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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: El Papado...

El Papado

En su obra Contra las herejías,​ san Ireneo expuso una lista de los obispos romanos, situando a Clemente Romano como el tercer sucesor de los apóstoles Pedro y Pablo:

... Pedro y Pablo, Lino, Anacleto, Clemente, Evaristo.

Juan José Ayan, Padres apostólicos

En esta enumeración no aparece citada la palabra «papa». De allí que se haya sugerido que su presentación como «lista papal» no sea del todo correcta en cuanto al sentido del obispado se refiere, sino que se trate de un enunciado ordenado del que se valió el autor para establecer la sucesión apostólica en la Iglesia, tomando como ejemplo la Iglesia de Roma, considerada una de las más estables de aquel tiempo:

Pero como sería demasiado largo enumerar las sucesiones de todas las Iglesias en este volumen, indicaremos sobre todo las de las más antiguas y de todos conocidas, la de la Iglesia fundada y constituida en Roma por los dos gloriosísimos Apóstoles Pedro y Pablo.

Ireneo de Lyon, Contra las Herejías

Esta obra se escribió con el fin de combatir el brote gnóstico que se dio durante todo el siglo II, y que trataba de conquistar las iglesias de todo el Mediterráneo. Ya durante el ministerio episcopal de Clemente de Roma aparecieron los primeros cismas y herejías en la Iglesia: el gnosticismo y el ebionismo.

Eusebio mencionó también a Clemente de Roma como tercer sucesor de San Pedro,​ y encuadró su obispado entre los años 92 al 102.​ Tertuliano escribió que fue consagrado obispo por el mismo apóstol Pedro; Epifanio de Salamis relató que renunció al primado en favor de Lino y Anacleto, primer y segundo sucesor de Pedro, pero que a la muerte de estos recuperó el cargo. Es posible que Clemente conociese a San Pablo, el apóstol de los gentiles, y que haya sido el destinatario del elogio del Apóstol por la colaboración prestada a los filipenses (Filipenses 4:3).​ De hecho, Ireneo de Lyon indicó que «Clemente había visto personalmente a los apóstoles y escuchaba con sus propios oídos la predicación de ellos».

Durante su obispado, en el año 95, surgieron levantamientos contra los presbíteros-epíscopos en Corinto. Clemente, como obispo de la Iglesia de Roma, envió a los corintios una carta llamándolos al orden y a la obediencia a sus respectivos pastores evocando conmovedoramente el recuerdo de los apóstoles Pedro y Pablo y comparando la disciplina eclesiástica con la de la legión romana.