ARTICULO CULTURAL
Se trata, de uno de los muchos relatos manchegos que posole al famoso hidalgo llamado Don Quijote por tierras Belmonteñas.
Cuenta la historia que Don Quijote y su inseparable escudero Sancho Panza, decidieron emprender un nuevo viaje por tierras manchegas, dirigiéndose al CASTILLO DE BELMONTE. Y VISITAR EL PUEBLO QUE VIO NACER AL MAESTRO DE TEOLOGIA DE LA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA, FRAY LUIS DE LEON
Un genio que al mundo pone espanto
Y que éxtasis pudiera robaros
Este es Fray Luis de León el que digo
A quien amo, reverencio y sigo.
Cervantes.
Así pues, estuvieron muchas jornada caminando a plena luz del día y ya cuando habían terminado todas sus provisiones, y sus estómagos vacíos iban aguantando el peso de los rayos del astro rey Febo, que incidía en sus yelmos y espaldares, decidieron fatigados descansar por el camino.
Sancho Panza sediento, metió sus manos en las alforjas para extraer la bota y beber un poco de vino, pero al sacarla se dio cuenta de que estaba vacía y en las alforjas no quedaba ni un mendrugo de pan aunque fuera duro para llevárselo a la boca.
Sus cabalgadura estaban exhaustas, tanto el caballo Rocinante, como Rucio que así, se llamaba la cabalgadura donde de Sancho Panza, apoyaba su trasero para ir cabalgo, estos tenían ganas de que su mercedes descabalgaran y los dejaran sueltos para buscar alguna brizna de hierba que comer.
Al orto reanudaron su viaje, en esto, a no mucho tiempo divisaron a unos arrieros que con sus jumentos se dirigían al molino, el escudero violos y sin ni siquiera pensárselo mucho díjoselo a su amo:
Mirad vuestra merced, allá a los lejos vienen dos arrieros que se dirigen a ese molino con sus costales llenos de grano para moler, quizás nos den algo para comer y solventar nuestra fatiga. Don Quijote, como si del mesmo diablo se tratase, púsose las manos en su tan estimada bacía y díjole a Sancho:
- Amigo, allá donde tú dices, no veo más que dos nobles hidalgos andando a los lejos hacia su pequeña, noble y acogedora casa. Sancho al ver que su amo empezábasele a secar la sesera, como en otras ocasiones callosé, Así, como si de dos nobles se tratase, Don Quijote dirigiose a ellos como merecía la ocasión.
- Queridos hidalgos, nobles de Castilla y si aún más cabe, grandes entre los grandes estamos sedientos y cansados. Seriáis tan amables vuestras eminencias de ofrecernos bebida y cobijo en vuestra humilde y no menos fermosa posada.
Los arrieros, al ver la poca cordura destos, se mofaron dellos y dijéronles:
¿ Cómo os atrevéis a dirigiros a nuestras eminencias, villanos manchegos, así con tanta descortesía y con estos atuendos?
Don Quijote, al ver la partida destos, ya satisfecho y cubierto de honra al verse victorioso de tan singular batalla díjole a su escudero:
¡ Salve Sancho, el honor de la caballería ha sido salvaguardado !
Sancho Panza, al ver la gloria de Don Quijote reflejada en sus ojos, callose de nuevo y dejole con su desatino toda la noche y parte del otro día, todo esto con la esperanza de que su amo, algún día recuperase el cerebro y le proclamarse gobernador de alguna ínsula lejana y a sus hijos príncipes o no se sabe qué desta mesma cosa.
Agustín Zafra López.
Se trata, de uno de los muchos relatos manchegos que posole al famoso hidalgo llamado Don Quijote por tierras Belmonteñas.
Cuenta la historia que Don Quijote y su inseparable escudero Sancho Panza, decidieron emprender un nuevo viaje por tierras manchegas, dirigiéndose al CASTILLO DE BELMONTE. Y VISITAR EL PUEBLO QUE VIO NACER AL MAESTRO DE TEOLOGIA DE LA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA, FRAY LUIS DE LEON
Un genio que al mundo pone espanto
Y que éxtasis pudiera robaros
Este es Fray Luis de León el que digo
A quien amo, reverencio y sigo.
Cervantes.
Así pues, estuvieron muchas jornada caminando a plena luz del día y ya cuando habían terminado todas sus provisiones, y sus estómagos vacíos iban aguantando el peso de los rayos del astro rey Febo, que incidía en sus yelmos y espaldares, decidieron fatigados descansar por el camino.
Sancho Panza sediento, metió sus manos en las alforjas para extraer la bota y beber un poco de vino, pero al sacarla se dio cuenta de que estaba vacía y en las alforjas no quedaba ni un mendrugo de pan aunque fuera duro para llevárselo a la boca.
Sus cabalgadura estaban exhaustas, tanto el caballo Rocinante, como Rucio que así, se llamaba la cabalgadura donde de Sancho Panza, apoyaba su trasero para ir cabalgo, estos tenían ganas de que su mercedes descabalgaran y los dejaran sueltos para buscar alguna brizna de hierba que comer.
Al orto reanudaron su viaje, en esto, a no mucho tiempo divisaron a unos arrieros que con sus jumentos se dirigían al molino, el escudero violos y sin ni siquiera pensárselo mucho díjoselo a su amo:
Mirad vuestra merced, allá a los lejos vienen dos arrieros que se dirigen a ese molino con sus costales llenos de grano para moler, quizás nos den algo para comer y solventar nuestra fatiga. Don Quijote, como si del mesmo diablo se tratase, púsose las manos en su tan estimada bacía y díjole a Sancho:
- Amigo, allá donde tú dices, no veo más que dos nobles hidalgos andando a los lejos hacia su pequeña, noble y acogedora casa. Sancho al ver que su amo empezábasele a secar la sesera, como en otras ocasiones callosé, Así, como si de dos nobles se tratase, Don Quijote dirigiose a ellos como merecía la ocasión.
- Queridos hidalgos, nobles de Castilla y si aún más cabe, grandes entre los grandes estamos sedientos y cansados. Seriáis tan amables vuestras eminencias de ofrecernos bebida y cobijo en vuestra humilde y no menos fermosa posada.
Los arrieros, al ver la poca cordura destos, se mofaron dellos y dijéronles:
¿ Cómo os atrevéis a dirigiros a nuestras eminencias, villanos manchegos, así con tanta descortesía y con estos atuendos?
Don Quijote, al ver la partida destos, ya satisfecho y cubierto de honra al verse victorioso de tan singular batalla díjole a su escudero:
¡ Salve Sancho, el honor de la caballería ha sido salvaguardado !
Sancho Panza, al ver la gloria de Don Quijote reflejada en sus ojos, callose de nuevo y dejole con su desatino toda la noche y parte del otro día, todo esto con la esperanza de que su amo, algún día recuperase el cerebro y le proclamarse gobernador de alguna ínsula lejana y a sus hijos príncipes o no se sabe qué desta mesma cosa.
Agustín Zafra López.