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BELMONTE: Reflexión...

Reflexión

“Desde el fondo del corazón presento mis súplicas a vos Señor dame nueva luz a mi ojos, para descubrir vuestra fuerza en mi debilidad”. (de la oración del ferroviario)

Dicen las Sagradas Escrituras que al que se humilla Dios lo ensalza, pero también nos dice que niños ante Dios, pero muy hombre ante los hombres, leyendo a los clásicos recogemos muchas máxima que ellos dejaron en sus escritos, y luego cuando escribimos de cualquier tema referente a ellos nos salen sus escritos, y es que ellos abrieron nuestras ventanas de la ignorancia para que pasara el olor de sus flores.

Es muy cierto que una persona que reconoce ante Dios su debilidad con sólo contemplarlo en la Cruz sacamos la fuerza necesaria para enfrentarnos a cualquier problema que nos presente la vida y que podamos resolver con nuestra inteligencia natural.

Fijémonos bien en el crucificado que la sangre le baja la de la corona por su cara y aunque le tape sus ojos él no puede limpiarse con sus manos porque las tiene clavadas, la sangre corre por su cuerpo y no se queja, sabiendo que es inocente no da voces sabe sufrir y aquí me viene el recuerdo que ya he comentado otras veces de aquel viaje que hice de Belmonte a Barcelona pasando por Madrid y fui a sacar el billete de tercera para ahorrarme un dinero, y me dijo la taquillera que para Barcelona no había nada más que en el tren talgo y este billetes de primera.

Y no tuve más remedio que sacar el billete del talgo, y una vez acomodado en mi asiento llegó una señora con su maleta y me dijo que si no me importaba que le pusiera su maleta en la bandeja que llevaba el talgo en la cabeza de sus asiento, y yo cogí la maleta de la señora y la puse arriba, y lo primero que me dijo” que suerte tienen los ricos que siempre viajan en talgo y en primera” pues siguió hablándome hasta llegar a Zaragoza que es donde se apeó la señora, un servidor entonces tenía veinticinco años, y me acuerdo que en un principio creí que era testigo de Jehová, pero no que era católica y me dijo que venía a Zaragoza a traerle flores a su hija que había muerto de Celos a ella, pero tenía una gran soltura al hablar y era muy elocuente y me dijo que era poetisa, pues yo venía todo callado y escuchándola, pero me dijo una frase que no he olvidado y me dijo “ en el sufrimiento te templan los corazones y se despiertan la inteligencia”, al bajarse la señora el viajero que venía detrás de nosotros me dijo “ Joven usted, ha podido aprender mucho en este viaje con la señora.

13-09-24