Otra virtud de Fray Luis de León es que no fue gravoso para su orden, pues se gano el sustento con su cátedra la cual gano por oposición, entonces el catedrático tenía prohibido leer el libro cuando estaba impartiendo la clase lo cual obligaba al catedrático llevar la lección que iba a dar memorizada. A esto tenía que dedicarle tiempo. Pues el que le sobraba lo dedicaba a nutrirse él espiritualmente y a su aseo personal, porque como nos dice su contemporáneo Francisco Pacheco (el que escribió la semblanza de los hombres cultos de su tiempo y también haría la de nuestro Fray Luis de León) era extremadamente limpio.