Beatificación y canonización
En 1660, el arzobispo de Lima, Pedro de Villagómez, inició la recolección de declaraciones de las virtudes y milagros de Martín de Porres para promover su beatificación, pero a pesar de su biografía ejemplar y de haberse convertido en devoción fundamental de mulatos, indios y negros, la sociedad colonial no lo llevó a los altares. Aunque en 1763 el Papa Clemente XIII emitió un decreto que afirmaba el heroísmo de sus virtudes, su proceso de beatificación hubo de durar hasta 1837, cuando fue beatificado por el papa Gregorio XVI en la Basílica de Santa María la Mayor.
El papa Juan XXIII que sentía una verdadera devoción por Martín de Porres, lo canonizó en la Ciudad del Vaticano el 6 de mayo de 1962 ante una multitud de 40 000 personas procedentes de varias partes del mundo nombrándolo Santo Patrono de la Justicia Social, exaltando sus virtudes en la homilía de canonización:
«San Martín, siempre obediente e inspirado por su divino Maestro, vivió entre sus hermanos con ese amor profundo que nace de la fe pura y de la humildad de corazón. Amaba a los hombres porque los veía como hijos de Dios y como sus propios hermanos y hermanas. Tal era su humildad que los amaba más que a sí mismo, y que los consideraba mejores y más virtuosos que él... Martín excusaba las faltas de otro. Perdonó las más amargas injurias, convencido de que él merecía mayores castigos por sus pecados. Procuró de todo corazón animar a los acomplejados por las propias culpas, confortó a los enfermos, proveía de ropas, alimentos y medicinas a los pobres, ayudó a campesinos, a negros y mulatos tenidos entonces como esclavos. La gente le llama Martín, el bueno».
La proclamación de Martín de Porres como santo fue sustentada por las milagrosas curaciones que ocurrieron a una anciana gravemente enferma en Asunción (Paraguay) en 1948 y a un niño con una pierna a punto de ser amputada por la gangrena, en Tenerife (España) en 1956. En el Perú, el cual había hecho unos años antes una intensa campaña para difundir su vida y promover la canonización, hubo muchos festejos. El entonces Presidente de la República, Manuel Prado y Ugarteche, promulgó unos meses antes el Decreto Supremo N° 61-C (26 de marzo de 1962) por el cual se denominó a 1962 como “Año de Fray Martín de Porres”, perennizando así la fecha de canonización del Santo Mulato. Además, se formó una comisión que organizó –en forma urgente e inmediata- las actividades para celebrar el magno evento. Esta comisión fue presidida por el doctor Geraldo Arosemena Garland, Ministro de Justicia y Culto.
El día de la canonización, la ciudad de Lima fue embanderada por todos los vecinos, en señal de peruanidad. Además, al mediodía repicaron todas las campanas de las iglesias, acto que se realizó a nivel nacional. El buque insignia de la armada peruana, Crucero Almirante Grau, realizó una salva de 21 cañonazos en la Bahía del Callao, mientras que todas las unidades de la escuadra peruana sonaron sus sirenas. Finalmente, las reliquias de San Martín de Porres fueron exhibidas en la Iglesia de Santo Domingo hasta el 3 de junio, lo que permitió ser veneradas por los miles de fieles.
En 1966, el Papa Pablo VI lo proclamó patrón de los barberos y peluqueros y, en el Perú, de la justicia social. Su festividad en el santoral católico se celebra el 3 de noviembre, fecha de su fallecimiento. En diversas ciudades del Perú se efectúan fiestas patronales en su nombre y procesiones de su imagen ese día, siendo la procesión principal la que parte de la Iglesia de Santo Domingo, en Lima, lugar donde descansan sus restos mortales.
En 1660, el arzobispo de Lima, Pedro de Villagómez, inició la recolección de declaraciones de las virtudes y milagros de Martín de Porres para promover su beatificación, pero a pesar de su biografía ejemplar y de haberse convertido en devoción fundamental de mulatos, indios y negros, la sociedad colonial no lo llevó a los altares. Aunque en 1763 el Papa Clemente XIII emitió un decreto que afirmaba el heroísmo de sus virtudes, su proceso de beatificación hubo de durar hasta 1837, cuando fue beatificado por el papa Gregorio XVI en la Basílica de Santa María la Mayor.
El papa Juan XXIII que sentía una verdadera devoción por Martín de Porres, lo canonizó en la Ciudad del Vaticano el 6 de mayo de 1962 ante una multitud de 40 000 personas procedentes de varias partes del mundo nombrándolo Santo Patrono de la Justicia Social, exaltando sus virtudes en la homilía de canonización:
«San Martín, siempre obediente e inspirado por su divino Maestro, vivió entre sus hermanos con ese amor profundo que nace de la fe pura y de la humildad de corazón. Amaba a los hombres porque los veía como hijos de Dios y como sus propios hermanos y hermanas. Tal era su humildad que los amaba más que a sí mismo, y que los consideraba mejores y más virtuosos que él... Martín excusaba las faltas de otro. Perdonó las más amargas injurias, convencido de que él merecía mayores castigos por sus pecados. Procuró de todo corazón animar a los acomplejados por las propias culpas, confortó a los enfermos, proveía de ropas, alimentos y medicinas a los pobres, ayudó a campesinos, a negros y mulatos tenidos entonces como esclavos. La gente le llama Martín, el bueno».
La proclamación de Martín de Porres como santo fue sustentada por las milagrosas curaciones que ocurrieron a una anciana gravemente enferma en Asunción (Paraguay) en 1948 y a un niño con una pierna a punto de ser amputada por la gangrena, en Tenerife (España) en 1956. En el Perú, el cual había hecho unos años antes una intensa campaña para difundir su vida y promover la canonización, hubo muchos festejos. El entonces Presidente de la República, Manuel Prado y Ugarteche, promulgó unos meses antes el Decreto Supremo N° 61-C (26 de marzo de 1962) por el cual se denominó a 1962 como “Año de Fray Martín de Porres”, perennizando así la fecha de canonización del Santo Mulato. Además, se formó una comisión que organizó –en forma urgente e inmediata- las actividades para celebrar el magno evento. Esta comisión fue presidida por el doctor Geraldo Arosemena Garland, Ministro de Justicia y Culto.
El día de la canonización, la ciudad de Lima fue embanderada por todos los vecinos, en señal de peruanidad. Además, al mediodía repicaron todas las campanas de las iglesias, acto que se realizó a nivel nacional. El buque insignia de la armada peruana, Crucero Almirante Grau, realizó una salva de 21 cañonazos en la Bahía del Callao, mientras que todas las unidades de la escuadra peruana sonaron sus sirenas. Finalmente, las reliquias de San Martín de Porres fueron exhibidas en la Iglesia de Santo Domingo hasta el 3 de junio, lo que permitió ser veneradas por los miles de fieles.
En 1966, el Papa Pablo VI lo proclamó patrón de los barberos y peluqueros y, en el Perú, de la justicia social. Su festividad en el santoral católico se celebra el 3 de noviembre, fecha de su fallecimiento. En diversas ciudades del Perú se efectúan fiestas patronales en su nombre y procesiones de su imagen ese día, siendo la procesión principal la que parte de la Iglesia de Santo Domingo, en Lima, lugar donde descansan sus restos mortales.