Reflexión
Por estas fechas siempre se han producido las grandes cacerías, y tengo que contar que los guardas de la Veguilla iban a la Villa de Belmonte los sábados por la noche a la plaza Mayor del pueblo a ver cuántos jóvenes querían ir a ojear a la Veguilla, donde iban entre muchos personajes de la época el Generalísimo don Francisco Franco Baamondes y muchos jóvenes se apuntaba entre ellos estaba un servidor y por la mañana habíamos quedado en un sitio a la salida del pueblo para ir todos juntos.
Y con el guarda de la Veguilla habíamos quedado en juntarnos en la casa del tío Primitivo que estaba medio hundida y allí no vivía nadie, pues allí dejamos la bicicletas en la parte que no estaba hundida y seguimos al guarda de la Veguilla para dar comienzo al ojeo eran las siete de la mañana, pues ya estaban los señores en sus puestos de tiro. Y nosotros teníamos la misión de levantar la caza de perdices, liebre, conejos y faisanes para acercarlas a los puestos donde estaban los cazadores nosotros íbamos voceando y la caza iba entrando donde estaban ocultos los cazadores.
Pues a los últimos ojeos las caza entraba corriendo porque ya estaba cansada de los vuelos que había dado durante el día, y me acuerdo que después del ojeo todos volvieron a la casa del tío Primitivo acoger la bicicleta que habían dejado por la mañana e iban tan contentos porque les habían pagado y bien, pero un servidor se quedo con dos amigos para recoger la perdices que habíamos escondido pero ya se hizo de noche y esto amigos me dijeron que ellos se quedaban en la casa del guarda a dormir y que regresarían al pueblo por la mañana, pues al decirme esto ya sabia lo que me tocaba ir a la casa del tío Primitivo y coger mi bicicleta y volver al pueblo.
Ya era de noche y además estaba oscura la noche, pues emprendí el camino para ir a donde había dejado la bicicleta y me desoriente y me perdí y volví otra vez a la casa del guarda donde se habían quedado mis amigos, pero no quise llamarlos si no que me oriente por el humo que había visto por la mañana y emprendí el regreso al pueblo con esa seña y no veas iba cruzando el monte y los chaparros como el que va atientas y cerro arriba y cerro abajo iba perdido no tenía nada más que mis piernas y mis pies que ágil estaba entonces eran ya las diez de la noche en pleno monte y yo andando, pero llegue a un caserío que le dicen la Morra y que allí había estado mi padre con el ganado de don Paco y yo había ido algunas veces allí, y me dije ya estoy salvado la dirección que cogí era la buena desde la Morra llegue al Castillo de Belmonte y desde allí me fui a mi casa.
Pues ya estaban preparados para salir a buscarme y mi padre me echo una buena regañina por a verme fiado de aquellos amigo que me dejaron en la estacada. Y es curios pero tengo que decir que en la vida he ido aprendiendo de todos mis fracasos y de todos he salido sobresaliente, claro que yo creo que la fuerza siempre la encontré en mi fe a la Virgen Santísima, y siempre decía en mi interior si salgo de este peligro es porque Dios esta conmigo.
27-11-24
Por estas fechas siempre se han producido las grandes cacerías, y tengo que contar que los guardas de la Veguilla iban a la Villa de Belmonte los sábados por la noche a la plaza Mayor del pueblo a ver cuántos jóvenes querían ir a ojear a la Veguilla, donde iban entre muchos personajes de la época el Generalísimo don Francisco Franco Baamondes y muchos jóvenes se apuntaba entre ellos estaba un servidor y por la mañana habíamos quedado en un sitio a la salida del pueblo para ir todos juntos.
Y con el guarda de la Veguilla habíamos quedado en juntarnos en la casa del tío Primitivo que estaba medio hundida y allí no vivía nadie, pues allí dejamos la bicicletas en la parte que no estaba hundida y seguimos al guarda de la Veguilla para dar comienzo al ojeo eran las siete de la mañana, pues ya estaban los señores en sus puestos de tiro. Y nosotros teníamos la misión de levantar la caza de perdices, liebre, conejos y faisanes para acercarlas a los puestos donde estaban los cazadores nosotros íbamos voceando y la caza iba entrando donde estaban ocultos los cazadores.
Pues a los últimos ojeos las caza entraba corriendo porque ya estaba cansada de los vuelos que había dado durante el día, y me acuerdo que después del ojeo todos volvieron a la casa del tío Primitivo acoger la bicicleta que habían dejado por la mañana e iban tan contentos porque les habían pagado y bien, pero un servidor se quedo con dos amigos para recoger la perdices que habíamos escondido pero ya se hizo de noche y esto amigos me dijeron que ellos se quedaban en la casa del guarda a dormir y que regresarían al pueblo por la mañana, pues al decirme esto ya sabia lo que me tocaba ir a la casa del tío Primitivo y coger mi bicicleta y volver al pueblo.
Ya era de noche y además estaba oscura la noche, pues emprendí el camino para ir a donde había dejado la bicicleta y me desoriente y me perdí y volví otra vez a la casa del guarda donde se habían quedado mis amigos, pero no quise llamarlos si no que me oriente por el humo que había visto por la mañana y emprendí el regreso al pueblo con esa seña y no veas iba cruzando el monte y los chaparros como el que va atientas y cerro arriba y cerro abajo iba perdido no tenía nada más que mis piernas y mis pies que ágil estaba entonces eran ya las diez de la noche en pleno monte y yo andando, pero llegue a un caserío que le dicen la Morra y que allí había estado mi padre con el ganado de don Paco y yo había ido algunas veces allí, y me dije ya estoy salvado la dirección que cogí era la buena desde la Morra llegue al Castillo de Belmonte y desde allí me fui a mi casa.
Pues ya estaban preparados para salir a buscarme y mi padre me echo una buena regañina por a verme fiado de aquellos amigo que me dejaron en la estacada. Y es curios pero tengo que decir que en la vida he ido aprendiendo de todos mis fracasos y de todos he salido sobresaliente, claro que yo creo que la fuerza siempre la encontré en mi fe a la Virgen Santísima, y siempre decía en mi interior si salgo de este peligro es porque Dios esta conmigo.
27-11-24