Sacerdote
El 13 de junio, Día de San Antonio, de 1835 fue ordenado sacerdote en la capilla del Palacio Episcopal de Solsona por el obispo Juan José de Tejada y Sáenz. No pudo ordenarle Corcuera porque estaba postrado por la enfermedad que lo llevaría a fallecer el 3 de julio.
Dio su primera misa en la parroquia de Santa María de Sallent el 21 de junio, día de San Luis, en un acto multitudinario al que también asistió su familia.
Antonio regresó a Vich, por faltarle entonces cuatro cursos para terminar sus estudios, pero las revueltas entre isabelinos y carlistas obligaron a cerrar el seminario. La curia de Vich le nombró coadjutor de la parroquia de Sallent, encargándole que hiciera privadamente los estudios que le faltaban asistiendo a las conferencias del clero local. El certificado de estudios firmado por el secretario del seminario en 1839 atestigua que el santo llegó a terminar los cursos que le faltaban.
El vicario de la diócesis de Vich, que se encontraba sede vacante, le puso a cargo de la parroquia de Sallent el 29 de octubre de 1837 como ecónomo.
En esos años fue descubriendo que su vocación no era el cargo parroquial, sino la predicación misionera. Ante las dificultades para predicar misiones en Cataluña, sumida entonces en los enfrentamientos de la Primera Guerra Carlista, decidió ir a Roma para ofrecerse como misionero de la Propaganda Fide. Fue a Vich a hablar con el vicario y renunció a su parroquia el 30 de junio de 1839.
Se dirigió a Barcelona para solicitar el pase (actual pasaporte) pero las autoridades, en contexto bélico, se lo denegaron. Se dirigió a Olot, donde su hermano José tenía una fábrica. Luego fue a la Tría de Perafita a hablar con el oratoriano Matavera, que le animó a seguir con sus propósitos. Luego regresó a casa de José. Gracias a los contactos de este hermano, consiguió un pase para viajar por el interior de España y un certificado, con fecha del 13 de septiembre de 1839, que explicaba que no era un sacerdote metido en asuntos políticos y que viajaba a Roma por motivos religiosos. Estuvo esperando a un seminarista que iba a ordenarse en Roma, pero finalmente no se presentó. Se dirigió a Palmerola —hoy en día parte del municipio de Las Llosas— y pasó la noche en Castellar de Nuch. Luego llegó a San Cristóbal de Tosas. En los Pirineos fue atracado por un grupo de ladrones que, al ver que no tenían mucho que sacarle, no pusieron los medios para evitar su huida. Ya en Francia, pasó por Osséja y Prades y llegó a Perpiñán, donde las autoridades francesas le dieron un pase que le permitía llegar hasta Roma. Luego, siempre a pie, pasó por Montpellier y Nimes hasta Marsella. Allí un hombre muy religioso le buscó alojamiento los cinco días que estuvo en la ciudad y le acompañó en su visita a las iglesias locales. Luego se embarcó en el vapor «Tancréde» rumbo a Civitavecchia. Allí encontró a un grupo de diez benedictinos (obligados a abandonar su monasterio tras el Pacto de Vergara) y al seminarista, que había sido atracado por unos ladrones.
Llegó a la Ciudad Eterna el 6 de octubre de 1839. Traía una carta de presentación para el franciscano Francisco Villardell, recién nombrado vicario apostólico de Monte Líbano, pero, cuando llegó Claret, este ya había marchado a su destino. Decidió entonces presentarse al cardenal Franzoni, precepto de Propaganda Fide, pero se encontraba en el campo. Decidió aprovechar los días que tenía libres para hacer Ejercicios Espirituales en la Iglesia del Gesù bajo la dirección de un jesuita, quien le sugirió ingresar en la Compañía de Jesús. El 29 de octubre de 1839 fue admitido en el Noviciado de San Andrés de Montecavallo.
A principios de febrero de 1840 notó un gran dolor en la pierna, que le impedía caminar. El rector sospechó que era una señal de Dios y decidió que había que consultar con el general Juan Felipe Roothan. Claret se entrevistó con el general que le dijo: "Es la voluntad de Dios que usted vaya pronto, pronto a España; no tenga miedo, ánimo". El 19 de marzo partió desde Civitavecchia. Al llegar a España se fue unos días a Olot, a casa de su hermano.
El vicario capitular sede vacante, Luciano Casadevall, le destinó, como regente, a la pequeña parroquia rural de San Martín de Viladrau (Gerona), a la que se incorporó el 13 de mayo de 1840
El 13 de junio, Día de San Antonio, de 1835 fue ordenado sacerdote en la capilla del Palacio Episcopal de Solsona por el obispo Juan José de Tejada y Sáenz. No pudo ordenarle Corcuera porque estaba postrado por la enfermedad que lo llevaría a fallecer el 3 de julio.
Dio su primera misa en la parroquia de Santa María de Sallent el 21 de junio, día de San Luis, en un acto multitudinario al que también asistió su familia.
Antonio regresó a Vich, por faltarle entonces cuatro cursos para terminar sus estudios, pero las revueltas entre isabelinos y carlistas obligaron a cerrar el seminario. La curia de Vich le nombró coadjutor de la parroquia de Sallent, encargándole que hiciera privadamente los estudios que le faltaban asistiendo a las conferencias del clero local. El certificado de estudios firmado por el secretario del seminario en 1839 atestigua que el santo llegó a terminar los cursos que le faltaban.
El vicario de la diócesis de Vich, que se encontraba sede vacante, le puso a cargo de la parroquia de Sallent el 29 de octubre de 1837 como ecónomo.
En esos años fue descubriendo que su vocación no era el cargo parroquial, sino la predicación misionera. Ante las dificultades para predicar misiones en Cataluña, sumida entonces en los enfrentamientos de la Primera Guerra Carlista, decidió ir a Roma para ofrecerse como misionero de la Propaganda Fide. Fue a Vich a hablar con el vicario y renunció a su parroquia el 30 de junio de 1839.
Se dirigió a Barcelona para solicitar el pase (actual pasaporte) pero las autoridades, en contexto bélico, se lo denegaron. Se dirigió a Olot, donde su hermano José tenía una fábrica. Luego fue a la Tría de Perafita a hablar con el oratoriano Matavera, que le animó a seguir con sus propósitos. Luego regresó a casa de José. Gracias a los contactos de este hermano, consiguió un pase para viajar por el interior de España y un certificado, con fecha del 13 de septiembre de 1839, que explicaba que no era un sacerdote metido en asuntos políticos y que viajaba a Roma por motivos religiosos. Estuvo esperando a un seminarista que iba a ordenarse en Roma, pero finalmente no se presentó. Se dirigió a Palmerola —hoy en día parte del municipio de Las Llosas— y pasó la noche en Castellar de Nuch. Luego llegó a San Cristóbal de Tosas. En los Pirineos fue atracado por un grupo de ladrones que, al ver que no tenían mucho que sacarle, no pusieron los medios para evitar su huida. Ya en Francia, pasó por Osséja y Prades y llegó a Perpiñán, donde las autoridades francesas le dieron un pase que le permitía llegar hasta Roma. Luego, siempre a pie, pasó por Montpellier y Nimes hasta Marsella. Allí un hombre muy religioso le buscó alojamiento los cinco días que estuvo en la ciudad y le acompañó en su visita a las iglesias locales. Luego se embarcó en el vapor «Tancréde» rumbo a Civitavecchia. Allí encontró a un grupo de diez benedictinos (obligados a abandonar su monasterio tras el Pacto de Vergara) y al seminarista, que había sido atracado por unos ladrones.
Llegó a la Ciudad Eterna el 6 de octubre de 1839. Traía una carta de presentación para el franciscano Francisco Villardell, recién nombrado vicario apostólico de Monte Líbano, pero, cuando llegó Claret, este ya había marchado a su destino. Decidió entonces presentarse al cardenal Franzoni, precepto de Propaganda Fide, pero se encontraba en el campo. Decidió aprovechar los días que tenía libres para hacer Ejercicios Espirituales en la Iglesia del Gesù bajo la dirección de un jesuita, quien le sugirió ingresar en la Compañía de Jesús. El 29 de octubre de 1839 fue admitido en el Noviciado de San Andrés de Montecavallo.
A principios de febrero de 1840 notó un gran dolor en la pierna, que le impedía caminar. El rector sospechó que era una señal de Dios y decidió que había que consultar con el general Juan Felipe Roothan. Claret se entrevistó con el general que le dijo: "Es la voluntad de Dios que usted vaya pronto, pronto a España; no tenga miedo, ánimo". El 19 de marzo partió desde Civitavecchia. Al llegar a España se fue unos días a Olot, a casa de su hermano.
El vicario capitular sede vacante, Luciano Casadevall, le destinó, como regente, a la pequeña parroquia rural de San Martín de Viladrau (Gerona), a la que se incorporó el 13 de mayo de 1840