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BUCIEGAS: Gracias chicos por dejar este recuerdo escrito. y no...

Al habla el pueblo de Buciegas: queridos hijos naturales y adoptados, que a todos quiero por igual..
Cuando hallá por todos los Santos llegó a mis oídos la posible celebración dela

fiesta de la matanza, me produjo una gran alegría que fue en aumento cuando la
idea fue tomando cuerpo. Se señaló el día de la misma y recibió el visto bueno y
la financiación de la corporación municipal. A partir de ahí fiesta segura.
¡Cómo me invadió una profunda emoción no contenida! Me llené de orgullo y satis-
fación con vuestro compromiso, pues la verdadera felicidad consiste, no en lo que uno tiene sino en lo que da. Perdonad, pero no citaré nombres para evitar agravios comparativos, para mí todos sois importantes.
Fue una acertada decisión el recuperar las costumbres, las trdiciones y la cul-
tura del pasado. ¡Vaya que me emocioné de veras, pues el recuerdo es la actualiza-
ción del pasado.
Dejemos el preámbulo y vayamos al acontecimiento: La víspera, día 7, me desperté
incrédulo al oir por todas mis calles la ronda de villancicos, de un grupo entusiasta, con el acompañamiento de las típicas botellas y almireces. Me trans-
porté a otros tiempos, me sentí mas joven y se me escapó alguna lágrima. Es la
verdad. El día 8 amaneció espléndido, con un sol radiante que no se quería perder
la fiesta del gorrino, que luego resultó ser gorrina.
Había gran expectación. Cuando llegó el matarife, ya tenía preparada la mesa y
se procedió al sacrificio del animal. Después el rito de "chuscarrarlo", lavarlo
a conciencia como debe ser, y colgar la res para que se oree y se enfríe la car-
ne. No faltó el consabido chupito de orujo para templar los cuerpos y espabilar
el espíritu. Mientras tanto, ya estaban los cocineros y cocineras preparando las
gachas, plato diario de inviernos remotos, con sus tajadillas correspondientes y
cabezas de ajo asado para el almuerzo. ¡El pan que no falte!. Todo ello regado con
buen vino y suave zurra que facilitan la digestión de los alimentos. Por cierto,
decían que las gachas estaban buenísimas. Al terminar hubo foto delante de las
puertas nuevas de la iglesia.
Casi sin solución de continuidad, el matarife, con mano maestra descuartizó el
cerdo, y sus ayudantes cortaron y picaron la carne para hacer sus embutidos.
A las 7 de la tarde, todos a cenar las judías bien condimentadas, y después las
chicharretas. Mi gente tiene buenas hambres y, según comentaban las viandas excelentes, ¡Buen provecho! Tengo que destacar, y de lo cual me enorgullezco, el
buen ambiente, la voluntaria colaboración y la esmerada organización en cada una
de las actuaciones, ¡Gracias a todos!.
El domingo por la noche, otra vez el silencio y la soledad.
La esperanza me mantiene la ilusión hasta el año que viene.
Buciegas y su ayudante Angel.

Gracias chicos por dejar este recuerdo escrito. y no os durmáis en los silencios que hay que preparar la siguiente. Abrazos