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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: Polémica sobre el bautismo realizado por herejes...

Polémica sobre el bautismo realizado por herejes

Cipriano tuvo que librar una nueva lucha a partir de 255, en la que se enfrentó al obispo romano Esteban I. La causa de la contienda fue la eficacia del bautismo en las formas convencionalmente aceptadas cuando era administrado por herejes.

Esteban declaró que el bautismo realizado por herejes era válido si se administraba en nombre de Cristo o de la santísima Trinidad. Esta era la visión de una importante parte de la Iglesia occidental. Cipriano, por otra parte, creía que fuera de la Iglesia no podía haber verdadero bautismo, considerando a los realizados por herejes nulos y vacíos, y bautizaba de nuevo a los que se unían a la Iglesia. Cuando los herejes habían sido bautizados en la Iglesia pero la habían dejado y deseaban volver en penitencia, no los rebautizaba.

La ajustada definición de Cipriano de la Iglesia llevó a ciertas inferencias que le convirtieron en el enlace entre su modelo, el rigorista Tertuliano, y la polémica donatista que dividió al norte de África más adelante y que trataba de la eficacia de la misa cuando la pronunciaba un sacerdote indigno.

La mayoría de los obispos norteafricanos se alinearon con Cipriano, y encontró un poderoso aliado en Firmiliano, obispo de Cesarea Marítima. Pero la postura de Esteban logró la aceptación general. Esteban empleó en sus cartas el argumento de la superioridad de la Santa Sede sobre los obispados de toda la cristiandad. Cipriano contestó que la autoridad del obispo de Roma estaba coordinada con la suya, pero no era superior.

La Enciclopedia Católica de 1911 dice de Cipriano que en la época la disputa se consideró un asunto de disciplina y no de doctrina. La Iglesia católica moderna sostiene que el bautismo realizado por herejes e incluso por ateos es válido si se realiza de acuerdo con las formas católicas. La base de esta doctrina la articuló San Agustín en su conflicto con los donatistas, que emplearon la autoridad de Cipriano en favor de sus tesis.

La Iglesia ortodoxa, en cambio, ha hecho suya la eclesiología de Cipriano, y rechaza en su doctrina oficial la existencia de bautismo y otros sacramentos fuera de la Iglesia ortodoxa. Así recibe a quienes vienen de otras comunidades eclesiásticas bautizándolos "por primera vez" (puesto que considera al bautismo anterior inexistente) o bien realizando sobre ellos la crismación o imposición de manos para suplir la falta de un bautismo anterior y considerándolo como una forma vacía de contenido a la que hay que llenar con la gracia divina.