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BELMONTE: Todavia me acuerdo del PATO QUE PINTO TINETE EL LA...

Hola Agustín,

Las coincidencias continúan. Ya sabes que soy precoz. Tengo delante de mí la cartilla militar donde dice que ingresé el 1 de Noviembre de 1961 (con 16 años) al Regimiento de Infantería Inmemorial No 1, donde permanecí hasta fin de Junio de 1963.

Utilizando el argot cuartelero, cuando yo era veterano tú eras recluta, por lo tanto yo soy tu padre, aunque sea más joven que tú.

Chinín y Conchita son hijos de mi tía Concha y, por consiguiente, mis primos. Mi memoria no tiene otro hijo de mi tía y de Losa. La última vez que ví a Chinín, fue en el 62 en Tetuán de las Victorias, cerca de la casa de mi tío Ramón. En esa época trabajaba en una oficina. El único recuerdo que tengo de mi tía es en la puerta de su casa, al final de una cuesta, al lado de su marido. Me dio un beso y se me quedaron grabadas las sonrisas de ella y de Losa.

Mi hermano Antonio se casó con Juana la de Pajilla. La cosa tiene gracia, mi madre le pidió que no se casara y siguiera en la fragua hasta que Pichi saliera de la mili. Como tenía las hormonas alborotadas le dijo a mi madre que no estaba dispuesto a mantener hermanos. Mi madre le soltó un guantazo y él agachó la cabeza. Se marchó a trabajar a Bilbao y el destino lo castigo obligándolo a criar dos cuñados, Vicente (no soy yo) y la Chencha. El muchacho fuertote que tu conociste, lo ví por última vez en el 59 y estaba bastante flaco; es razonable, estaba sujeto a dos regímenes, uno dietético y otro político, eso no hay cuerpo humano que lo aguante.

De Tinete no me acuerdo. José María, Adolfo, Nievecillas, Nieves, Paulino y Margarita me trataban como de la familia, el corral de mi casa y el de ellos estaba separado por una tapia de baja altura. Salí de Belmonte con 6 años de edad y tal vez fui allí dos veces. Después de estar siete años aquí volví y, lógicamente, me dirigí al bar de Paulino. Nada más entrar Adolfo gritó: ¡Mira quien está aquí!. Me pasó a la cocina donde Margarita me abrazó y charlamos largo rato. Adolfo, muy orondo, les contó a sus parroquianos que cuando yo era un crío me pasaba el día berreando y que él me daba galletas para taparme la boca.

Bueno Agustín, gracias por esta ración de recuerdos.

Un abrazo
Vicente

Todavia me acuerdo del PATO QUE PINTO TINETE EL LA PARED DEL GRUPO ESCOLAR, CUANDO SALIO DE QUINTAS