Biografía
Nació en Estridón (oppidum, más tarde destruido por los godos en 392) en la frontera de Dalmacia y Panonia, entre los años 331 y 347, según distintos autores; más bien a mediados de siglo, ya que era niño cuando murió el emperador Juliano el Apóstata. Sus padres eran cristianos con algunos medios de fortuna, y Jerónimo, cuyo nombre significa 'el que tiene un nombre sagrado', aunque no había sido bautizado todavía, como era costumbre en la época, fue inscrito como catecúmeno y consagrará toda su vida al estudio de las Sagradas Escrituras, siendo considerado uno de los mejores, si no el mejor, en este oficio.
Partió a la edad de doce años hacia Roma con su amigo Bonosus para proseguir sus estudios de gramática, astronomía y literatura bajo la dirección del más grande gramático en lengua latina de su tiempo, Elio Donato, que era pagano. Allí el santo llegó a ser un gran latinista y muy buen conocedor del griego y de otros idiomas, pero por entonces había leído pocos libros espirituales y religiosos. Pasaba horas y días leyendo y aprendiendo de memoria a los grandes autores latinos, Cicerón (quien fue su principal modelo y cuyo estilo imitó), Virgilio, Horacio, Tácito y Quintiliano, y a los autores griegos Homero y Platón, pero casi nunca dedicaba tiempo a la lectura espiritual. Hizo amistad allí con Rufino de Aquilea y Heliodoro de Altino, y frecuentó el teatro y el circo romano. Hacia los dieciséis años siguió cursos de retórica, filosofía y griego con un rétor y pidió el bautismo hacia el año 366 d. C. Viajó con Bonosus a las Galias hacia 367, y se instaló en Tréveris, «en la orilla bárbara del Rin». Allí empieza su vocación teológica y compila, para su amigo Rufino, el Comentario sobre los Salmos de Hilario de Poitiers y el tratado De synodis, donde descubre el naciente monacato. Permanece después un tiempo, quizá numerosos años, en una comunidad cenobítica con Rufino y Cromacio de Aquilea y en ese momento rompe su relación con su familia y afirma su voluntad de consagrarse a Dios. Algunos de sus amigos cristianos lo acompañan cuando hace un viaje, hacia 373, a través de Tracia y Asia Menor para detenerse en el norte de Siria. En Antioquía, dos de sus compañeros fallecen y él mismo cae seriamente enfermo varias veces. En el curso de una de esas recaídas (invierno de 373 o 374), tiene un sueño que le hace abandonar definitivamente sus estudios profanos y consagrarse a Dios. En ese sueño, que narra en una de sus Cartas o Epístolas, se le reprocha ser «ciceroniano, y no cristiano». Tras este sueño, renuncia durante una larga temporada al estudio de los clásicos profanos y profundiza en el de la Biblia bajo el impulso que le da Apolinar de Laodicea. Enseña además en Antioquía a un grupo de mujeres, siendo sin duda discípulo de Evagrio Póntico. Estudia los escritos de Tertuliano, Cipriano de Cartago e Hilario de Poitiers.
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Nació en Estridón (oppidum, más tarde destruido por los godos en 392) en la frontera de Dalmacia y Panonia, entre los años 331 y 347, según distintos autores; más bien a mediados de siglo, ya que era niño cuando murió el emperador Juliano el Apóstata. Sus padres eran cristianos con algunos medios de fortuna, y Jerónimo, cuyo nombre significa 'el que tiene un nombre sagrado', aunque no había sido bautizado todavía, como era costumbre en la época, fue inscrito como catecúmeno y consagrará toda su vida al estudio de las Sagradas Escrituras, siendo considerado uno de los mejores, si no el mejor, en este oficio.
Partió a la edad de doce años hacia Roma con su amigo Bonosus para proseguir sus estudios de gramática, astronomía y literatura bajo la dirección del más grande gramático en lengua latina de su tiempo, Elio Donato, que era pagano. Allí el santo llegó a ser un gran latinista y muy buen conocedor del griego y de otros idiomas, pero por entonces había leído pocos libros espirituales y religiosos. Pasaba horas y días leyendo y aprendiendo de memoria a los grandes autores latinos, Cicerón (quien fue su principal modelo y cuyo estilo imitó), Virgilio, Horacio, Tácito y Quintiliano, y a los autores griegos Homero y Platón, pero casi nunca dedicaba tiempo a la lectura espiritual. Hizo amistad allí con Rufino de Aquilea y Heliodoro de Altino, y frecuentó el teatro y el circo romano. Hacia los dieciséis años siguió cursos de retórica, filosofía y griego con un rétor y pidió el bautismo hacia el año 366 d. C. Viajó con Bonosus a las Galias hacia 367, y se instaló en Tréveris, «en la orilla bárbara del Rin». Allí empieza su vocación teológica y compila, para su amigo Rufino, el Comentario sobre los Salmos de Hilario de Poitiers y el tratado De synodis, donde descubre el naciente monacato. Permanece después un tiempo, quizá numerosos años, en una comunidad cenobítica con Rufino y Cromacio de Aquilea y en ese momento rompe su relación con su familia y afirma su voluntad de consagrarse a Dios. Algunos de sus amigos cristianos lo acompañan cuando hace un viaje, hacia 373, a través de Tracia y Asia Menor para detenerse en el norte de Siria. En Antioquía, dos de sus compañeros fallecen y él mismo cae seriamente enfermo varias veces. En el curso de una de esas recaídas (invierno de 373 o 374), tiene un sueño que le hace abandonar definitivamente sus estudios profanos y consagrarse a Dios. En ese sueño, que narra en una de sus Cartas o Epístolas, se le reprocha ser «ciceroniano, y no cristiano». Tras este sueño, renuncia durante una larga temporada al estudio de los clásicos profanos y profundiza en el de la Biblia bajo el impulso que le da Apolinar de Laodicea. Enseña además en Antioquía a un grupo de mujeres, siendo sin duda discípulo de Evagrio Póntico. Estudia los escritos de Tertuliano, Cipriano de Cartago e Hilario de Poitiers.
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