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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: No sé, no sé Eufa7, si las espadas de la foto pertenecientes...

No sé, no sé Eufa7, si las espadas de la foto pertenecientes a las vitrinas que hay en el Museo de la Provincia en Cuenca, halladas en el Yacimiento Arqueológico del Cerro de la Virgen, serán o no falcatas.
Pero lo primero que se me viene a la mente, son aquellas navajas albaceteñas, grandes, grandísimas y con distintas posiciones del muelle, que al abrirlas rápidamente, y con estilo añadido, hacían un ruido horripilante, y máxime cuando allá en la esquina de costumbre le estábamos dando la lata a algún mayor; la sacaba de su bolsillo, la abría, haciéndole sonar la carraca y te apuntaba al bajo vientre con movimientos oscilatorios, ¡piernas que para qué te quiero!. Todavía quedaba un ratito, para mirar para atrás en la carrera, hasta ahí el masoquismo, para ver como el adulto, te enseñaba el puño de la otra mano cerrado y por entremedias del dedo índice y corazón, asomando el pulgar,
que semejaba ese apéndice, del que todos cuidábamos como oro en paño, y no todos estábamos conformes con su tamaño.
Y... qué, ¿nos traumatizábamos?. Lo que podríamos contarles a los niños y padres de ahora.
Bueno, que me desvío del tema... ¡LA FACA!. Eso creo yo, que podría ser un degerativo fónico de la falcata y en ello se quedaron esas magníficas navajas albaceteñas, en FACAS.
¿Y el arte de comer gachas con la navaja a medio abrir, la rebanada de pan pinchada, después de haberle pegado un buen tajo, al pan, sostenido el cacho con la izquierda?. Claro, que no toda clase de pan valdría, eso lo comentaba yo días atrás con Vidal: el sabor y textura que alcanzaba el pan; sí aquella hogaza redonda, asentado, después de haberse pasado tres o cuatro días de su recién hechura. Y mira qué cosa tan sencilla, tan humilde, ¡Ay Señor, Señor!. Lo que aprendimos y podríamos enseñar. MADOFF.
Y no solamente, ésto es recordable a aquella imprescidible herramienta....
Saludos cordiales
Gabriel