Hola amigos (los dos, Agustín y MR)
Primero... Agustín. Me imagino tu situación. Como yo he sido siempre bastante precoz, a los 34 años compré, con préstamo bancario hipotecario y prendario, la casa donde vivo en el centro de la ciudad. Con la pasada de las máquinas y el estrés de pagar alquiler durante tres meses y el abono al banco, se me irritaron los genitales.
Acudí a un médico, vecino, cliente y amigo un poco mayor que yo. Lo primero que hizo fué zamparme el dedo; solté un coño y le dije cabrón. Soltó la risotada y al final quedamos los dos riéndonos, a pesar de la desgracia seguimos siendo amigos. Sólo me queda el consuelo de que mi violador llegó con los años a ser ministro. Ese es un honor que no lo tiene cualquiera.
Ahora RM: ¡Qué casualidad! Mi madre reaquilaba dos habitaciones en un interior de Gaztambide 24. Luego se pasó a un piso del barrio de Urgel. Mi despertar platónico fué en las sillas del Paseo de Rosales y las prácticas las inicié en el Canalillo de Cuatro Caminos.
También es casualidad, a los 20 años trabajaba en Boetticher y Navarro, Villaverde Bajo. A las 6 de la tarde entraba a la Escuela de Maestria Industrial, en Embajadores, y llegaba a mi casa a las 10 - 11 de la noche. Es posible que los aires de Villaverde me produjeran algún virus que me mantuvo latente la verruga durante muchos años.
Saludos
Vicente
Primero... Agustín. Me imagino tu situación. Como yo he sido siempre bastante precoz, a los 34 años compré, con préstamo bancario hipotecario y prendario, la casa donde vivo en el centro de la ciudad. Con la pasada de las máquinas y el estrés de pagar alquiler durante tres meses y el abono al banco, se me irritaron los genitales.
Acudí a un médico, vecino, cliente y amigo un poco mayor que yo. Lo primero que hizo fué zamparme el dedo; solté un coño y le dije cabrón. Soltó la risotada y al final quedamos los dos riéndonos, a pesar de la desgracia seguimos siendo amigos. Sólo me queda el consuelo de que mi violador llegó con los años a ser ministro. Ese es un honor que no lo tiene cualquiera.
Ahora RM: ¡Qué casualidad! Mi madre reaquilaba dos habitaciones en un interior de Gaztambide 24. Luego se pasó a un piso del barrio de Urgel. Mi despertar platónico fué en las sillas del Paseo de Rosales y las prácticas las inicié en el Canalillo de Cuatro Caminos.
También es casualidad, a los 20 años trabajaba en Boetticher y Navarro, Villaverde Bajo. A las 6 de la tarde entraba a la Escuela de Maestria Industrial, en Embajadores, y llegaba a mi casa a las 10 - 11 de la noche. Es posible que los aires de Villaverde me produjeran algún virus que me mantuvo latente la verruga durante muchos años.
Saludos
Vicente