BELMONTE: Reflexión...

Reflexión

La deferencia

Érase un hombre sencillo que en aquel tiempo fue a casa del cura párroco a inscribir a su hija en el libro de las amonestaciones como era costumbre en aquel tiempo por la iglesia católica que los que iban a casarse eran anunciados en la misa los tres domingo antes de la boda cumpliendo con el ritual de que si alguna persona supiera algún impedimento por el cual no pudiera celebrarse el sacramento del matrimonio lo dijera o lo callará para siempre.

Pues aquel sencillo hombre como digo fue a inscribir a su hija cuando llego del trabajo se lavó y se afeito se cambió de ropa y se dirigió a la casa del cura, y dio la casualidad que tuvo que esperar en la salita hasta que el cura salió de una reunión que tenía con lo más granado del pueblo que estaban celebrando algo y en la mesa había de toda clase de comida y de bebida y este hombre se dio cuenta cuando salió el cura y efectivamente el cura tomó nota de lo que el hombre le dijo al sr. cura.

Pero el cura no cayó en la cuenta de lo que debiera haber hecho que era decirle al hombre, mira fulano ya que has llegado a tiempo te voy a sacar un plato de algunas cosas y también algo de bebida y hubiese quedado el cura como un señor.

Pero no fue así, que el curar cuando le tomo los datos los despidió fríamente, pues al día siguiente tuvimos que ir a cierta casa de campo hacer unos remiendo, y no veas como se despacho el maestro albañil que por cierto tenía capacidad de verbo pues relató los hechos con pelos y señales y todavía me acuerdo de aquel episodio y he querido dejarlo escrito.

Y es que para bien o para mal lo que hacemos con una persona sencilla eso queda escrito para toda la vida como es el caso.

26-08-24