ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: Atribución del Evangelio de Mateo...

Atribución del Evangelio de Mateo

La tradición cristiana atribuye a Mateo la autoría del Evangelio de Mateo, que lleva su nombre (kata Mathaion: ‘de Mateo’ o ‘según Mateo’). El primer autor conocido en establecer esta atribución fue Papías, quien, hacia 110 o 120, en un texto citado por Eusebio de Cesarea, dice: «Mateo [...] recogió en orden los logia en dialecto hebreo y cada cual los interpretó como podía» (Historia eclesiástica, III, 39,16). El término logia no significaba necesariamente un evangelio: podía tratarse simplemente de una colección de máximas. De acuerdo con esta información, algunos antiguos autores cristianos consideraron a Mateo autor de un primer evangelio, escrito en arameo, lengua vernácula de Palestina en el siglo i y su traducción al griego sería el texto ahora conocido como Evangelio de Mateo. Ireneo de Lyon, Clemente de Alejandría, Eusebio de Cesarea, Orígenes y Jerónimo de Estridón consideraron al apóstol Mateo autor de este evangelio.

Mateo, después de haber predicado a los hebreos, publicó también en su lengua un escrito evangélico, mientras que Pedro y Pablo predicaban en Roma y fundaban la Iglesia.

Ireneo de Lyon, Adversus haereses III, 1, 1

El primitivo original semítico se ha perdido, aunque varios autores antiguos lo citan; pareció basarse en los dichos de Jesucristo y lo utilizó Mateo para su propia predicación. La Iglesia utilizó con carácter oficial canónico el nuevo texto griego, aparentemente traducido por el mismo Mateo. El Evangelio de Mateo es el Evangelio eclesiástico por excelencia, no solo por ser el más utilizado por la tradición primitiva de la Iglesia, sino porque en su estructura y en su formulación encarna una preocupación eclesial apologética vivida en las primeras generaciones cristianas.

El objetivo del Evangelio está claro desde su redacción original: dar testimonio a los judíos de que en Jesucristo se cumplen todas las profecías del Antiguo Testamento relativas al Mesías.

Cada vez más, los críticos descartan la teoría de que se escribió después del Evangelio de San Marcos, ya que este contiene muchos detalles que Mateo no cita.