LA MERIENDA DEL LABRADOR
"""
Del libro: Hoy los viejos estorbamos... y otros poemas.
De: Angel Rueda Martinez
...
Dedicado a la memoria de Dña. Consuelo Sánchez Domene, mi Madrina, que tantas historias me contó en mi niñez y juventud.
...
Con sus mulos, sus aperos,
LA MERIENDA DEL LABRADOR
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Del libro: Hoy los viejos estorbamos... y otros poemas.
De: Angel Rueda Martinez
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Dedicado a la memoria de Dña. Consuelo Sánchez Domene, mi Madrina, que tantas historias me contó en mi niñez y juventud.
...
Con sus mulos, sus aperos,
dispuesto "pa" la labranza,
llegó al tajo sin tardanza
como los buenos muleros.
Dio a los mulos, suelta rienda
y empezó ara que ara,
hasta que el tiempo llegara
de empezar con la merienda.
Sorpresa fue cuando vio
que en tanto estaba labrando,
una zorra fue almorzando
lo que a él su mujer le echó.
Pero la pudo coger,
ya que estaba en la parata
y sin tiempo que perder,
cogió y le partió una pata.
Y la abandonó a su suerte
con una pata "partía"
porque así mas sufriría,
no quiso darle la muerte.
Contó lo que había pasado
a su esposa al ir a casa
y ella -dijo- ¡ten cuidado,
que hay que ver lo que te pasa ¡.
Al siguiente día tomó
algunas mas precauciones
pues le sobraban razones
y la merienda colgó,
en lo alto de una higuera
pero un cuervo que la vio,
el mismo se merendó
lo que su mujer le hiciera,
No obstante, pudo pillarlo
y sin piedad lo esplumó
hay que ver como quedó,
daba pena de mirarlo.
Contó lo que había pasado
a su esposa al ir a casa
y ella -dijo- ¡Ten cuidado,
que hay que ver lo que te pasa ¡.
Tomó tantas precauciones
al día siguiente al llegar,
que la fiambrera a enterrar
llegó con cuatro mantones.
Al destapar, daba grima
un tábano grande y viejo
daba vueltas por encima
de la "fritá" de conejo.
Lo cogió tan cabreado
que una raspa le metió
por el culo, y este dio
un vuelo precipitado.
Contó lo que había pasado
a su esposa al ir a casa
y esta -dijo-, ¡más, no pasa,
mañana estaré al cuidado ¡.
Y empeñada la mujer,
de la merienda guardar,
le quiso a él acompañar
y la misma proteger.
Y como mientras araba,
ella al lado de la cesta
estuvo siempre sentada
ningún bicho llegó a esta.
Los animales enfrente
a ella la consideraban,
otro bicho y esperaban
¿Que le tocaría en su suerte?.
Y debajo de la higuera
los dos en clara armonía
merendaron, pues no había
nada que se lo impidiera.
La merienda fue acabada
en amor y compañía,
el con cara emocionada
y ella la falda subía.
Para que voy a contarles
lo que a la sombra pasó
y enfrente los animales
esperando la sanción.
La zorra -dijo- la pata,
creo que se la va a partir,
el cuervo llego a decir...
la pela... mas... ¡No la mata ¡.
Miró el tábano de reojo
y dijo en un tono bajo,
Si a mi no me engaña el ojo,
le está metiendo un raspajo""""
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Del libro: Hoy los viejos estorbamos... y otros poemas.
De: Angel Rueda Martinez
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Dedicado a la memoria de Dña. Consuelo Sánchez Domene, mi Madrina, que tantas historias me contó en mi niñez y juventud.
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Con sus mulos, sus aperos,
LA MERIENDA DEL LABRADOR
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Del libro: Hoy los viejos estorbamos... y otros poemas.
De: Angel Rueda Martinez
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Dedicado a la memoria de Dña. Consuelo Sánchez Domene, mi Madrina, que tantas historias me contó en mi niñez y juventud.
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Con sus mulos, sus aperos,
dispuesto "pa" la labranza,
llegó al tajo sin tardanza
como los buenos muleros.
Dio a los mulos, suelta rienda
y empezó ara que ara,
hasta que el tiempo llegara
de empezar con la merienda.
Sorpresa fue cuando vio
que en tanto estaba labrando,
una zorra fue almorzando
lo que a él su mujer le echó.
Pero la pudo coger,
ya que estaba en la parata
y sin tiempo que perder,
cogió y le partió una pata.
Y la abandonó a su suerte
con una pata "partía"
porque así mas sufriría,
no quiso darle la muerte.
Contó lo que había pasado
a su esposa al ir a casa
y ella -dijo- ¡ten cuidado,
que hay que ver lo que te pasa ¡.
Al siguiente día tomó
algunas mas precauciones
pues le sobraban razones
y la merienda colgó,
en lo alto de una higuera
pero un cuervo que la vio,
el mismo se merendó
lo que su mujer le hiciera,
No obstante, pudo pillarlo
y sin piedad lo esplumó
hay que ver como quedó,
daba pena de mirarlo.
Contó lo que había pasado
a su esposa al ir a casa
y ella -dijo- ¡Ten cuidado,
que hay que ver lo que te pasa ¡.
Tomó tantas precauciones
al día siguiente al llegar,
que la fiambrera a enterrar
llegó con cuatro mantones.
Al destapar, daba grima
un tábano grande y viejo
daba vueltas por encima
de la "fritá" de conejo.
Lo cogió tan cabreado
que una raspa le metió
por el culo, y este dio
un vuelo precipitado.
Contó lo que había pasado
a su esposa al ir a casa
y esta -dijo-, ¡más, no pasa,
mañana estaré al cuidado ¡.
Y empeñada la mujer,
de la merienda guardar,
le quiso a él acompañar
y la misma proteger.
Y como mientras araba,
ella al lado de la cesta
estuvo siempre sentada
ningún bicho llegó a esta.
Los animales enfrente
a ella la consideraban,
otro bicho y esperaban
¿Que le tocaría en su suerte?.
Y debajo de la higuera
los dos en clara armonía
merendaron, pues no había
nada que se lo impidiera.
La merienda fue acabada
en amor y compañía,
el con cara emocionada
y ella la falda subía.
Para que voy a contarles
lo que a la sombra pasó
y enfrente los animales
esperando la sanción.
La zorra -dijo- la pata,
creo que se la va a partir,
el cuervo llego a decir...
la pela... mas... ¡No la mata ¡.
Miró el tábano de reojo
y dijo en un tono bajo,
Si a mi no me engaña el ojo,
le está metiendo un raspajo""""