Relatos apócrifos
La primera referencia literaria conocida sobre la Asunción se encuentra en la obra griega De Obitu S. Dominae. Dos ciudades afirman ser el lugar donde ocurrió su Asunción: Jerusalén y Éfeso.
La primera narración conocida que aborda el final de la vida de María y su asunción es el apócrifo Liber Requiei Mariae ("Libro del reposo de María") del siglo III y posiblemente del siglo II.
Otras fuentes tempranas también contienen referencias a la Asunción. "The Greek Discourse on the Dormition" (atribuida a Juan el Teólogo). Otra fuente que habla de la Asunción es el "Six Books Dormition Apocryphon", llamado así por estar dividido en seis libros separados. Data casi con certeza de mediados del siglo IV, si no quizás incluso antes. Lo más importante es que el "Six Books Dormition Apocryphon" proporciona evidencia convincente de un culto temprano a la Virgen casi un siglo antes de los acontecimientos del Concilio de Éfeso.
La creencia en la asunción corpórea de María se basa en el tratado apócrifo De Obitu S. Dominae, que lleva el nombre de San Juan, que pertenece sin embargo al siglo IV o V. También se encuentra en el libro De Transitu Virginis, falsamente atribuido a Melitón de Sardes, y en una carta espuria atribuida a Dionisio el Areopagita.
Según una de estas fuentes, María habría sido resucitada y asunta al cielo recién enterrada. Llegado Jesús al escenario del óbito, habría preguntado a sus apóstoles, que la velaban:
“ ¿Qué queréis vosotros que haga con ella?” Una vez más, es el vehemente Pedro el que se apresura a responder: “A tus servidores les parecería justo que lo mismo que, habiendo vencido a la muerte Tú reinas en tu gloria, resucites el cuerpo de María y la conduzcas al Cielo llena de alegría”.
“[Entonces] llevaron los apóstoles el féretro y depositaron su santo y venerado cuerpo en Getsemaní, en un sepulcro sin estrenar […] Y por tres días consecutivos se oyeron voces de ángeles invisibles que alababan a su Hijo, Cristo nuestro Dios. Más cuando concluyó el tercer día, dejaron de oírse las voces, por lo que todos se apercibieron de que su venerado e inmaculado cuerpo había sido trasladado al Paraíso”.
El más difundido de los «evangelios asuncionistas» y uno de los más antiguos en el oriente bizantino es el libro The Book of John Concerning the Falling Asleep of Mary atribuido a Juan el Teólogo. Este y otros escritos apócrifos tuvieron gran influencia en diversas homilías y escritos de los oradores orientales, como por ejemplo Juan de Tesalónica, Juan de Damasco, san Andrés de Creta, san Germán de Constantinopla, entre otros. Si bien no tenían ni tienen carácter histórico, la Iglesia católica vio en estos escritos el fondo teológico que existía y del cual los relatos eran expresiones adornadas.
La primera referencia literaria conocida sobre la Asunción se encuentra en la obra griega De Obitu S. Dominae. Dos ciudades afirman ser el lugar donde ocurrió su Asunción: Jerusalén y Éfeso.
La primera narración conocida que aborda el final de la vida de María y su asunción es el apócrifo Liber Requiei Mariae ("Libro del reposo de María") del siglo III y posiblemente del siglo II.
Otras fuentes tempranas también contienen referencias a la Asunción. "The Greek Discourse on the Dormition" (atribuida a Juan el Teólogo). Otra fuente que habla de la Asunción es el "Six Books Dormition Apocryphon", llamado así por estar dividido en seis libros separados. Data casi con certeza de mediados del siglo IV, si no quizás incluso antes. Lo más importante es que el "Six Books Dormition Apocryphon" proporciona evidencia convincente de un culto temprano a la Virgen casi un siglo antes de los acontecimientos del Concilio de Éfeso.
La creencia en la asunción corpórea de María se basa en el tratado apócrifo De Obitu S. Dominae, que lleva el nombre de San Juan, que pertenece sin embargo al siglo IV o V. También se encuentra en el libro De Transitu Virginis, falsamente atribuido a Melitón de Sardes, y en una carta espuria atribuida a Dionisio el Areopagita.
Según una de estas fuentes, María habría sido resucitada y asunta al cielo recién enterrada. Llegado Jesús al escenario del óbito, habría preguntado a sus apóstoles, que la velaban:
“ ¿Qué queréis vosotros que haga con ella?” Una vez más, es el vehemente Pedro el que se apresura a responder: “A tus servidores les parecería justo que lo mismo que, habiendo vencido a la muerte Tú reinas en tu gloria, resucites el cuerpo de María y la conduzcas al Cielo llena de alegría”.
“[Entonces] llevaron los apóstoles el féretro y depositaron su santo y venerado cuerpo en Getsemaní, en un sepulcro sin estrenar […] Y por tres días consecutivos se oyeron voces de ángeles invisibles que alababan a su Hijo, Cristo nuestro Dios. Más cuando concluyó el tercer día, dejaron de oírse las voces, por lo que todos se apercibieron de que su venerado e inmaculado cuerpo había sido trasladado al Paraíso”.
El más difundido de los «evangelios asuncionistas» y uno de los más antiguos en el oriente bizantino es el libro The Book of John Concerning the Falling Asleep of Mary atribuido a Juan el Teólogo. Este y otros escritos apócrifos tuvieron gran influencia en diversas homilías y escritos de los oradores orientales, como por ejemplo Juan de Tesalónica, Juan de Damasco, san Andrés de Creta, san Germán de Constantinopla, entre otros. Si bien no tenían ni tienen carácter histórico, la Iglesia católica vio en estos escritos el fondo teológico que existía y del cual los relatos eran expresiones adornadas.