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BELMONTE: Hola...

Hola

Pensándolo bien, no es tan malo el control de la natalidad, incluso la Ley del Aborto.

Cuando emigré caí en un país donde el aborto es un delito penal, pero el uso de anticonceptivos es lícito. Hace años, los Estados Unidos cortaron el suministro de leche en polvo, mantequilla y queso; a cambio empezaron a regalar condones. Desde la juventud tuve grandes ideales y acepté con entusiasmo la consigna “Haz el amor y no la guerra”.

Cuando llegué a Madrid en el 73, con el ánimo de practicar mi deporte favorito, entré en una farmacia y pedí una caja de preservativos. El farmacéutico, un señor bajito, gordo y medio calvo me miró con ojos de furia, se le pararon los cuatro pelillos de la calva y se puso a gritarme improperios como “pervertido”, “sinvergüenza” y otras delicadezas. Tuve que salir corriendo.

Aproximadamente, por esa época debió ser concebido nuestro amigo Desconocido. Si en esa época hubieran existido las leyes actuales, habría quedado pegado en el fondo de un condón, en el mejor de los casos. O tal vez habría sido extraído como carne molida que se cremaría horas después.

De haber pasado esto, se habrían obtenido algunos beneficios, entre ellos:

1- Un humilde y noble labrador no habría desperdiciado su vida criando y cometiendo locuras como sacrificarse para que su hijo estudiara. Habría disfrutado la vida sin obligaciones.

2- El hipotético cariño de un hijo se lo habría proporcionado una mascota a menor costo.

3- El Estado habría ahorrado recursos al haber menos pseudos estudiantes, perdiendo el tiempo en la universidad (el 70% de ellos no terminan la carrera). Gran parte de los que se gradúan no llegan a realizarse y terminan como taxistas. Son ciudadanos que les salen muy caros al Gobierno y a sus padres.

4- El resto de la humanidad tendría descanso y ahorro, al no perder el tiempo defendiéndose de ellos.

Por todo eso… Habría que pensar en las bondades del aborto.

Por otro lado, por mis aulas pasan todos los cuatrimestres 120 estudiantes. Una gran cantidad de ellos tienen problemas de aprendizaje porque no se concentran en el estudio, llegan a racanear y perder el tiempo. Estar en la universidad es un lujo que se dan los que pueden pagar. Allí, por supuesto, hay gente pudiente y no pudiente. Los no pudientes sufren ataques de envidia de los compañeros de familias pudientes. Acaban frustrados y tarados; lo que es peor, más de una vez llegan a avergonzarse del origen humilde de sus padres

Los padres somos unos idiotas porque queremos darles a nuestros hijos lo que nosotros no tuvimos. Trabajamos como burros y nos privamos de placeres por ellos. Cuando nos damos cuenta, hemos formado un fósil universitario, bueno para nada, cuando ya es demasiado tarde.

Nuestro amigo, no tiene ningún título universitario porque perdió el tiempo en vanalidades, en vez de dedicarlo al estudio. De ser Licenciado, o Doctor en algo, estaría participando en foros universitarios, de los muchos que hay; o estaría publicando artículos en páginas tales como “Gestiópolis” o “El Rincón del Vago” y no perdiendo el tiempo incordiando a gente humilde que trata de socializar. Estoy seguro que no encontraremos publicada su tesis en ninguna universidad.

Saludos
Vicente
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
El labrador llevaba la besana a cartabon.