Seminarista
Entró como seminarista en octubre de 1829. Vivía, como seminarista externo, con el sacerdote Fortià Bres, mayordomo del obispo. En el palacio arzobispal había una biblioteca frecuentada por Antonio y por el filósofo y teólogo Jaime Balmes. A Antonio le interesaba sobre todo aprender latín, lo cual era necesario para entrar en la cartuja. Escogió como director espiritual al oratoriano Pere Bac. Antonio comenzó a confesarse con él y a comulgar todas las semanas. Advirtiendo su madurez, Bac le hizo comulgar cuatro veces por semana, algo no muy común en aquel entonces, y confesarse dos veces por semana. Todos los días tenía media hora de oración mental y hacía visitas al Santísimo en la iglesia de los dominicos. Además de los ayunos y abstinencias de precepto, se ponía tres días por semana el cilicio. También tenía una gran devoción por la Virgen.
A fines de junio llegaron los exámenes y Antonio los aprobó. Tras esto se dirigió a la cartuja de Montealegre (Barcelona) con dos cartas de Bac, una para el prior y otra para un monje amigo. Por el camino, se produjo una borrasca, que sembró dudas en él. Pensó que tal vez no era voluntad de Dios que fuese cartujo y regresó a Vic para continuar como seminarista. El obispo Corcuera recomendó a partir de 1830 que los seminaristas leyesen la Biblia a diario y Antonio siguió esta costumbre.
A comienzos de 1831 Antonio se vio fuertemente tentado contra la castidad. Entonces tuvo una visión de una mujer, que él entendió que era la Virgen, con una corona y escuchó "Antonio, esta corona será tuya, si vences". La tentación desapareció y la Virgen le puso la corona a un niño arrodillado a sus pies. También vio cómo un ejército se replegaba después de una batalla. Tras esto, su apetito sexual prácticamente desapareció.
En 1831 fue admitido en la Congregación de la Purísima Concepción y San Luis, fundada por Corcuera en 1826. A finales del mismo año ingresó en la laus perennis del Sagrado Corazón, establecida en la iglesia de los jesuitas de Manresa. En 1833 ingresó en la Orden Tercera Servita y se hizo de la Cofradía del Rosario. En 1834 entró también en una asociación del Sagrado Corazón de Jesús.
El obispo Corcuera tenía tan buen concepto de Antonio que quiso darle las sagrados órdenes cuando estaba a la mitad del estudio de Teología.
El 2 de febrero de 1832 recibió la tonsura, lo que le hacía entrar en el clero. Esto fue parejo a la obligación de atender oficios religiosos en Sallent en Navidad, Semana Santa y verano. El 21 de diciembre de 1833 el seminarista recibió las cuatro órdenes menores. El 24 de mayo de 1834 fue ordenado subdiácono, en la misma ceremonia en que Jaime Balmes recibió el diaconado. El 20 de diciembre de 1834 Antonio fue nombrado diácono.
Entró como seminarista en octubre de 1829. Vivía, como seminarista externo, con el sacerdote Fortià Bres, mayordomo del obispo. En el palacio arzobispal había una biblioteca frecuentada por Antonio y por el filósofo y teólogo Jaime Balmes. A Antonio le interesaba sobre todo aprender latín, lo cual era necesario para entrar en la cartuja. Escogió como director espiritual al oratoriano Pere Bac. Antonio comenzó a confesarse con él y a comulgar todas las semanas. Advirtiendo su madurez, Bac le hizo comulgar cuatro veces por semana, algo no muy común en aquel entonces, y confesarse dos veces por semana. Todos los días tenía media hora de oración mental y hacía visitas al Santísimo en la iglesia de los dominicos. Además de los ayunos y abstinencias de precepto, se ponía tres días por semana el cilicio. También tenía una gran devoción por la Virgen.
A fines de junio llegaron los exámenes y Antonio los aprobó. Tras esto se dirigió a la cartuja de Montealegre (Barcelona) con dos cartas de Bac, una para el prior y otra para un monje amigo. Por el camino, se produjo una borrasca, que sembró dudas en él. Pensó que tal vez no era voluntad de Dios que fuese cartujo y regresó a Vic para continuar como seminarista. El obispo Corcuera recomendó a partir de 1830 que los seminaristas leyesen la Biblia a diario y Antonio siguió esta costumbre.
A comienzos de 1831 Antonio se vio fuertemente tentado contra la castidad. Entonces tuvo una visión de una mujer, que él entendió que era la Virgen, con una corona y escuchó "Antonio, esta corona será tuya, si vences". La tentación desapareció y la Virgen le puso la corona a un niño arrodillado a sus pies. También vio cómo un ejército se replegaba después de una batalla. Tras esto, su apetito sexual prácticamente desapareció.
En 1831 fue admitido en la Congregación de la Purísima Concepción y San Luis, fundada por Corcuera en 1826. A finales del mismo año ingresó en la laus perennis del Sagrado Corazón, establecida en la iglesia de los jesuitas de Manresa. En 1833 ingresó en la Orden Tercera Servita y se hizo de la Cofradía del Rosario. En 1834 entró también en una asociación del Sagrado Corazón de Jesús.
El obispo Corcuera tenía tan buen concepto de Antonio que quiso darle las sagrados órdenes cuando estaba a la mitad del estudio de Teología.
El 2 de febrero de 1832 recibió la tonsura, lo que le hacía entrar en el clero. Esto fue parejo a la obligación de atender oficios religiosos en Sallent en Navidad, Semana Santa y verano. El 21 de diciembre de 1833 el seminarista recibió las cuatro órdenes menores. El 24 de mayo de 1834 fue ordenado subdiácono, en la misma ceremonia en que Jaime Balmes recibió el diaconado. El 20 de diciembre de 1834 Antonio fue nombrado diácono.