Vida
Hipólito debe de haber nacido en la segunda mitad del siglo ii, probablemente en Roma. Focio lo describe en su Bibliotheca (cod. 121) como un discípulo de Ireneo y a este como discípulo de Policarpo de Esmirna. Pero esto no es seguro, e incluso si lo fuera, no implica necesariamente que Hipólito haya disfrutado a título personal de la enseñanza del célebre obispo galo. Quizás el pasaje apunta simplemente a poner de relieve el vínculo existente entre su sistema teológico con aquel de Ireneo, lo que por otra parte surge fácilmente de sus escritos.
Presbítero de la Iglesia de Roma en la época del obispo Ceferino, Hipólito se distinguió por su cultura y elocuencia. Fue en esa época cuando el entonces joven Orígenes escuchó sus prédicas. Probablemente poco tiempo antes que cuestiones de teología y de disciplina eclesiástica provocaran conflictos directos con Ceferino o con su sucesor Calixto I.
Hipólito acusó al obispo de favorecer la herejía cristológica de los monarquianistas y de dañar la disciplina de la Iglesia por su laxo accionar al permitir el reingreso a la Iglesia a antiguos miembros excluidos en razón de ofensas graves. El resultado fue un cisma y es probablemente por tal razón que Hipólito se alejó de la Iglesia durante unos diez años liderando una congregación separada. Durante las persecuciones del emperador Maximino el Tracio en 235, Hipólito y Ponciano, que era entonces papa, fueron exilados a Cerdeña, donde murieron.
Surge de la así llamada "Cronología del año 354" (más precisamente Catalogus Liberianus) que un 13 de agosto, probablemente de 236, los cuerpos de los exilados fueron enterrados en Roma, el de Hipólito en el cementerio de la Via Tiburtina. Esto lleva a suponer que antes de su muerte fue recibido nuevamente en el seno de la Iglesia. Esto estaría además confirmado por el hecho que desde entonces su memoria es venerada en tanto que santo y mártir.
El papa Dámaso I le dedicó uno de sus famosos epigramas. Prudencio transpuso elementos del mito griego de Hipólito, el hijo de Teseo (cuyo nombre en griego significa “el que desata los caballos” y que murió arrastrado por sus caballos) a su relato sobre la muerte del santo cristiano. Así, describió de manera conmovedora el cruel suplicio del Hipólito histórico, lo que es casi con certeza una leyenda. Por tales razones, se transformó en el santo patrón de los caballos (el primero es San Martín de Tours). Durante la Edad Media, los caballos enfermos solían ser llevados a St Ippolitts, en Hertfordshire (Inglaterra), donde una iglesia le había sido consagrada.
En los tiempos que siguieron, poco quedó de la memoria del Hipólito histórico. Ni Eusebio de Cesarea ni Jerónimo de Estridón (San Jerónimo) supieron que el autor tan leído en el Este y el santo romano eran una misma y única persona. Muchos estudiosos estimaban que ello no era probable argumentando que diferentes niveles de desarrollo de la doctrina de la Trinidad eran indicadores de épocas de escritura diferentes. El comentario del "Chronicon Paschale" contiene solo ligeras reminiscencias de los hechos históricos, como el hecho que la sede episcopal de Hipólito estaba situada en Portus en las cercanías de Roma.
En 1551 se encontró una estatua de mármol en un cementerio de la Vía Tiburtina que representaba un hombre sentado: en ambos lados del asiento estaba grabado un ciclo pascual y en la parte anterior figuraban los títulos de numerosos escritos: era la estatua de Hipólito aplicado a su trabajo. Correspondía indudablemente al siglo III. Fue colocada en el Museo Laterano: un registro en la piedra que representaba una tradición perdida.
Hipólito debe de haber nacido en la segunda mitad del siglo ii, probablemente en Roma. Focio lo describe en su Bibliotheca (cod. 121) como un discípulo de Ireneo y a este como discípulo de Policarpo de Esmirna. Pero esto no es seguro, e incluso si lo fuera, no implica necesariamente que Hipólito haya disfrutado a título personal de la enseñanza del célebre obispo galo. Quizás el pasaje apunta simplemente a poner de relieve el vínculo existente entre su sistema teológico con aquel de Ireneo, lo que por otra parte surge fácilmente de sus escritos.
Presbítero de la Iglesia de Roma en la época del obispo Ceferino, Hipólito se distinguió por su cultura y elocuencia. Fue en esa época cuando el entonces joven Orígenes escuchó sus prédicas. Probablemente poco tiempo antes que cuestiones de teología y de disciplina eclesiástica provocaran conflictos directos con Ceferino o con su sucesor Calixto I.
Hipólito acusó al obispo de favorecer la herejía cristológica de los monarquianistas y de dañar la disciplina de la Iglesia por su laxo accionar al permitir el reingreso a la Iglesia a antiguos miembros excluidos en razón de ofensas graves. El resultado fue un cisma y es probablemente por tal razón que Hipólito se alejó de la Iglesia durante unos diez años liderando una congregación separada. Durante las persecuciones del emperador Maximino el Tracio en 235, Hipólito y Ponciano, que era entonces papa, fueron exilados a Cerdeña, donde murieron.
Surge de la así llamada "Cronología del año 354" (más precisamente Catalogus Liberianus) que un 13 de agosto, probablemente de 236, los cuerpos de los exilados fueron enterrados en Roma, el de Hipólito en el cementerio de la Via Tiburtina. Esto lleva a suponer que antes de su muerte fue recibido nuevamente en el seno de la Iglesia. Esto estaría además confirmado por el hecho que desde entonces su memoria es venerada en tanto que santo y mártir.
El papa Dámaso I le dedicó uno de sus famosos epigramas. Prudencio transpuso elementos del mito griego de Hipólito, el hijo de Teseo (cuyo nombre en griego significa “el que desata los caballos” y que murió arrastrado por sus caballos) a su relato sobre la muerte del santo cristiano. Así, describió de manera conmovedora el cruel suplicio del Hipólito histórico, lo que es casi con certeza una leyenda. Por tales razones, se transformó en el santo patrón de los caballos (el primero es San Martín de Tours). Durante la Edad Media, los caballos enfermos solían ser llevados a St Ippolitts, en Hertfordshire (Inglaterra), donde una iglesia le había sido consagrada.
En los tiempos que siguieron, poco quedó de la memoria del Hipólito histórico. Ni Eusebio de Cesarea ni Jerónimo de Estridón (San Jerónimo) supieron que el autor tan leído en el Este y el santo romano eran una misma y única persona. Muchos estudiosos estimaban que ello no era probable argumentando que diferentes niveles de desarrollo de la doctrina de la Trinidad eran indicadores de épocas de escritura diferentes. El comentario del "Chronicon Paschale" contiene solo ligeras reminiscencias de los hechos históricos, como el hecho que la sede episcopal de Hipólito estaba situada en Portus en las cercanías de Roma.
En 1551 se encontró una estatua de mármol en un cementerio de la Vía Tiburtina que representaba un hombre sentado: en ambos lados del asiento estaba grabado un ciclo pascual y en la parte anterior figuraban los títulos de numerosos escritos: era la estatua de Hipólito aplicado a su trabajo. Correspondía indudablemente al siglo III. Fue colocada en el Museo Laterano: un registro en la piedra que representaba una tradición perdida.