Retorno a Vallanca con la Virgen
Después de la siesta, los peregrinos se ponen en marcha, de vuelta a la villa. Los miembros de la Cofradía de Santerón, que organiza el evento romero, sacan de la ermita la imagen de la Virgen, disponiéndola sobre unas andas. De esta forma se inicia el camino inverso, pero ahora siguiendo la pista de tierra para vehículos; antiguamente, sin embargo, el camino de vuelta se realizaba por el mismo que se había subido. Lo cual resulta difícil de imaginar, dado lo empinado de su trayecto, especialmente portando la imagen de la Virgen en andas. De esta forma se organiza una gran comitiva, con gente de todos los pueblos del entorno conquense -Algarra, Casas de Garcimolina, El Cubillo, Santo Domingo de Moya, Salvacañete, Huertos de Moya, Landete...-, del valenciano Rincón de Ademuz y otros lugares de Aragón, que acompañan la imagen hasta la primera parada, varios cientos de metros más adelante. Visto en la lejanía, el séquito resulta impresionante y muy emotivo, con los la cruz y los estandartes de la cofradía precediendo la comitiva.
El trayecto se halla estructurado en ocho tramos, bien establecidos por la tradición y que se hallan señalizados por unos rechonchos pilones de obra, denominados "descansaderos", que sirven para apoyar las andas tras cada recorrido. En el primer descansadero se realiza el denominado "censo del ajuar", donde las autoridades de Algarra y responsables de la cofradía santeronera firman un documento con el recuento de las joyas de la Virgen. Luego se cambias las andas de la Virgen por otras más ligeras y tras el rezo de una Salve se reemprende el camino. Para algunos no es más que un día de fiesta mundano, una excursión en pleno hábitat natural. Sin embargo, a poco que se profundice, puede palparse el encanto y la magia del rico simbolismo que encierra tan singular acontecimiento mariano.
Durante la bajada, los peregrinos más próximos a la imagen van cantando sin cesar el Santo Rosario; mientras otros charlan, ríen o comentan las incidencias de la jornada. Aunque, como el trayecto es largo, hay tiempo para todo. De esta forma van recorriendo los siguientes tramos, el collado del Burro, rento de Valluengo, pozo del Herrero…
Al atardecer -atrás quedan Las Cabezas, lomas en el tránsito de la sierra-, los peregrinos arriban al sexto descansadero, sito en el fecundo "prado de la Vega". Los portadores, aunque se han ido turnando, aparecen jadeantes y sudorosos; pero en este momento, a la vista del gentío que espera a la Virgen, el cansancio se desvanece y la imagen asemeja deslizarse imperceptiblemente sobre los asistentes, bajo el tupido follaje de chopos y nogueras. Los de la villa llevan la imagen de san Roque, portado sobre sus andas y adornado de faroles. Vienen con la banda de música para recibir a la Virgen de Santerón: "La virginal desposada de Vallanca, reina y señora de estos montes…" -así la invocan los más fervorosos-.
Después de la siesta, los peregrinos se ponen en marcha, de vuelta a la villa. Los miembros de la Cofradía de Santerón, que organiza el evento romero, sacan de la ermita la imagen de la Virgen, disponiéndola sobre unas andas. De esta forma se inicia el camino inverso, pero ahora siguiendo la pista de tierra para vehículos; antiguamente, sin embargo, el camino de vuelta se realizaba por el mismo que se había subido. Lo cual resulta difícil de imaginar, dado lo empinado de su trayecto, especialmente portando la imagen de la Virgen en andas. De esta forma se organiza una gran comitiva, con gente de todos los pueblos del entorno conquense -Algarra, Casas de Garcimolina, El Cubillo, Santo Domingo de Moya, Salvacañete, Huertos de Moya, Landete...-, del valenciano Rincón de Ademuz y otros lugares de Aragón, que acompañan la imagen hasta la primera parada, varios cientos de metros más adelante. Visto en la lejanía, el séquito resulta impresionante y muy emotivo, con los la cruz y los estandartes de la cofradía precediendo la comitiva.
El trayecto se halla estructurado en ocho tramos, bien establecidos por la tradición y que se hallan señalizados por unos rechonchos pilones de obra, denominados "descansaderos", que sirven para apoyar las andas tras cada recorrido. En el primer descansadero se realiza el denominado "censo del ajuar", donde las autoridades de Algarra y responsables de la cofradía santeronera firman un documento con el recuento de las joyas de la Virgen. Luego se cambias las andas de la Virgen por otras más ligeras y tras el rezo de una Salve se reemprende el camino. Para algunos no es más que un día de fiesta mundano, una excursión en pleno hábitat natural. Sin embargo, a poco que se profundice, puede palparse el encanto y la magia del rico simbolismo que encierra tan singular acontecimiento mariano.
Durante la bajada, los peregrinos más próximos a la imagen van cantando sin cesar el Santo Rosario; mientras otros charlan, ríen o comentan las incidencias de la jornada. Aunque, como el trayecto es largo, hay tiempo para todo. De esta forma van recorriendo los siguientes tramos, el collado del Burro, rento de Valluengo, pozo del Herrero…
Al atardecer -atrás quedan Las Cabezas, lomas en el tránsito de la sierra-, los peregrinos arriban al sexto descansadero, sito en el fecundo "prado de la Vega". Los portadores, aunque se han ido turnando, aparecen jadeantes y sudorosos; pero en este momento, a la vista del gentío que espera a la Virgen, el cansancio se desvanece y la imagen asemeja deslizarse imperceptiblemente sobre los asistentes, bajo el tupido follaje de chopos y nogueras. Los de la villa llevan la imagen de san Roque, portado sobre sus andas y adornado de faroles. Vienen con la banda de música para recibir a la Virgen de Santerón: "La virginal desposada de Vallanca, reina y señora de estos montes…" -así la invocan los más fervorosos-.