Origen de las corrientes de meteoroides
Una lluvia de meteoros es el resultado de una interacción entre un planeta, como la Tierra, y corrientes de escombros de un cometa. Los cometas pueden producir desechos por arrastre de vapor de agua, como demostró Fred Whipple en 1951, y por desintegración. Whipple imaginó los cometas como "bolas de nieve sucias", formadas por rocas incrustadas en hielo, que orbitan alrededor del Sol. El "hielo" puede ser agua, metano, amoniaco u otros volátiles, solos o en combinación. La "roca" puede variar en tamaño desde la de una mota de polvo hasta la de una pequeña roca. Los sólidos del tamaño de una mota de polvo son de órdenes de magnitud más comunes que los del tamaño de los granos de arena, que, a su vez, son igualmente más comunes que los del tamaño de los guijarros, etc. Cuando el hielo se calienta y sublima, el vapor puede arrastrar polvo, arena y guijarros.
Cada vez que un cometa pasa por el Sol en su órbita, parte de su hielo se vaporiza y se desprende una cierta cantidad de meteoroides. Los meteoroides se extienden a lo largo de toda la órbita del cometa para formar una corriente de meteoroides, también conocida como "rastro de polvo" (a diferencia de la "cola de gas" de un cometa causada por las partículas muy pequeñas que son rápidamente arrastradas por la presión de la radiación solar).
Recientemente, Peter Jenniskens ha argumentado que la mayoría de nuestras lluvias de meteoritos de período corto no provienen del arrastre de vapor de agua normal de los cometas activos, sino el producto de desintegraciones poco frecuentes, cuando grandes trozos se desprenden de un cometa mayoritariamente inactivo. Algunos ejemplos son las Cuadrántidas y las Gemínidas, que se originaron a partir de una ruptura de objetos con aspecto de asteroides, 2003 EH1 y 3200 Phaethon, respectivamente, hace unos 500 y 1000 años. Los fragmentos tienden a desintegrarse rápidamente en polvo, arena y guijarros, y se extienden a lo largo de la órbita del cometa para formar una densa corriente de meteoroides, que posteriormente evoluciona hacia la trayectoria de la Tierra.
Una lluvia de meteoros es el resultado de una interacción entre un planeta, como la Tierra, y corrientes de escombros de un cometa. Los cometas pueden producir desechos por arrastre de vapor de agua, como demostró Fred Whipple en 1951, y por desintegración. Whipple imaginó los cometas como "bolas de nieve sucias", formadas por rocas incrustadas en hielo, que orbitan alrededor del Sol. El "hielo" puede ser agua, metano, amoniaco u otros volátiles, solos o en combinación. La "roca" puede variar en tamaño desde la de una mota de polvo hasta la de una pequeña roca. Los sólidos del tamaño de una mota de polvo son de órdenes de magnitud más comunes que los del tamaño de los granos de arena, que, a su vez, son igualmente más comunes que los del tamaño de los guijarros, etc. Cuando el hielo se calienta y sublima, el vapor puede arrastrar polvo, arena y guijarros.
Cada vez que un cometa pasa por el Sol en su órbita, parte de su hielo se vaporiza y se desprende una cierta cantidad de meteoroides. Los meteoroides se extienden a lo largo de toda la órbita del cometa para formar una corriente de meteoroides, también conocida como "rastro de polvo" (a diferencia de la "cola de gas" de un cometa causada por las partículas muy pequeñas que son rápidamente arrastradas por la presión de la radiación solar).
Recientemente, Peter Jenniskens ha argumentado que la mayoría de nuestras lluvias de meteoritos de período corto no provienen del arrastre de vapor de agua normal de los cometas activos, sino el producto de desintegraciones poco frecuentes, cuando grandes trozos se desprenden de un cometa mayoritariamente inactivo. Algunos ejemplos son las Cuadrántidas y las Gemínidas, que se originaron a partir de una ruptura de objetos con aspecto de asteroides, 2003 EH1 y 3200 Phaethon, respectivamente, hace unos 500 y 1000 años. Los fragmentos tienden a desintegrarse rápidamente en polvo, arena y guijarros, y se extienden a lo largo de la órbita del cometa para formar una densa corriente de meteoroides, que posteriormente evoluciona hacia la trayectoria de la Tierra.