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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: Uno del «círculo de dilectos»...

Uno del «círculo de dilectos»

Contrariamente a las costumbres de la época, según las cuales los discípulos elegían a los maestros que los guiarían, el Evangelio señala que es Jesús quien elige a sus discípulos: «No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros» (Juan 15:16). Y Jesús elige a su vez, dentro del grupo de los doce Apóstoles, a un círculo más restringido de solo tres (a veces cuatro), quienes lo acompañan en situaciones especiales. Ellos son Pedro, Santiago y Juan, a quienes en alguna ocasión se suma Andrés.

Siempre según los Evangelios, Juan, junto con Pedro y Santiago, acompaña a Jesús:

● a la casa del jefe de una sinagoga, Jairo, a cuya hija resucita: «Al llegar a la casa, no permitió entrar con él más que a Pedro, Juan y Santiago, al padre y a la madre de la niña» (Lucas 8:51; también en Marcos 5:37);

● cuando sube a la montaña para transfigurarse: «Jesús tomó consigo a Pedro, Santiago y Juan y los llevó a ellos solos a un monte alto» (Marcos 9:2; también en Lucas 9:28);

● al monte de los Olivos, donde frente al imponente templo de Jerusalén pronuncia su discurso sobre el fin de la ciudad y del mundo (Marcos 13:3), ocasión en que se suma Andrés.
Esta situación de relieve hace comprensible que Juan tome la iniciativa para mantener posiciones de privilegio:

En ese momento, Juan tomó la palabra y dijo: «Maestro, hemos visto a uno que hacía uso de tu nombre para echar fuera demonios, y le dijimos que no lo hiciera, pues no te sigue junto a nosotros.»

Lucas 9:49 (también en Marcos 9:38)

Así mismo, resulta entendible que Juan y Santiago (Marcos 10:35-41), en conjunto con su madre, quieran asegurarse una colocación distinguida:

Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, y se postró como para pedirle algo. Él le dijo: « ¿Qué quieres?» Ella le dijo: «Manda que estos dos hijos míos se sienten, uno a tu derecha y otro a tu izquierda, en tu Reino.» Replicó Jesús: «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber?» Ellos le dijeron: «Sí, podemos.» Él les dijo: «Mi copa, sí la beberéis, pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado por mi Padre.» Al oír esto, los otros diez se indignaron contra los dos hermanos.

Mateo 20:20-24

Jesús aprovecha la ocasión para enseñar que, entre sus seguidores, ninguno debe hacer sentir su dignidad,​ sino que debe obrar como el servidor de los demás, de la misma forma que él vino a servir y no a ser servido.

Inmediatamente antes de la Pasión, se encuentra nuevamente a Juan el Apóstol formando parte del «círculo de dilectos» de Jesús en dos oportunidades especiales:

● Cuando Jesús lo escoge a él y a Pedro para realizar los preparativos para la última Cena pascual:

Llegó el día de los Ázimos, en el que se había de sacrificar el cordero de la Pascua; y (Jesús) envió a Pedro y a Juan diciendo: «Id y preparadnos la Pascua para que la comamos.»

● Cuando, en el monte de los Olivos, Jesús se retira a orar en agonía por los padecimientos y muerte que se avecinan:

Fueron a la propiedad, cuyo nombre es Getsemaní, y les dijo a sus discípulos: «Sentaos aquí mientras yo hago oración.» Tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, y comenzó a sentir pavor y angustia. Y les dijo: «Mi alma está triste hasta el punto de morir; quedaos aquí y velad.»

Marcos 14:32-34

Finalmente, encontramos a Juan y Santiago el Mayor, mencionados indirectamente como «hijos de Zebedeo», formando parte del grupo restringido de discípulos testigos del último signo realizado por Jesús ya resucitado: su aparición a orillas del lago de Tiberíades y la pesca milagrosa. Se trata de la única referencia en el Evangelio de Juan a los dos «hijos de Zebedeo», ubicada en el epílogo del evangelio.

Después de esto, se manifestó Jesús otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades. Se manifestó de esta manera. Estaban juntos Simón Pedro, Tomás llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los de Zebedeo y otros dos de sus discípulos. Simón Pedro les dice: «Voy a pescar.» Le contestaron ellos: «También nosotros vamos contigo.» Fueron y subieron a la barca pero aquella noche no pescaron nada. Cuando ya amaneció estaba Jesús en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. Díjoles Jesús: «Muchachos, ¿no tenéis pescado?» Le contestaron: «No.» Él les dijo: «Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis.» La echaron, pues, y ya no podían arrastrarla por la abundancia de peces.

Juan 21:1-7