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Hola Poeta,
Aunque hace muchísimos años de esto, me acuerdo de la cárcel, la puerta era la misma del Juzgado y al lado estaba el cine. Uno de mis hermanos entró a quintas y con los compañeros agarraron una chispa de los mil diablos; iban cantando por las calles del pueblo y se les ocurrió irse a la Plaza del Pilar a cortar un árbol y... lógicamente, al alguacil se le ocurrió meterlos a la cárcel. Yo (tendría si acaso cuatro años) fuí con una de mis hermanas a llevarle comida, las celdas estaban abiertas y los mozos estaban jugando al tute.
Me acuerdo de doña Josefa y conservo una foto en la que estamos mi hermana y yo, a nuestras espaldas hay uno de los mapas que hablas. También me acuerdo del retrete y del papel que se usaba, pero esa era la época de la ilustración en Belmonte, en aquella época se leía con los ojos y con el ojete.
No conocí las cocinas de paja, si los fogones alimentados con carrasca, raíces, sarmientos y paja. El brasero con la malla era muy práctico para calentar la cama. Otro remedio muy utilizado era la botella de agua caliente, cosa que aún uso cuando en diciembre la temperatura desciende a quince grados sobre cero. Es un frio terrible.
No dudo que la tía Clotilde lo ponía por la mañana, por la tarde y también por la noche.
Un abrazo
Vicente
Aunque hace muchísimos años de esto, me acuerdo de la cárcel, la puerta era la misma del Juzgado y al lado estaba el cine. Uno de mis hermanos entró a quintas y con los compañeros agarraron una chispa de los mil diablos; iban cantando por las calles del pueblo y se les ocurrió irse a la Plaza del Pilar a cortar un árbol y... lógicamente, al alguacil se le ocurrió meterlos a la cárcel. Yo (tendría si acaso cuatro años) fuí con una de mis hermanas a llevarle comida, las celdas estaban abiertas y los mozos estaban jugando al tute.
Me acuerdo de doña Josefa y conservo una foto en la que estamos mi hermana y yo, a nuestras espaldas hay uno de los mapas que hablas. También me acuerdo del retrete y del papel que se usaba, pero esa era la época de la ilustración en Belmonte, en aquella época se leía con los ojos y con el ojete.
No conocí las cocinas de paja, si los fogones alimentados con carrasca, raíces, sarmientos y paja. El brasero con la malla era muy práctico para calentar la cama. Otro remedio muy utilizado era la botella de agua caliente, cosa que aún uso cuando en diciembre la temperatura desciende a quince grados sobre cero. Es un frio terrible.
No dudo que la tía Clotilde lo ponía por la mañana, por la tarde y también por la noche.
Un abrazo
Vicente
