pobres en su domicilio, uniendo la vida activa a la vida contemplativa. La oposición del arzobispo de Lyon, al cabo de algunos años, obligó a los dos fundadores a aceptar la clausura para las religiosas y Juana y Francisco redactan (1618) la regla de la orden, basada en la de San Agustín, con unas constituciones muy novedosas que convierten a la humildad y a la mansedumbre en la base de su observancia: «En la práctica, la humildad es la fuente de todas las otras virtudes; no pongáis límites a la humildad y haced de ella el principio de todas vuestras acciones, y mantiene el nombre de Congregación de la Visitación de Nuestra Señora. Las Constituciones son aprobadas por la Santa Sede en 1626.
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Madame de Chantal tiene desde joven una especial querencia por la vida contemplativa, así que, cuando, en 1607, san Francisco de Sales le expone su proyecto de fundar una nueva congregación, Juana lo acoge con gran alegría, dividiendo su corazón, ya que tiene una intensa vida familiar. El obispo le recuerda que sus hijos ya no eran niños y que desde el claustro podría velar por ellos. Juana Francisca casa a su hija mayor con el barón de Thorens, hermano de san Francisco de Sales, y se lleva consigo al convento a sus dos hijas menores; la primera muere al poco tiempo y la segunda se casa más tarde con el señor de Toulonjon. Celso Benigno, el hijo mayor, quedó al cuidado de su abuelo paterno y de varios tutores. El primer convento de la Orden de la Visitación de Nuestra Señora es inaugurado en 1610 en Annecy (Saboya). Junto a Juana Francisca están dos damas, María Favre y Carlota de Bréchard, y una sirvienta llamada Ana Coste, y en ese mismo año crecen en número hasta la docena de religiosas. El primitivo carisma de la nueva orden es una gran novedad: debía servir de refugio a quienes no podían ingresar en otras congregaciones y las religiosas no debían vivir en clausura para poder consagrarse de la nueva familia religiosa debía ser el de visitar y asistir a los enfermos pobres en su domicilio, uniendo la vida activa a la vida contemplativa. La oposición del arzobispo de Lyon, al cabo de algunos años, obligó a los dos fundadores a aceptar la clausura para las religiosas y Juana y Francisco redactan (1618) la regla de la orden, basada en la de San Agustín, con unas constituciones muy novedosas que convierten a la humildad y a la mansedumbre en la base de su observancia: «En la práctica, la humildad es la fuente de todas las otras virtudes; no pongáis límites a la humildad y haced de ella el principio de todas vuestras acciones, y mantiene el nombre de Congregación de la Visitación de Nuestra Señora. Las Constituciones son aprobadas por la Santa Sede en 1626.