- SANTORAL - ONOMÁSTICA -
- SANTORAL -
Santos del día 4 de Octubre: Francisco de Asís, fundador de los franciscanos, patrón de los ecologistas y de los belenistas; Marco, Marciano, Acepsimas, León, Isidoro, Quintín, Tirso y Bonifacio mártires; Joaquín y Petronio obispos; Crispo y Cayo confesores; Paulo el monje.
ONOMÁSTICA EL NOMBRE DEL DIA
FRANCISCO
Entre los nombres grandes, inmensos, que se pueden llevar con sumo orgullo, está el de Francisco. No hay más que ver la cantidad de variantes que ha adoptado tanto en masculino como en femenino, para percatarse del empeño de tantos y tantas por tener como patrono y referente al simpatiquísimo, al originalísimo San Francisco de Asís. El 4 de octubre es el santo de los Franciscos, los Pacos, los Curros, los Panchos, los Quicos, las Franciscas, Francinas, Francis, Pacas, Paquitas, Quicas y Curras. ¡Casi nada!
Es que San Francisco de Asís (murió en 1226) fue un torbellino que removió los cimientos de Europa y de la cristiandad. Le dio la vuelta al alma humana, inauguró nuevos valores y nuevas formas de vida. Él era rico y podía vivir en pleno confort, pero eso le pareció un sinsentido cuando tenía a su alrededor tantos pobres, así que se hizo pobre con ellos, repartiendo todo lo que tenía.
No podemos decir que fuera un provocador, porque no era ese su estilo; pero no le importaba ir desnudo por la calle clamando “Paz y bien” (el saludo franciscano), predicando y practicando su nueva forma de entender la vida. Y si atendemos a su físico, nos acercamos a un fenómeno como el de la Madre Teresa de Calcuta: un cuerpo pequeño y poco agraciado albergando un espíritu inconmensurable. Francesco (ese era el apodo de la familia, porque eran medio franceses), que en realidad se llamaba Juan, era un hombrecillo bajito y enjuto de carnes, moreno cuando éste era un color plebeyo, un poco cabezón, de cara alargada, frente escasa, cejas rectas, nariz estrecha y afilada, labios delgados, barba rala. Cualquier cosa menos guapo y apuesto.
Pero en todo su porte y en especial en sus negros ojos serenísimos, alentaba uno de los espíritus más singulares y arrebatadores que ha producido la humanidad. Su gran invento fue encontrar una nueva manera más sosegada de estar cada uno consigo mismo, con Dios, con los demás y con la naturaleza, que redescubrió en toda su fascinante amabilidad. Recordemos al Hermano Lobo y al Hermano Sol, de genuino sello franciscano.
Tal fue el revuelo que armó con su gran invento, que a todos les entró la fiebre de querer ser otros tantos Franciscos de Asís. Su caída del caballo se produjo cuando en medio de la vida confortable y correctísima a que le daba derecho la alta posición de su familia, se tropezó con la miseria humana en las carnes de un leproso (parece un calco de Buda). Entendió que lo cristiano era compartir con los demás todo lo que tenía y hacerse pobre con los pobres y doliente con los que sufrían. Acabó pidiendo limosna para sí y para sus hermanos pobres. Fueron tantos los que se empeñaron en imitarle, que de ahí salió la primera orden de frailes (hermanos) mendicantes. Bueno, frailes, monjas y tercera orden, porque aquello fue un auténtico vendaval. Con San Francisco de Asís cambió Europa, avanzó en bondad toda la cristiandad, se iluminaron las conciencias.
¿Cómo no van a estar orgullosos y ufanos de este nombre los que se han acogido a su increíble virtud, a su fuerza arrasadora?
¡Felicidades a todos!
Mariano Arnal Copyright EL ALMANAQUE todos los derechos reservados https://www. elalmanaque. com/santoral/
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Santos del día 4 de Octubre: Francisco de Asís, fundador de los franciscanos, patrón de los ecologistas y de los belenistas; Marco, Marciano, Acepsimas, León, Isidoro, Quintín, Tirso y Bonifacio mártires; Joaquín y Petronio obispos; Crispo y Cayo confesores; Paulo el monje.
ONOMÁSTICA EL NOMBRE DEL DIA
FRANCISCO
Entre los nombres grandes, inmensos, que se pueden llevar con sumo orgullo, está el de Francisco. No hay más que ver la cantidad de variantes que ha adoptado tanto en masculino como en femenino, para percatarse del empeño de tantos y tantas por tener como patrono y referente al simpatiquísimo, al originalísimo San Francisco de Asís. El 4 de octubre es el santo de los Franciscos, los Pacos, los Curros, los Panchos, los Quicos, las Franciscas, Francinas, Francis, Pacas, Paquitas, Quicas y Curras. ¡Casi nada!
Es que San Francisco de Asís (murió en 1226) fue un torbellino que removió los cimientos de Europa y de la cristiandad. Le dio la vuelta al alma humana, inauguró nuevos valores y nuevas formas de vida. Él era rico y podía vivir en pleno confort, pero eso le pareció un sinsentido cuando tenía a su alrededor tantos pobres, así que se hizo pobre con ellos, repartiendo todo lo que tenía.
No podemos decir que fuera un provocador, porque no era ese su estilo; pero no le importaba ir desnudo por la calle clamando “Paz y bien” (el saludo franciscano), predicando y practicando su nueva forma de entender la vida. Y si atendemos a su físico, nos acercamos a un fenómeno como el de la Madre Teresa de Calcuta: un cuerpo pequeño y poco agraciado albergando un espíritu inconmensurable. Francesco (ese era el apodo de la familia, porque eran medio franceses), que en realidad se llamaba Juan, era un hombrecillo bajito y enjuto de carnes, moreno cuando éste era un color plebeyo, un poco cabezón, de cara alargada, frente escasa, cejas rectas, nariz estrecha y afilada, labios delgados, barba rala. Cualquier cosa menos guapo y apuesto.
Pero en todo su porte y en especial en sus negros ojos serenísimos, alentaba uno de los espíritus más singulares y arrebatadores que ha producido la humanidad. Su gran invento fue encontrar una nueva manera más sosegada de estar cada uno consigo mismo, con Dios, con los demás y con la naturaleza, que redescubrió en toda su fascinante amabilidad. Recordemos al Hermano Lobo y al Hermano Sol, de genuino sello franciscano.
Tal fue el revuelo que armó con su gran invento, que a todos les entró la fiebre de querer ser otros tantos Franciscos de Asís. Su caída del caballo se produjo cuando en medio de la vida confortable y correctísima a que le daba derecho la alta posición de su familia, se tropezó con la miseria humana en las carnes de un leproso (parece un calco de Buda). Entendió que lo cristiano era compartir con los demás todo lo que tenía y hacerse pobre con los pobres y doliente con los que sufrían. Acabó pidiendo limosna para sí y para sus hermanos pobres. Fueron tantos los que se empeñaron en imitarle, que de ahí salió la primera orden de frailes (hermanos) mendicantes. Bueno, frailes, monjas y tercera orden, porque aquello fue un auténtico vendaval. Con San Francisco de Asís cambió Europa, avanzó en bondad toda la cristiandad, se iluminaron las conciencias.
¿Cómo no van a estar orgullosos y ufanos de este nombre los que se han acogido a su increíble virtud, a su fuerza arrasadora?
¡Felicidades a todos!
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