Según la información recopilada de fuentes familiares y vecinales, la señora Rogelia había heredado de sus maridos muchas propiedades en distintas localidades de estos términos, entre las que se hallaban el rento de Santerón, donde la ermita de su nombre, y el de Callejones, además de grandes extensiones de monte con pinares, múltiples zonas de huerta e inmuebles en diversas localidades de la zona. Según parece, muchas de las posesiones provenían de los tiempos de la Desamortización de Madoz (1855-1886). Ciertamente, existió un tal Nicolás Díaz Zafrilla (1835-1907) -“labrador acomodado” y “vecino de Algarra”-, que figura en la compra de una heredad de 2,47 hectáreas en Moya y una casa en Mira, con una inversión de 13.050 Reales de Vellón.[1] A tenor de la herencia dejada a sus primos –Mariano y Segundo Zafrilla Garrido-, el adquiriente debió comprar otras tantas propiedades en otros pueblos del entorno conquense. Ciertamente, el tal Nicolás fue un político de la Restauración, unos dicen si Diputado en Cortes por Cuenca y otros que Presidente de la Diputación Provincial, aunque pudo ser ambas cosas. De este notable algarreño se cuenta una anécdota en relación con el trazado de la carretera nacional 420, en su tramo de Cuenca a Teruel: Al parecer le propusieron que dicha carretera pasara por Algarra, por debajo mismo de su casa, a lo que se opuso, diciendo: ¡Sería el peor favor que me podíais hacer...! De ser verídica la historia, su visión política debía tener poco alcance. Este fue el motivo –según la creencia popular- de que aquella carretera no pasara por Algarra y se dirigiera a Teruel por El Hontanar, vía el Rincón de Ademuz.