Enseñanza sobre Cristo
Los escritos de León (tanto los sermones como las cartas) tratan sobre todo de cuestiones teológicas relativas a la persona de Jesucristo (Cristología) y su papel como mediador y salvador (Soteriología), lo que está parcialmente relacionado con el Concilio de Calcedonia en el que participaron legados romanos en nombre de León. Posteriormente, a través de numerosas cartas dirigidas a obispos y miembros de la familia imperial, León trabajó incesantemente por la propagación y recepción universal de la fe en Cristo definida por Calcedonia, también en la parte oriental del imperio romano. León defiende la verdadera divinidad y la verdadera humanidad del único Cristo contra la unilateralidad herética. Retoma este tema también en muchos de sus sermones y, con el paso de los años, desarrolla aún más sus propios conceptos originales. Una idea central en torno a la cual León profundiza y explica su teología es la presencia de Cristo en la Iglesia, más concretamente en la enseñanza y predicación de la fe (Escritura, Tradición y su interpretación), en la liturgia (sacramentos y celebraciones), en la vida del creyente individual y de la Iglesia organizada, especialmente en un concilio.
Para León Magno, la mariología está determinada por la cristología. Si Cristo fuera sólo divino, todo en él sería divino. Sólo su divinidad habría sido crucificada, enterrada y resucitada. María sólo sería la madre de Dios, y los cristianos no tendrían esperanza en su propia resurrección. El núcleo del cristianismo quedaría destruido. El comienzo más insólito de una vida verdaderamente humana a través de ella fue dar a luz a Jesús, el Señor e Hijo del rey David.
Los escritos de León (tanto los sermones como las cartas) tratan sobre todo de cuestiones teológicas relativas a la persona de Jesucristo (Cristología) y su papel como mediador y salvador (Soteriología), lo que está parcialmente relacionado con el Concilio de Calcedonia en el que participaron legados romanos en nombre de León. Posteriormente, a través de numerosas cartas dirigidas a obispos y miembros de la familia imperial, León trabajó incesantemente por la propagación y recepción universal de la fe en Cristo definida por Calcedonia, también en la parte oriental del imperio romano. León defiende la verdadera divinidad y la verdadera humanidad del único Cristo contra la unilateralidad herética. Retoma este tema también en muchos de sus sermones y, con el paso de los años, desarrolla aún más sus propios conceptos originales. Una idea central en torno a la cual León profundiza y explica su teología es la presencia de Cristo en la Iglesia, más concretamente en la enseñanza y predicación de la fe (Escritura, Tradición y su interpretación), en la liturgia (sacramentos y celebraciones), en la vida del creyente individual y de la Iglesia organizada, especialmente en un concilio.
Para León Magno, la mariología está determinada por la cristología. Si Cristo fuera sólo divino, todo en él sería divino. Sólo su divinidad habría sido crucificada, enterrada y resucitada. María sólo sería la madre de Dios, y los cristianos no tendrían esperanza en su propia resurrección. El núcleo del cristianismo quedaría destruido. El comienzo más insólito de una vida verdaderamente humana a través de ella fue dar a luz a Jesús, el Señor e Hijo del rey David.