Según queda recogido por Luís Andujar el
Monasterio de las Monjas Concepcionistas Franciscanas fue fundado en 1584, el 25 de julio, por don Alonso Severo, “hombre rico y principal, natural de esta villa de
Belmonte …, familiar del
Santo Oficio de la Inquisición”. La fundadora principal, Sor dona Ana de
Toledo, procede del Monasterio de la Concepción de
Cuenca.
En fecha 1 de junio de 2007, transcurridos más de cuatro siglos, las dos últimas moradoras del
convento, Sor Amparo y Sor María Paz, han retornado a sus orígenes, han regresado nuevamente a Cuenca, cerrándose definitivamente las
puertas del Monasterio de
San Miguel Arcángel de Belmonte, aceptando resignadamente algo que en los tiempos que corren parece venir dado por hecho, alejándonos de un pasado, sus
costumbres y estilos vitales, hoy día más que obsoletos, pues lo que resulta realmente atemporal es el cuestionamiento de la fecha de caducidad de determinados aspectos de ese pasado. Se han marchado dejando tras sí un legado histórico de cuatrocientos veintitrés años.
Sólo me voy a centrar en uno de los aspectos de este legado, el educativo. Es cierto que para estas monjas franciscanas su razón de ser gira en torno a la oración, si bien también compartieron sus días compaginando la vida contemplativa con las tareas docentes. En tanto que antiguo alumno de las concepcionistas, aunque de paso efímero, pues no llegaron a dos los años como escolar del centro, me permito el volver la vista atrás medio siglo para poder extraer consecuencias, pienso que positivas, vinculadas al proceso educativo que estas monjas llevaron en Belmonte. Un dato objetivo viene a ratificar lo que acabo de aseverar. Convendrán conmigo que los belmonteños de los años cincuenta partíamos con cierta ventaja cultural y educativa respecto a otros núcleos rurales de nuestro entorno cercano, única y exclusivamente por tener la suerte de poder contar con varios centros educativos en el que recibir formación. Hablo de centros religiosos, amén del laico, existentes en la Villa, tales como el ya mencionado de Mm. Concepcionistas, así como el de Pp. Trinitarios o la
Escuela Parroquial.
Por entonces, el centro escolar estatal (el carácter de público se adjudica en años posteriores, con la llegada de la Ley General de Educación) con que contaba el
pueblo era denominado como “Las
Escuelas” del
parque. Creado a finales de los años veinte durante la segunda república, pasa a ser
Colegio Fray Luís de
León con el desarrollo de la citada ley. En la actualidad este Centro está destinado, pienso que con acierto, a
biblioteca municipal, centro de nuevas tecnologías de la comunicación y, en un futuro inmediato, para archivo municipal, una vez que ha sido desafectado, por tratarse de un bien catalogado por Patrimonio, en tanto que fue uno de los primeros
colegios de la República. Otros colegios, también de carácter estatal, fueron “La Maestrilla” situado en la
plaza Muñoz Grandes y “El
Lavadero” de la
calle Cervantes.