Hagiografía
Las primeras fuentes hagiográficas datan, probablemente, del siglo V. Narran que Leocadia pertenecía a una familia noble.
Según la tradición fue Publio Daciano, prefecto romano de Hispania y gobernador de la Bética, quien aplicó en Hispania el decreto de Diocleciano que ordenaba la persecución de los cristianos y el responsable directo de su encierro y, en última instancia, muerte por martirio incruento. Al llegar a Toledo, el pretor Daciano manda encarcelar a Leocadia por la confesión pública de su fe y rechazo a la apostasía. Leocadia fue encerrada con amarras y en una mazmorra oscura para que reflexionara sobre los tormentos que la esperaban si no rectificaba. Enterada del martirio de Eulalia de Mérida y de otros mártires como, entre otros, Vicente, Sabina y Cristeta de Talavera, con los tremendos tormentos que les fueron aplicados con gran crueldad, Leocadia muere, tal vez también de agotamiento, en prisión.
Las primeras fuentes hagiográficas datan, probablemente, del siglo V. Narran que Leocadia pertenecía a una familia noble.
Según la tradición fue Publio Daciano, prefecto romano de Hispania y gobernador de la Bética, quien aplicó en Hispania el decreto de Diocleciano que ordenaba la persecución de los cristianos y el responsable directo de su encierro y, en última instancia, muerte por martirio incruento. Al llegar a Toledo, el pretor Daciano manda encarcelar a Leocadia por la confesión pública de su fe y rechazo a la apostasía. Leocadia fue encerrada con amarras y en una mazmorra oscura para que reflexionara sobre los tormentos que la esperaban si no rectificaba. Enterada del martirio de Eulalia de Mérida y de otros mártires como, entre otros, Vicente, Sabina y Cristeta de Talavera, con los tremendos tormentos que les fueron aplicados con gran crueldad, Leocadia muere, tal vez también de agotamiento, en prisión.