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BELMONTE: Serenidad ante la muerte...

Serenidad ante la muerte

Creo que algo de este tema ya lo he tratado en algunos escritos míos anterior mente, pero no obstante en este escrito voy a tratarlo y voy a dar inicio con una frase que no es mía si no que en alguna tertulia la escuche y decía el orador que era una persona mayor: lo jóvenes se pueden morir, pero los viejos nos tenemos que morir.

Esta frase es muy adecuada si quiero aplicármela a mi y es que ya he recorrido un buen trecho del camino y estoy llegando a la meta por eso he querido titular este escrito mío con el título que hay en el encabezado y es ni más ni menos que: Serenidad ante la muerte.

Y quiero traer una vivencia que yo observaba cuando era un chaval de diez años aproximadamente que es cuando murió mi abuela Petra, pues mes y medio antes moría mi abuelo Nicolás porque fue a trabajar y estando subido en un carro volquete se callo de espaldas y como tenia dos hernias se le estrangularon y todo el día estuvo en el tajo arropado con una manta, hasta que volvieron por la tarde su hermano Pablo y mi abuelo Nicolás y cuando llamaron al médico don Amalio ya no pudo hacer nada por el pues lo único que hicieron es ponerle unas inyecciones de morfina para calmarle el dolor hasta que murió a la mañana siguiente.

Pero mi abuela Petra estaba sentenciada a muerte, porque padecía de hidropesía y esto consistía en que se le hacía agua en la vientre, pero a la tercera vez que le sacaban el agua moría, pero yo que era un niño y la observaba y veía a mi abuela que aguardaba la muerte con esa serenidad del que sabe que se va a morir y aguada la muerte con paciencia y serenidad como si la cosa no fuera con ella, pues me acuerdo que era una mujer que estaba imposibilitada, porque tenia varices en las piernas y podía andar muy poco pero recuerdo de ella que era muy metódica en todo lo que hacía y seguía los toques de la campana que tocaban en el convento de los trinitarios y era muy devota del Padre Domingo el cual murió en Belmonte en honor de santidad el cual era muy venerado por aquellos tiempos en Belmonte de Cuenca.

Esta orden religiosa de los Trinitarios se fue de Belmonte y el convento fue ocupado por el ambulatorio de médicos de Belmonte solo la iglesia sigue realizando el oculto, y es propiedad del pueblo. Es curioso lo que pasa en Belmonte porque da que pensar un pueblo de tradiciones cristianas y han desaparecido dos conventos de monjas de clausura y este convento de monjes trinitarios, y es que la religiosidad a descendido en Belmonte tan dado a exportar su turismo y tiene que enseñar las obras que en su día acometiera un hijo del pueblo que llegaría a los más alto del reino de Castilla en tiempos del rey Enrique IV de Castilla y este fue don Juan Pacheco nacido en Belmonte hijo de doña María Pacheco y don Alfonso Girón los cuales están enterrados en la colegiata de San Bartolomé de Belmonte de Cuenca.