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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: Acta Silvestri...

Acta Silvestri

El más antiguo de estos relatos legendarios es conocido con el nombre de Hechos de Silvestre (en latín Actus Silvestri, pero también Gesta Silvestri, Acta Silvestri, Vita Silvestri o incluso Legenda Silvestri) compuesto no antes de la segunda mitad del siglo V.​ En su primera parte, la "Conversión de Constantino", relata de forma imaginaria cómo este último, enfermo de lepra tras su victoria sobre Majencio en el puente Milvio, consulta a los sacerdotes del Capitolio (en esta época el capitolio católico no existía), quienes le recomiendan bañarse en la sangre de tres mil niños. La aparición en sueños de los apóstoles Pedro y Pablo evita que este se convierta en un nuevo Herodes, diciéndole que se curará por intervención de Silvestre, quien lo purificará con el bautismo, al igual que Naamán había sido purificado por el profeta Eliseo en las aguas del Jordán. El emperador manda buscar a Silvestre, quien se había refugiado en el monte Soracte para escapar de la persecución, aceptando este bautizarlo en el baptisterio de Letrán a condición de cerrar los templos paganos y liberar a los cristianos encarcelados. ​En compensación, Constantino le regala a Silvestre la tiara pontificia y le organiza una entrada triunfal en Roma, montado a caballo.

Esta historia, por un lado enmienda el hecho incómodo (para el siglo V) del bautismo tardío de Constantino, agravado por ser hecho por un obispo semiarriano, Eusebio de Nicomedia, y a la vez exalta el estatus del papado. La leyenda, tenida por histórica, alcanzó gran popularidad en Occidente pero también en Oriente, e inspiró cierto detalles del Liber pontificalis.​

La figura de Silvestre bautizando a Constantino se volvió legendaria hasta el punto de que, a principios del siglo VI, Gregorio de Tours hace un paralelo entre ese hecho y el bautismo de Clodoveo por el obispo Remigio, a cual presenta como un “nuevo Silvestre”. En la Divina Comedia, Dante Alighieri evocó la leyenda en un símil usado por Guido de Montefeltro:

Ma come Costantin chiese Silvestro
d’entro Siratti a guerir de la lebbre,
così mi chiese questi per maestro
a guerir de la sua superba febbre;

Cual Constantino demandó a Silvestre,
para curar su lepra de Sorate,
llamóme por mi mal, como maestre,
para curar su fiebre de combate:

Inferno XXVII, 94 -96 (Versión en español de Bartolomé Mitre)

En este marco aparece la Constitutum Silvestri, un texto que forma parte de los Apócrifos de Símaco, escritos con el objetivo de fortalecer la posición del obispo de Roma donde se inventa un concilio convocado por Silvestre, que reunió a más de doscientos obispos en Roma.