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Tras esto, Ana le pidió a Juan que fuese confesor del convento. Todos los sábados, Juan recorría a pie los diez quilómetros que separaban el Calvario del convento de carmelitas descalzas. Tras confesar a las monjas, les leía pasajes de los Evangelios y se los comentaba, lo cual las llenaba de entusiasmo.
Al parecer, Juan escribió en el Calvario el poema que empieza diciendo "En una noche oscura" y las restantes estrofas, excepto seis, del Cántico espiritual. También empezó a escribir su extensa obra en prosa Subida del monte Carmelo, como un comentario a su poema Una noche oscura. Terminó de escribir esta obra cuatro o cinco años después. Además, entregaba a las monjas sus poemas y estas pidieron que les explicara el Cántico espiritual. Este fue el origen del comentario en prosa sobre el poema.
Felipe II estaba muy disconforme con lo ocurrido a los descalzos, porque deseaba la reforma y no quería que se interviniese en los asuntos de España. El nuncio Sega, viendo que el ambiente en la corte era cada vez más hostil, cedió, y el 1 de abril de 1579 puso un vicario general propio a los carmelitas descalzos: Ángel de Salazar.
Ángel de Salazar le dijo a Juan de la Cruz que fundase un nuevo colegio de carmelitas descalzos. En junio de 1579 fray Juan de la Cruz fue a fundarlo en Baeza. Esta ciudad albergaba muchas familias acomodadas, que podían proporcionar ingresos suficientes para su sostenimiento, y tenía una universidad, fundada en 1540 por Juan de Ávila. Juan de la Cruz se instaló en una casa con tres frailes y al poco tiempo se unieron cuatro estudiantes novicios.
Juan de la Cruz fue rector del colegio, pero le disgustaba que sus labores le distrajeran de la vida contemplativa. A las pocas semanas de llegar a Baeza fue a visitar a las carmelitas descalzas de Beas de Segura. También pernoctaba a veces en un monasterio trinitario cercano a Iznatoraf, donde los monjes habían adoptado la oración interior.
Mientras estaba en Baeza un sacerdote le regaló al colegio carmelita la granja de Santa Ana, que se encontraba a unos cuatro kilómetros al sur de Sorihuela. Juan de la Cruz se retiraba a veces allí con otro fraile.
En el convento de carmelitas descalzas de Caravaca de la Cruz la priora Ana de San Alberto le había escrito a Teresa pidiendo un buen confesor. Teresa dispuso que Juan de la Cruz las visitase. Juan acudió a principios de 1580. Tuvo que acudir nuevamente en enero de 1581 para supervisar la elección de la priora, resultando Ana de San Alberto nuevamente elegida.
Felipe II sugirió, con respecto a los carmelitas descalzos, la creación de una comisión con el nuncio y unos adjuntos, que concluyó el 15 de julio de 1579. Esta propuso como solución que el rey pidiera al papa una provincia separada para los carmelitas descalzos. Felipe II solicitó al papa una provincia independiente para los carmelitas descalzos. Gregorio XIII concedió la provincia independiente a los carmelitas descalzos con el Breve Pia Consideratione del 22 de junio de 1580.
En marzo de 1581 Juan de la Cruz acudió al capítulo de los descalzos que se celebró en Alcalá de Henares. En él se eligió como provincial a Jerónimo de la Madre de Dios. Este, a su vez, nombró a Juan de la Cruz tercer definidor y prior del Convento de los Santos Mártires de Granada.
En noviembre de 1581 Juan de la Cruz fue a Ávila para pasar unos días con Teresa de Jesús.
Se había decidido fundar un convento de carmelitas descalzas en Granada con Ana de Jesús de priora. Juan de la Cruz pasó por Beas de Segura y se encontró con Ana y otras cinco monjas, a las cuales acompañó a Granada para la fundación. Posteriormente, él se instaló en el Convento de los Santos Mártires como prior.
Desarrolló predilección por dos frailes a los que alentaba y enseñaba: Juan de Santa Ana, que le había seguido desde el Monasterio del Calvario, y Juan Evangelista, que se unió como novicio en Granada a los 19 años. Juan Evangelista pasó a ser su secretario y le acompañó en todos sus viajes hasta pocos meses antes de su muerte.
Juan de la Cruz iba con frecuencia al convento de las carmelitas descalzas de Granada a confesar a las monjas y hablaba con ellas en el locutorio.
Estando en Granada prosiguió y terminó su obra Subida del monte Carmelo y escribió La noche oscura del alma. Concluyó la primera versión de su comentario en prosa del Cántico espiritual y se la dedicó a Ana de Jesús. Escribió también el último de sus grandes poemas, Llama de amor viva. Entre agosto de 1585 y abril de 1587 redactó un comentario a este poema solicitado por Ana de Peñalosa, una viuda rica y piadosa que estaba bajo su dirección espiritual.
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Tras esto, Ana le pidió a Juan que fuese confesor del convento. Todos los sábados, Juan recorría a pie los diez quilómetros que separaban el Calvario del convento de carmelitas descalzas. Tras confesar a las monjas, les leía pasajes de los Evangelios y se los comentaba, lo cual las llenaba de entusiasmo.
Al parecer, Juan escribió en el Calvario el poema que empieza diciendo "En una noche oscura" y las restantes estrofas, excepto seis, del Cántico espiritual. También empezó a escribir su extensa obra en prosa Subida del monte Carmelo, como un comentario a su poema Una noche oscura. Terminó de escribir esta obra cuatro o cinco años después. Además, entregaba a las monjas sus poemas y estas pidieron que les explicara el Cántico espiritual. Este fue el origen del comentario en prosa sobre el poema.
Felipe II estaba muy disconforme con lo ocurrido a los descalzos, porque deseaba la reforma y no quería que se interviniese en los asuntos de España. El nuncio Sega, viendo que el ambiente en la corte era cada vez más hostil, cedió, y el 1 de abril de 1579 puso un vicario general propio a los carmelitas descalzos: Ángel de Salazar.
Ángel de Salazar le dijo a Juan de la Cruz que fundase un nuevo colegio de carmelitas descalzos. En junio de 1579 fray Juan de la Cruz fue a fundarlo en Baeza. Esta ciudad albergaba muchas familias acomodadas, que podían proporcionar ingresos suficientes para su sostenimiento, y tenía una universidad, fundada en 1540 por Juan de Ávila. Juan de la Cruz se instaló en una casa con tres frailes y al poco tiempo se unieron cuatro estudiantes novicios.
Juan de la Cruz fue rector del colegio, pero le disgustaba que sus labores le distrajeran de la vida contemplativa. A las pocas semanas de llegar a Baeza fue a visitar a las carmelitas descalzas de Beas de Segura. También pernoctaba a veces en un monasterio trinitario cercano a Iznatoraf, donde los monjes habían adoptado la oración interior.
Mientras estaba en Baeza un sacerdote le regaló al colegio carmelita la granja de Santa Ana, que se encontraba a unos cuatro kilómetros al sur de Sorihuela. Juan de la Cruz se retiraba a veces allí con otro fraile.
En el convento de carmelitas descalzas de Caravaca de la Cruz la priora Ana de San Alberto le había escrito a Teresa pidiendo un buen confesor. Teresa dispuso que Juan de la Cruz las visitase. Juan acudió a principios de 1580. Tuvo que acudir nuevamente en enero de 1581 para supervisar la elección de la priora, resultando Ana de San Alberto nuevamente elegida.
Felipe II sugirió, con respecto a los carmelitas descalzos, la creación de una comisión con el nuncio y unos adjuntos, que concluyó el 15 de julio de 1579. Esta propuso como solución que el rey pidiera al papa una provincia separada para los carmelitas descalzos. Felipe II solicitó al papa una provincia independiente para los carmelitas descalzos. Gregorio XIII concedió la provincia independiente a los carmelitas descalzos con el Breve Pia Consideratione del 22 de junio de 1580.
En marzo de 1581 Juan de la Cruz acudió al capítulo de los descalzos que se celebró en Alcalá de Henares. En él se eligió como provincial a Jerónimo de la Madre de Dios. Este, a su vez, nombró a Juan de la Cruz tercer definidor y prior del Convento de los Santos Mártires de Granada.
En noviembre de 1581 Juan de la Cruz fue a Ávila para pasar unos días con Teresa de Jesús.
Se había decidido fundar un convento de carmelitas descalzas en Granada con Ana de Jesús de priora. Juan de la Cruz pasó por Beas de Segura y se encontró con Ana y otras cinco monjas, a las cuales acompañó a Granada para la fundación. Posteriormente, él se instaló en el Convento de los Santos Mártires como prior.
Desarrolló predilección por dos frailes a los que alentaba y enseñaba: Juan de Santa Ana, que le había seguido desde el Monasterio del Calvario, y Juan Evangelista, que se unió como novicio en Granada a los 19 años. Juan Evangelista pasó a ser su secretario y le acompañó en todos sus viajes hasta pocos meses antes de su muerte.
Juan de la Cruz iba con frecuencia al convento de las carmelitas descalzas de Granada a confesar a las monjas y hablaba con ellas en el locutorio.
Estando en Granada prosiguió y terminó su obra Subida del monte Carmelo y escribió La noche oscura del alma. Concluyó la primera versión de su comentario en prosa del Cántico espiritual y se la dedicó a Ana de Jesús. Escribió también el último de sus grandes poemas, Llama de amor viva. Entre agosto de 1585 y abril de 1587 redactó un comentario a este poema solicitado por Ana de Peñalosa, una viuda rica y piadosa que estaba bajo su dirección espiritual.
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