La llegada siempre es multitudinaria, impregnada de penetrante religiosidad popular. Pues son incontables los devotos y curiosos -hombres, mujeres, ancianos y niños- que esperan anhelosos el momento de la llegada. Dispuesta en el apeadero, la imagen de la Virgen recibe los honores de los danzantes, que bailan a los sones frenéticos del atabal y la flauta... Queda el séptimo descansadero, que está frente a la fuente de "La Teja", junto al polideportivo municipal...