Con Atalaya vienen los recuerdos y las
costumbres a mi mente. Esos recuerdos magicos entre lo real y lo soñado. Esas costubres cotidianas y humildes. Ese olor a leña quemada que desprenden nuestras
chimeneas, y el sabor a ajo mortero que se queda en mi boca y en mi mente cada vez que te recuerdo Atalaya.