En la ermita vacía nuestras voces resuenan con un eco frío, que contrasta con el bullicio de las últimas celebraciones septenarias. Antes de salir, mi acompañante me señala la pared bajo el coro: Mira, aquí había una puerta, que comunicaba la casa del santero con la ermita; así el ermitaño podía pasar de un lado al otro, pero al tirar la casa contigua y hacer la nueva la tapiaron...