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ALGARRA: • ...


¿Cómo eran entonces, me refiero en tu infancia y juventud, las celebraciones de Santerón?

• <Pues parecidas a las de ahora, pero ya te digo, con más gente; la cosa ha cambiado poco, excepto por los coches; antes no había ninguno y ahora se apoderan de todo... Veníamos los de Algarra y nos quedábamos en la ermita, unos entraban y otros se quedaban en la plaza, hablando con los vecinos y amigos o comprando a los turroneros que venían. Cuando llegaban los de Vallanca se esperaban en la “Mesa de la Virgen” hasta que acudía a recibirles la procesión de Algarra con el crucifijo y los estandartes. Entonces se tocaban las cruces de ambas procesiones y todos juntos se acercaban a la ermita. No, esto no se hacía con todos los pueblos, sólo con los de Vallanca, que eran más numerosos y los únicos que traían crucifijo. Claro, entonces venían todos juntos, unos andando y otros montados en caballería, pero en un grupo. Venían por el camino viejo, no por donde ahora que pueden subir y bajar coches... Ahora unos vienen andando por el camino viejo pero otros muchos suben con coches por el otro lado, y cada uno llega cuando puede. Ya te digo, allí en la Mesa se esperaban los de Vallanca hasta que llegaba la procesión de Algarra a darle la bienvenida, entonces los de Vallanca acercaban su Cristo al nuestro y era como una señal de acatamiento, y todos juntos iban a la ermita y entraban, dándole la vuelta por detrás. Esta parte de la Mesa le llaman el Prado de la Virgen, que es del rento de Santerón, pero la ermita tiene derecho y no lo labran. Recuerdo que el que cultivaba esto, uno de los Catalinos de Salvacañete, quería labrar también el prado. Isabel Zafrilla Sánchez, la prima de tu padre, le decía: ¡No, el pradico no, el pradico no, que es de la Virgen!, pues ella era muy devota... Por entonces yo ya me encargaba de muchas cosas de la Virgen y de la ermita, y ella, la Isabel, me decía: ¡Paco, la Virgencica te lo pagará...!