El Acial
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*
y
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El bozal
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Hoy visitando el museo de Agricultura me ha llamado la atención el ACIAL pieza que estaba colgada en el interior de una vitrina, pues hubo un tiempo este instrumento era de uso corriente y vérselo al esquilador o pelador de mular, borricos y caballos que lo llevaba colgado a la cintura.
El Acial servia para cuando el esquilador iba a pelar las caballerías si alguna ponia resistencia a esta le ponía el Acial en el morro del hocico, y esta se calmaba.
El Acial eran dos palillo de madera unidos por dos eslabones de hierro, y en la parte contraria llevaba un cordel el cual servia para juntar los palillo y apretar el Acial según conveniese para calmar al animal rebelde.
El bozal era para ponérselo a la mula o caballo para que no comiese mientras araban o trillaban, pues este también se utiliza para que los perros no muerdan.
Hoy vemos en los metros de las grandes capitales al guardia de seguridad con su perro y este lleva puesto el bozal como medida de seguridad y que no muerda a ningún ciudadano.
13-10-23
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El bozal
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Hoy visitando el museo de Agricultura me ha llamado la atención el ACIAL pieza que estaba colgada en el interior de una vitrina, pues hubo un tiempo este instrumento era de uso corriente y vérselo al esquilador o pelador de mular, borricos y caballos que lo llevaba colgado a la cintura.
El Acial servia para cuando el esquilador iba a pelar las caballerías si alguna ponia resistencia a esta le ponía el Acial en el morro del hocico, y esta se calmaba.
El Acial eran dos palillo de madera unidos por dos eslabones de hierro, y en la parte contraria llevaba un cordel el cual servia para juntar los palillo y apretar el Acial según conveniese para calmar al animal rebelde.
El bozal era para ponérselo a la mula o caballo para que no comiese mientras araban o trillaban, pues este también se utiliza para que los perros no muerdan.
Hoy vemos en los metros de las grandes capitales al guardia de seguridad con su perro y este lleva puesto el bozal como medida de seguridad y que no muerda a ningún ciudadano.
13-10-23
Buenas tardes mi amigo espiritual Agustin.
La verdad es que no termino de encontrarme bien. Si estoy tres o cuatro días tomando Gelocatil o Ibuprofeno, me alivia algo, pero no se quita del todo.
La verdad Agustín, es que creo que también se suma, que estoy un poco depre. Llevamos nueve meses bastante duros, y además, a mi el otoño siempre me ha deprimido un poco. No sé si es la falta de luz, y de sol.
Pero te agradezco de todo corazón que te acuerdes de mis molestias y me preguntes.
Pero después de leer tus tareas diarias, no sé cómo aún te queda tiempo para escribir, y recordar todas esas vivencias. Aparte de visitar casi con toda seguridad a alguno de tus hijos.
Yo, de esas tareas, me libro de afeitarme, de hacer la cama, de poner la lavadora, de tender la ropa y de hacer la comida.
Nosotros nos levantamos, desayunamos, barro todo el piso, paso la mopa y friego los baños. Saco el lavavajillas, y el día que corresponde hago la compra. La compra la llevo haciendo desde que nos casamos.
Las palabras del director de taller son muy interesantes y acertadas.
Yo creo Agustin, que la vida, a la inmensa mayoría de las personas, nos supone ciertos sacrificios, a unos más grandes y a otros más leves. Creo que una vida sin sacrificios, estaría un poco vacía. Estos sacrificios, mezclados con las alegrías que nos suponen las buenas cosas que vivimos, son esa mezcla que hará más o menos llevable nuestra existencia más o menos breve en esta Dimensión.
Luego, cada uno, y dependiendo de las circunstancias que se van presentando, llevamos esa vida más de sacrificios, o más de alegrías. Estoy seguro, que tus hijos han aprendido muy bien de Ti, todas las lecciones que nos tiene preparada la vida, y que deben de ser muy parecidos a Ti sobre todo en las cosas buenas que les has inculcado, y que ellos como buenos alumnos han aprendido con prontitud.
Y también estoy convencido, que desde que te quedaste sólo, todos y cada uno de ellos han estado más pendientes de ti para que no te encuentres sólo en los momentos más difíciles que te ha tocado vivir.
Muy interesante tu vivencia con la señora limpiadora del parking. Y sobresaliente por tu detalle de regalarle ese libro de poesías, de las que seguro aprendió bastantes cosas, y también muy bueno el detalle de regalarte esa bonita Oración escrita seguro por su padre, y recitada todos los días. Me imagino la ilusión que le pudo hacer a la señora, cuando le recitaste la Oración hecha por su padre. Son detalles que jamás se pueden olvidar.
Como te dije, y con tu autorización, voy copiando todos tus poemas, y si Dios quiere y nos sigue autorizando vivir aquí, terminaré teniendo la mayoría del libro.
No sé si seré capaz de aprender la Oración del padre de esta señora, pues no tengo la cabeza en estos momentos para estudiar y recordar aunque sea corta.
Por supuesto, que igualmente sigo copiando todos los refranes.
Del maestro tiempo, has hecho una descripción muy acertada de cómo fue creciendo y desarrollándose todo el proceso para llegar a la escritura.
Recuerdo muy bien aquellos tiempos en los que se iba a espigar. Pero lo que no recuerdo es que hubiese que ir en grupo. Otra cosa es que quedaran tres o cuatro, vecinos o amigos en ir juntos. Como se iba a la rebusca de aceitunas, de uvas o de ajos. Yo no recuerdo haber ido a ninguna de estas rebuscas.
Pero en este caso, si os acompañaba el Guarda Rural, seguro que por su actividad en la División Azul, tendría muchas cosas con las que regalaros los oídos.
Sobre el Acial, yo también vi algunas veces al esquilador utilizar ese método y ese artilugio, pero no sabía que se llamase de esa forma. Nunca había oído ese nombre.
En cuanto al bozal, eso ya es más común, yo también se lo puse al burro o a la mula algunas veces. Al perro, por lo menos en Mota, nadie ponía bozal, o por lo menos no lo recuerdo. Ahora sí, sobre todo por las calles, que ves perros de todos los tipos, algunos un poco más peligrosos.
Tengo un sobrino que es adiestrador y criador de perros. Tiene alrededor de 100, de muchas razas, unos muy tranquilos y otros muy peligrosos.
Bueno Agustin, ya me llaman de cocina, ha llegado la hora de la cena. No sé si entraré esta noche, o ya lo dejo para otro momento según estén los ánimos.
Que tengáis un buen descanso y hasta mañana si Dios quiere.
Paco.
La verdad es que no termino de encontrarme bien. Si estoy tres o cuatro días tomando Gelocatil o Ibuprofeno, me alivia algo, pero no se quita del todo.
La verdad Agustín, es que creo que también se suma, que estoy un poco depre. Llevamos nueve meses bastante duros, y además, a mi el otoño siempre me ha deprimido un poco. No sé si es la falta de luz, y de sol.
Pero te agradezco de todo corazón que te acuerdes de mis molestias y me preguntes.
Pero después de leer tus tareas diarias, no sé cómo aún te queda tiempo para escribir, y recordar todas esas vivencias. Aparte de visitar casi con toda seguridad a alguno de tus hijos.
Yo, de esas tareas, me libro de afeitarme, de hacer la cama, de poner la lavadora, de tender la ropa y de hacer la comida.
Nosotros nos levantamos, desayunamos, barro todo el piso, paso la mopa y friego los baños. Saco el lavavajillas, y el día que corresponde hago la compra. La compra la llevo haciendo desde que nos casamos.
Las palabras del director de taller son muy interesantes y acertadas.
Yo creo Agustin, que la vida, a la inmensa mayoría de las personas, nos supone ciertos sacrificios, a unos más grandes y a otros más leves. Creo que una vida sin sacrificios, estaría un poco vacía. Estos sacrificios, mezclados con las alegrías que nos suponen las buenas cosas que vivimos, son esa mezcla que hará más o menos llevable nuestra existencia más o menos breve en esta Dimensión.
Luego, cada uno, y dependiendo de las circunstancias que se van presentando, llevamos esa vida más de sacrificios, o más de alegrías. Estoy seguro, que tus hijos han aprendido muy bien de Ti, todas las lecciones que nos tiene preparada la vida, y que deben de ser muy parecidos a Ti sobre todo en las cosas buenas que les has inculcado, y que ellos como buenos alumnos han aprendido con prontitud.
Y también estoy convencido, que desde que te quedaste sólo, todos y cada uno de ellos han estado más pendientes de ti para que no te encuentres sólo en los momentos más difíciles que te ha tocado vivir.
Muy interesante tu vivencia con la señora limpiadora del parking. Y sobresaliente por tu detalle de regalarle ese libro de poesías, de las que seguro aprendió bastantes cosas, y también muy bueno el detalle de regalarte esa bonita Oración escrita seguro por su padre, y recitada todos los días. Me imagino la ilusión que le pudo hacer a la señora, cuando le recitaste la Oración hecha por su padre. Son detalles que jamás se pueden olvidar.
Como te dije, y con tu autorización, voy copiando todos tus poemas, y si Dios quiere y nos sigue autorizando vivir aquí, terminaré teniendo la mayoría del libro.
No sé si seré capaz de aprender la Oración del padre de esta señora, pues no tengo la cabeza en estos momentos para estudiar y recordar aunque sea corta.
Por supuesto, que igualmente sigo copiando todos los refranes.
Del maestro tiempo, has hecho una descripción muy acertada de cómo fue creciendo y desarrollándose todo el proceso para llegar a la escritura.
Recuerdo muy bien aquellos tiempos en los que se iba a espigar. Pero lo que no recuerdo es que hubiese que ir en grupo. Otra cosa es que quedaran tres o cuatro, vecinos o amigos en ir juntos. Como se iba a la rebusca de aceitunas, de uvas o de ajos. Yo no recuerdo haber ido a ninguna de estas rebuscas.
Pero en este caso, si os acompañaba el Guarda Rural, seguro que por su actividad en la División Azul, tendría muchas cosas con las que regalaros los oídos.
Sobre el Acial, yo también vi algunas veces al esquilador utilizar ese método y ese artilugio, pero no sabía que se llamase de esa forma. Nunca había oído ese nombre.
En cuanto al bozal, eso ya es más común, yo también se lo puse al burro o a la mula algunas veces. Al perro, por lo menos en Mota, nadie ponía bozal, o por lo menos no lo recuerdo. Ahora sí, sobre todo por las calles, que ves perros de todos los tipos, algunos un poco más peligrosos.
Tengo un sobrino que es adiestrador y criador de perros. Tiene alrededor de 100, de muchas razas, unos muy tranquilos y otros muy peligrosos.
Bueno Agustin, ya me llaman de cocina, ha llegado la hora de la cena. No sé si entraré esta noche, o ya lo dejo para otro momento según estén los ánimos.
Que tengáis un buen descanso y hasta mañana si Dios quiere.
Paco.