METÁFORA: el labrador trabajador
Había cierto labrador el cual de natural era hacendoso y muy constante en todo cuanto emprendía, pensando que por este camino llegaría a tener una muy buena cosecha que era con lo que el soñaba.
Pues no falto de ilusión dio comienzo a barbechar sus campos, los laboreo todo un año para matar la malas raíces que la tierra fuese criando y para esto fue preciso, alzarlo con la vertedera en el otoño, luego le hizo un lomillo en el mes de febrero el cual rajeo, luego al barbecho lo labraba en yunto, y en la primavera le hizo un alomado el cual rajeo dos o tres veces, hasta llegando el otoño le hizo otro rajeo esta vez con la vertedera, y lo dejo para que la tierra se adobara hasta que llegara la simienza.
Una vez llegada la simienza el labrador estaba muy contento, sabiendo que se había esmerado en hacer su barbecho y que este estaba a sazón para recoger el grano y germinarlo.
Cuando la simiente comenzó a germinar disfrutaba como un enamorado viendo el verdor de sus campos y hasta se recreaba en ello por lo bien sembrado que este estaba viendo como el talló de los granos no se entorpecían unos con otros ya que el había aprendido de sus mayores la técnica de sembrar a boleo.
Llegado la primavera iba y venia viendo crecer su sembrado y como este se cimbreaba con el aire en el tiempo de la grana. Que contento estaba el labrador y con cuanta ilusión el hacia sus comentarios a los conocidos y también a sus hermanos.
Pero fíjate la fatalidad del destino que chantajea al mas prevenido y se ríe del esfuerzo y del trabajo, era un atardecer del mes de mayo cuando los campos mas hermosos estaban se formo una nubecilla no mas grande que una lenteja, la cual fue creciendo poco a poco hasta que se formo una maldita nube negra cargada de unos rayos y una gran tormenta que conforme fue avanzando la noche ella inicio su maldad, empezando descargar sádicamente granizo, agua y un feroz aire huracanado que parecía que el cielo se descomponía.
Aquella triste noche el labrador se le fue el sueño y acudió a su ojos la tristeza y el insomnio, y de madrugada fue haber su campo, el que había visto el día anterior tan hermoso, ya nada quedaba de todo aquello, todo estaba destrozado y por el suelo nada de ello se podía aprovechar y todo el trabajo se había malogrado, la ilusión y el desvelo se había esfumado para convertirse en un negro DUELO.
Había cierto labrador el cual de natural era hacendoso y muy constante en todo cuanto emprendía, pensando que por este camino llegaría a tener una muy buena cosecha que era con lo que el soñaba.
Pues no falto de ilusión dio comienzo a barbechar sus campos, los laboreo todo un año para matar la malas raíces que la tierra fuese criando y para esto fue preciso, alzarlo con la vertedera en el otoño, luego le hizo un lomillo en el mes de febrero el cual rajeo, luego al barbecho lo labraba en yunto, y en la primavera le hizo un alomado el cual rajeo dos o tres veces, hasta llegando el otoño le hizo otro rajeo esta vez con la vertedera, y lo dejo para que la tierra se adobara hasta que llegara la simienza.
Una vez llegada la simienza el labrador estaba muy contento, sabiendo que se había esmerado en hacer su barbecho y que este estaba a sazón para recoger el grano y germinarlo.
Cuando la simiente comenzó a germinar disfrutaba como un enamorado viendo el verdor de sus campos y hasta se recreaba en ello por lo bien sembrado que este estaba viendo como el talló de los granos no se entorpecían unos con otros ya que el había aprendido de sus mayores la técnica de sembrar a boleo.
Llegado la primavera iba y venia viendo crecer su sembrado y como este se cimbreaba con el aire en el tiempo de la grana. Que contento estaba el labrador y con cuanta ilusión el hacia sus comentarios a los conocidos y también a sus hermanos.
Pero fíjate la fatalidad del destino que chantajea al mas prevenido y se ríe del esfuerzo y del trabajo, era un atardecer del mes de mayo cuando los campos mas hermosos estaban se formo una nubecilla no mas grande que una lenteja, la cual fue creciendo poco a poco hasta que se formo una maldita nube negra cargada de unos rayos y una gran tormenta que conforme fue avanzando la noche ella inicio su maldad, empezando descargar sádicamente granizo, agua y un feroz aire huracanado que parecía que el cielo se descomponía.
Aquella triste noche el labrador se le fue el sueño y acudió a su ojos la tristeza y el insomnio, y de madrugada fue haber su campo, el que había visto el día anterior tan hermoso, ya nada quedaba de todo aquello, todo estaba destrozado y por el suelo nada de ello se podía aprovechar y todo el trabajo se había malogrado, la ilusión y el desvelo se había esfumado para convertirse en un negro DUELO.