
Vida religiosa y mística
Los estudios realizados sobre la vida de José de Cupertino señalaron reiteradamente que manifestó diversos fenómenos místicos de orden corporal. Entró en éxtasis místico en numerosas ocasiones. Cuando estaba en tal estado su cuerpo perdía toda sensibilidad, no sentía nada, aunque lo pincharan con agujas, le dieran golpes con palos, o le acercaran a sus dedos velas encendidas. Lo único que lo hacía volver en sí era oír la voz de su superior que lo llamaba a que fuera a cumplir con sus deberes. Cuando regresaba de sus éxtasis pedía perdón a sus compañeros diciéndoles: «Excúsenme por estos ataques de mareo que me dan».
De los estudios realizados durante el proceso de su canonización surgió que José de Cupertino estaba dotado con el don de la levitación, siendo el primer santo en número de manifestaciones de dicho fenómeno. Se registraron más de setenta casos de levitación ocurridos solamente en la villa de Copertino o sus alrededores. En una época de su vida, llegaron a ser tan frecuentes estos fenómenos que sus superiores tuvieron que excluirle del cargo de hebdomadario en el coro, pues, contra su voluntad, interrumpía las ceremonias de la comunidad con sus vuelos cuando se encontraba en estado de éxtasis.
Muchos enemigos empezaron a decir que se trataba de meros inventos y lo acusaron de engañador. Fue enviado al superior general de los Franciscanos en Roma y luego frente al papa Urbano VIII el cual deseaba saber si era cierto o no lo que le contaban de los éxtasis y de las levitaciones del frailecito. Y, hablando con el papa, José de Cupertino entró de nuevo en éxtasis y levitó, siendo visto por el mismo Urbano VIII. El príncipe protestante Juan Federico, duque de Brunswick-Luneburgo, patrón de Leibniz, también vio las levitaciones y quedó tan impresionado por el fenómeno que se convirtió al catolicismo y mandó que su capilla fuera reconsagrada al modo católico y servida por frailes cartujos.
Los estudios realizados sobre la vida de José de Cupertino señalaron reiteradamente que manifestó diversos fenómenos místicos de orden corporal. Entró en éxtasis místico en numerosas ocasiones. Cuando estaba en tal estado su cuerpo perdía toda sensibilidad, no sentía nada, aunque lo pincharan con agujas, le dieran golpes con palos, o le acercaran a sus dedos velas encendidas. Lo único que lo hacía volver en sí era oír la voz de su superior que lo llamaba a que fuera a cumplir con sus deberes. Cuando regresaba de sus éxtasis pedía perdón a sus compañeros diciéndoles: «Excúsenme por estos ataques de mareo que me dan».
De los estudios realizados durante el proceso de su canonización surgió que José de Cupertino estaba dotado con el don de la levitación, siendo el primer santo en número de manifestaciones de dicho fenómeno. Se registraron más de setenta casos de levitación ocurridos solamente en la villa de Copertino o sus alrededores. En una época de su vida, llegaron a ser tan frecuentes estos fenómenos que sus superiores tuvieron que excluirle del cargo de hebdomadario en el coro, pues, contra su voluntad, interrumpía las ceremonias de la comunidad con sus vuelos cuando se encontraba en estado de éxtasis.
Muchos enemigos empezaron a decir que se trataba de meros inventos y lo acusaron de engañador. Fue enviado al superior general de los Franciscanos en Roma y luego frente al papa Urbano VIII el cual deseaba saber si era cierto o no lo que le contaban de los éxtasis y de las levitaciones del frailecito. Y, hablando con el papa, José de Cupertino entró de nuevo en éxtasis y levitó, siendo visto por el mismo Urbano VIII. El príncipe protestante Juan Federico, duque de Brunswick-Luneburgo, patrón de Leibniz, también vio las levitaciones y quedó tan impresionado por el fenómeno que se convirtió al catolicismo y mandó que su capilla fuera reconsagrada al modo católico y servida por frailes cartujos.