abajando las sombras adonde conviene, trae a debida perfectión su figura. Y por la misma manera, Dios, en la honestidad de la mujer, que es como la tabla, la cual presupone por hecha y derecha, añade ricas colores de virtud, todas aquellas que para acabar una tan hermosa pintura son necesarias. Y sea esto lo primero.
Maqueta de como quedaria el palacete del Infante don Juan Manuel una vez reconstruido