Regreso y muerte
Terminada su labor en Francia, se le encargó la fundación de un nuevo capítulo provincial en Nápoles. Antes de ello, Tomás visitó a su familia y a sus amigos, el cardenal Anibaldo degli Anibaldi y el abad de Montecassino Bernard Ayglier.
En Nápoles debe destacarse que fue recibido como un rey, así como la numerosa correspondencia que mantuvo, respondiendo dudas al mismo Bernard Ayglier entre muchos otros. Sin embargo, tan pronto comenzó la tercera parte de la Summa Theologiae tuvo una singular experiencia mística (ya las había tenido antes, está bien documentado) tras la cual se le haría imposible escribir:
Omnia quae scripsi videntur mihi palae respectu eorum quae vidi et revelata sunt mihi.
Me han sido reveladas semejantes cosas que lo que he escrito me parece paja.
Forment (2005, p. 21)
No obstante, accedió a la invitación del papa Gregorio X de asistir al Concilio de Lyon II, pero de repente enfermó y tuvieron que acogerle en la abadía de Fossanova. Tomás murió haciendo una enérgica profesión de fe el 7 de marzo de 1274, cerca de Terracina. Posteriormente, el 28 de enero de 1369, sus restos mortales fueron trasladados al convento dominico de los Jacobinos, en Tolosa de Languedoc, quedando su fiesta litúrgica fija en esa fecha.
La importancia y la gravitación política de Tomás de Aquino fue de tal magnitud, que aun existen dudas acerca de la causa de su muerte. Ciertamente, se ha escrito sobre un posible envenenamiento por orden del rey de Sicilia, Carlos de Anjou, según una afirmación sostenida por Dante Alighieri en el Purgatorio de la Divina Comedia, epopeya escrita entre 1304 y 1321.
Después de su muerte, algunas tesis de Tomás de Aquino, confundidas entre las averroístas, fueron incluidas en una lista de 219 tesis condenadas por el obispo de París, Étienne Tempier, en la Universidad de París en 1277. A pesar de ello, tras varias profecías y milagros documentados con numerosos testimonios, Tomás de Aquino fue canonizado casi a los 50 años de su muerte, el 18 de enero de 1323. Las condenas de 1277 fueron inmediatamente levantadas en lo que respecta a Tomás de Aquino el 14 de febrero de 1325.
Terminada su labor en Francia, se le encargó la fundación de un nuevo capítulo provincial en Nápoles. Antes de ello, Tomás visitó a su familia y a sus amigos, el cardenal Anibaldo degli Anibaldi y el abad de Montecassino Bernard Ayglier.
En Nápoles debe destacarse que fue recibido como un rey, así como la numerosa correspondencia que mantuvo, respondiendo dudas al mismo Bernard Ayglier entre muchos otros. Sin embargo, tan pronto comenzó la tercera parte de la Summa Theologiae tuvo una singular experiencia mística (ya las había tenido antes, está bien documentado) tras la cual se le haría imposible escribir:
Omnia quae scripsi videntur mihi palae respectu eorum quae vidi et revelata sunt mihi.
Me han sido reveladas semejantes cosas que lo que he escrito me parece paja.
Forment (2005, p. 21)
No obstante, accedió a la invitación del papa Gregorio X de asistir al Concilio de Lyon II, pero de repente enfermó y tuvieron que acogerle en la abadía de Fossanova. Tomás murió haciendo una enérgica profesión de fe el 7 de marzo de 1274, cerca de Terracina. Posteriormente, el 28 de enero de 1369, sus restos mortales fueron trasladados al convento dominico de los Jacobinos, en Tolosa de Languedoc, quedando su fiesta litúrgica fija en esa fecha.
La importancia y la gravitación política de Tomás de Aquino fue de tal magnitud, que aun existen dudas acerca de la causa de su muerte. Ciertamente, se ha escrito sobre un posible envenenamiento por orden del rey de Sicilia, Carlos de Anjou, según una afirmación sostenida por Dante Alighieri en el Purgatorio de la Divina Comedia, epopeya escrita entre 1304 y 1321.
Después de su muerte, algunas tesis de Tomás de Aquino, confundidas entre las averroístas, fueron incluidas en una lista de 219 tesis condenadas por el obispo de París, Étienne Tempier, en la Universidad de París en 1277. A pesar de ello, tras varias profecías y milagros documentados con numerosos testimonios, Tomás de Aquino fue canonizado casi a los 50 años de su muerte, el 18 de enero de 1323. Las condenas de 1277 fueron inmediatamente levantadas en lo que respecta a Tomás de Aquino el 14 de febrero de 1325.