¿tienes un restaurante?



Cierto es: el tonto queda... se queda más solo que la una.
Y el "listo" huye cuando le hacen una pregunta inoportuna,
dice que están verdes las uvas que están maduras,
arremete contra el tonto y hacia otro lado mira
cuando le preguntan sobre el tema de la cooperativa.
simple abobado embobado lelo pasmado adobo afeite atolondrado atontado babieca badulaque bobo estúpido informal irreflexivo necio papanatas ignorante imbécil inculto rudo torpe zopenco zoquete zote adoquín burro idiota apocado borrego infeliz memo pusilánime bamba bambarria bambarrión tolete atarugada atortolado lila mentecato pazguato simplón majadero patoso tarado tontaina bobalicón lento lerdo baboso barbeta bodoque merluzo tarugo bolo ceporro melón mendrugo estólido fatuo
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De acuerdo con la RAE la palabra Perd¨®n proviene de la palabra perdonar, esta a su vez una conjugaci¨®n de los prefijo verbo latinos per y don¨ ¡re, la palabra per se puede traducir como pasar, cruzar, adelante, pasar por encima, ante, y don¨ ¡re que se puede traducir como donar o donaci¨®n, regalo, obsequio, dar si procede de la palabra donum, y de la palabra donec significa hasta que se cumpla el tiempo (estipulado), hasta (que), todo el tiempo que, mientras y aunque, lo cual implica la idea de una condonaci¨®n, remisi¨®n, cese de una falta, ofensa, demanda, castigo, indignaci¨®n o ira, eximiendo al culpable de una obligaci¨®n, discrepancia o error.[1]

De todos modos esta definici¨®n est¨¢ sujeta a la critica filos¨®fica, en t¨¦rminos simples el perd¨®n solo puede ser considerado por quien lo extiende y la persona objeto de ese regalo, en t¨¦rminos de familiaridad o amistad de los individuos implicados, en algunos contextos puede ser dado sin que el agraviado pida alguna compensaci¨®n o algo a cambio, con o sin respuesta del ofensor, enterado o no de tal acci¨®n, como seria el caso de una persona fallecida, o como forma psicoterapeutica en ausencia del agresor, en t¨¦rminos pr¨¢cticos, podr¨ªa ser necesario que el agresor ofrezca una disculpa, restituci¨®n, o aun el pedir ser perdonado, como reconocimiento de su error, para el conocimiento del agraviado el cual pueda perdonar.[2]

Perd¨®n proviene de la palabra perdonar, que a su vez proviene de los vocablos latinos per + don¨ ¡re (dar, regalar).

La preposici¨®n per significa, seg¨²n los casos por, con, pasar (por algo), por medio de, en cuenta de, a, a causa de, pasar por (encima, sobre de), en presencia de, durante, en el curso de, muy, excesivamente, total, completamente.[3]

Y el verbo donare significa dar o regalar; en la forma de substantivo donum significa regalo, presente, don, y donaci¨®n.

Seg¨²n algunos, aunque esta posibilidad parece algo menos plausible, la palabra procede o podr¨ªa tambi¨¦n proceder del verbo perdo acci¨®n de destruir, arruinar, tirar (a la basura) o desperdiciar, dispersar o esparcir, desaprovechar, despilfarrar, y hacer perdedizo, as¨ª que perdonar vendr¨ªa a ser la acci¨®n de arrojar el agravio a la basura, o destruir la falta.[4]

El perd¨®n consiste en esencia en que el perdonante, que estima haber sufrido una ofensa, decide, bien a petici¨®n del ofensor o espont¨¢neamente, no sentir resentimiento hacia el ofensor o hacer cesar su ira o indignaci¨®n contra el mismo, renunciando eventualmente a reclamar un castigo o restituci¨®n, y optando por no tener en cuenta la ofensa en el futuro, de modo que las relaciones entre ofensor perdonado y ofendido perdonante no queden afectadas. Tambi¨¦n se habla en un sentido impropio de perdonar un castigo o una obligaci¨®n, en el sentido de renunciar a exigirla. En un sentido impropio se habla tambi¨¦n de perdonar deudas u otro tipo de obligaciones.

[editar] Elementos del perd¨®n
La acci¨®n de perdonar conlleva la existencia de las siguientes situaciones o hechos:

Existencia de una ofensa de cualquier tipo;
Conocimiento de la ofensa por el ofendido, por la "confesi¨®n" del propio ofensor o por otros medios;
El perjudicado por la ofensa se siente ofendido;
Se modifica la actitud del ofendido hacia el ofensor (resentimiento, situaci¨®n de enfado);
5. (eventualmente) conocimiento por el ofensor de la afectaci¨®n de las relaciones entre ofensor y ofendido;
6. (eventualmente) el ofensor siente y/o manifiesta su verg¨¹enza y/o arrepentimiento;
7. (eventualmente) el ofensor reconoce su culpa y/o solicita el perd¨®n;
8. El ofendido concede el perd¨®n, pleno o parcial, condicional o no;

9. Recomposici¨®n m¨¢s o menos completa o parcial de las relaciones entre ofendido y ofensor.
El perd¨®n no debe confundirse con el olvido de la ofensa recibida. Quien la olvida no perdona, pues no adopta una decisi¨®n de perdonar. Tampoco perdona quien no se siente ofendido por lo que otras personas considerar¨ªan una ofensa.

[editar] Tipos de perd¨®n
Perd¨®n pleno/parcial: En el perd¨®n pleno, el perdonante "perdona y olvida", es decir, no s¨®lo decide no odiar al perdonado, sino que recupera la relaci¨®n de confianza o amor con el perdonado, como si la ofensa no hubiera tenido lugar. En el perd¨®n parcial, el perdonante decide no odiar al perdonado por la ofensa recibida, pero la tiene en cuenta en el futuro para modular sus relaciones con el perdonado ("perdona pero no olvida").
Perd¨®n puro/condicional: Perd¨®n puro es el incondicional. En el perd¨®n condicional, el perdonante subordina algunos o todos los efectos del perd¨®n al seguimiento por parte del perdonado de ciertas reglas de conducta o al cumplimiento de cualquier otro tipo de condici¨®n.
Perd¨®n expresado/t¨¢cito/no expresado: El perdonante puede optar por comunicar expresamente al perdonado la concesi¨®n del perd¨®n, o bien por hac¨¦rselo ver por hechos m¨¢s o menos concluyentes, o bien optar por no comunicarle de modo alguno la concesi¨®n del perd¨®n.
Perd¨®n espont¨¢neo/solicitado: El perd¨®n solicitado es el que se produce tras la petici¨®n de disculpas del ofensor, el espont¨¢neo tiene lugar sin tal petici¨®n.
Perd¨®n humano/divino: Seg¨²n qui¨¦n sea quien perdona, Dios o el ofendido, el perd¨®n ser¨¢ divino o humano.
[editar] Concepciones religiosas y espirituales del perd¨®n
Todas la "religiones universales" recomiendan:

a) perdonar a los dem¨¢s

b) pedir perd¨®n por las ofensas a los dem¨¢s y

c) solicitar el perd¨®n divino de los pecados, as¨ª como no sentir rencor por los castigos o designios divinos, eventualmente crueles o incomprensibles para los humanos. ... (ver texto completo)
La ofensa es un tipo de cáncer en el cuerpo de un cristiano porque destruye a la persona que la tiene, más que a la persona con la que se ha ofendido.

Los resultados cancerosos de la ofensa

• La ofensa permite que la persona que la tiene pierda su paz.
• La ofensa permite que la persona que la tiene pierda su gozo (Nehemías 8:10).
• La ofensa te aparta de caminar bajo el paraguas de la gracia de Dios (Hebreos 12:15).
• La ofensa logra que rompas el mandamiento de amor (Lucas 6:28).
• La ofensa te lleva por un camino hacia el pecado.

1. Ofenderse es una elección. Cuando nos ofendemos es porque hemos elegido ofendernos. Podemos elegir estar ofendidos, o no estarlo.
2. La regla de oro de la ofensa: “cuando nos ofendemos, generalmente estamos equivocados”. La mayor parte del tiempo, estamos equivocados cuando nos ofendemos. Estamos en un error simplemente por el hecho de que nos hemos permitido caminar por esa senda.
3. Todos se ofenden de vez en cuando, pero no debemos permanecer ofendidos. La Biblia nos dice que es imposible que no vengan las ofensas. Así que nos ofenderemos de vez en cuando. La idea es no permanecer ofendidos. Deséchala antes de que comience a matarte.
4. Aléjate de las personas que alimentan la ofensa. Existe un dicho: “No te alejes lentamente de las personas negativas, ¡huye de ellas corriendo!” No puedes desactivar continuamente la ofensa frecuentando personas que se ofenden fácilmente.
5. Reconoce las señales. Cuando estás enojado, herido, listo para explotar, etc. Éstas son señales de que has sido ofendido. No trates de justificarla. Identifícala. Trata con ella y perdona.
Hebreos 12:14-15 “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados”.

Por DaRonn Washington ... (ver texto completo)
Extraído de http://www. todoexpertos. com/categorias/humanidades/der echo/respuestas/440436/diferen cia

" Distinguir entre "ofendido" y quien resulte ser objeto material del delito, corresponde distinguir también entre "ofendido" y "perjudicado". Es evidente que no todo perjuicio o daño que el delito produzca convierte a la persona que lo sufre en sujeto pasivo del delito. Esta distinción, según Gómez Orbaneja (23), ha de fundamentarse en lo que específicamente constituye el objeto de la tutela jurídico penal, diferenciando entre "ofensa" y "daño" en el delito y, correlativamente, entre la sanción pena y la sanción resarcimiento. La "ofensa" [que es también, desde luego, un daño, pero un daño característico, un daño criminal] que puede consistir tanto en una "lesión" como en una "puesta en peligro" de los bienes o intereses jurídicos protegidos no es, a diferencia del "daño" strictu sensu, una consecuencia del acto ilícito: constituye la esencia, la naturaleza intrínseca del hecho ilícito.

Gómez Orbaneja, quien sigue en este punto a Antolisei (24) sostiene que toda ilicitud contiene en sí un mal y que este mal constituye el aspecto sustantivo de la antijuridicidad, que formalmente considerada, es violación del deber jurídico. Es evidente que a ese mal o nocividad está ínsito en el acto ilícito, puede designarse, en general, como "daño", que es un término que ciertamente no es impropio, pero en el concepto de daño, es posible distinguir, y así debe hacerse, el "daño" que llamamos "ofensa", que puede consistir tanto en la lesión como en la puesta en peligro del interés jurídicamente protegido y que no es una consecuencia del acto ilícito sino el acto ilícito en sí mismo y que, por consiguiente, constituye la esencia y la naturaleza intrínseca del hecho mismo; y, por otra parte, el "daño" que llamamos "perjuicio" que es mera consecuencia del acto ilícito y no el acto ilícito en su mismiedad.

Para que haya homicidio es necesario que con una acción del hombre se produzca la muerte de una persona. La muerte es parte integrante y elemento constitutivo del delito. El hecho ilícito se compone de ambas cosas, de la acción más del resultado. Por eso no puede decirse que la muerte es efecto del delito. El acaecer que el derecho considera es la muerte de una persona, la cual constituye la "ofensa", o sea, -en este caso- la lesión del interés a la vida de la víctima. No hay pues dos acaecimientos: la muerte y la ofensa "de los cuales el primero fuese la causa, el segundo el efecto" sino un acaecer solo: la muerte, que representa, en sí misma, la ofensa. El hecho contiene en sí la ofensa de un interés y constituye el motivo que origina la norma, la razón de ser de la prohibición legal.

El daño como "perjuicio" no es un mal ínsito en el delito, como en la ofensa, sino aquel particular perjuicio representado por las consecuencias nocivas del hecho mismo. Son, según explica Gómez Orbaneja, los resultados, los efectos "desventajosos" del hecho y no ya la lesión o puesta en peligro del interés protegido por la norma penal. El damnum emergens y el lucrum cessans, que son el objeto del resarcimiento, no pueden concebirse sino como consecuencias perjudiciales que del hecho resultan, y no como el mismo mal ínsito en el hecho.

La "ofensa" es el ataque del interés protegido por el derecho, es el mal propio del hecho ilícito, que se resume en una alteración en detrimento del interés. El "daño", en sentido estricto, el perjuicio, en cambio, es el detrimento que se deriva del hecho ilícito, se trata del perjuicio constituido por las consecuencias nocivas del hecho.

A esta distinción entre "ofensa" y "daño" [en sentido estricto o "perjuicio"], corresponde la otra distinción entre "ofendido" y simple "perjudicado", o lo que es lo mismo, entre "sujeto pasivo del delito" y "titular de intereses extrapenales". Sujeto pasivo del delito no es quien haya sufrido una lesión cualquiera, sino el que haya sufrido la lesión que constituye el delito (25). Para explicarnos es ilustrativo el ejemplo de Levi: "A" no habría podido matar a "B" en la casa de "C" de esta determinada manera más que disparando a través de la venta y sin manchar la alfombra sobre la cual cae el muerto. Pero "C", por eso, por haber sufrido el perjuicio de la rotura del cristal de la ventana y la mancha de la alfombra, no será jamás parte ofendida en el homicidio: el daño sufrido por él sin dejar de ser directo, no corresponde al específico interés protegido en abstracto en la norma que prohibe y castiga el homicidio.

Para la determinación de quién sea el "ofendido" por el delito ha de individualizarse, entonces, conceptualmente el interés protegido por la norma penal de que se trate y conforme a esto, será "ofendido" el titular del interés esencialmente ligado a la figura delictiva considerada en abstracto y no cualquier otro que el hecho "in concreto" haya podido lesionar.

Debe tenerse en cuenta también que en algunos casos, especialmente en delitos de acción privada, la ley misma determina quien sea el agraviado por la vía indirecta de atribuirle el derecho a querellarse. Es así, por ejemplo, el caso del delito de adulterio en el que, a tenor de lo dispuesto en el Artículo 399o. del Código Penal, no puede procederse al enjuiciamiento sino por la acusación del marido o de la mujer. También es este el caso de los delitos previstos en los Capítulos I, II y III del Título VIII del Libro Segundo del Código Penal, respecto de los cuales el Artículo 102o. del Código de Enjuiciamiento Criminal dispone que no podrá procederse al enjuiciamiento si "la parte ofendida o su representante legal" no formulan acusación. Es este el caso así mismo del delito previsto en el Artículo 289o. de la Ley General de Bancos y Otras Instituciones Financieras, consistente en la aprobación dolosa de créditos en contravención de la ley "con perjuicio al Banco o Institución Financiera de que se trate". ... (ver texto completo)
"Teoría de la Ofensa".
extraída de http://foros. infor. ya. com/SForums/$M=readthread$TH=3 774588$F=38877

Según dice hay dos tipos de ofensas:

Aquellas en que alguien se pone borde y te da un puñetazo y aquellas que podríamos llamar más sutiles, que por lo general son orales o insinuantes o imaginamos lo que ha querido decir o apreciamos determinada actitud ofensiva.
Ante las ofensas físicas es evidente que se necesita una respuesta inmediata puesto que todos tenemos derecho a nuestra integridad ... (ver texto completo)
La República: Platón.
Libro VIII

Sócrates, le aclara a, Glaucón, las cosas que han admitido para que la ciudad esté bien organizada, en las deben ser comunes las mujeres, los hijos, la educación, las ocupaciones de los gobernantes.

Para llegar a su perfección es más evidente si la compara con especies de gobierno degenerativas o inferiores. Genéricamente se reducen a cuatro: la timocracia, la oligarquía, la democracia y la tiranía.

Sócrates, desde el Estado ideal o aristocracia, muestra cómo, por sucesivas corrupciones, se desciende a la tiranía. Todo esto con miras a resolver la cuestión que se ha planteado previamente: la relativa felicidad del hombre justo o del injusto. El entendimiento, explica, no alcanza a comprender las causas de la degeneración, si desconoce aquella enseñanza de las musas de que todo lo que tiene un principio está sometido también a un fin. En el Estado perfecto, por descuido o por imposibilidad de control de los guardianes, pueden surgir personas ineptas para el gobierno. Si llegan a gobernar, vigilarán menos la pureza del Estado.

En su fuero íntimo anidará un anhelo de riquezas y de lujo que hasta entonces sólo se reprimió por miedo a la ley y no por una verdadera vocación filosófica.

La timocracia, entonces, engendra la oligarquía. Es una forma de gobierno en la cual los ricos mandan, desplazando a los pobres. Hay una oposición fatal entre la virtud y las riquezas; cuanto más se estiman las riquezas, menos se aprecia la virtud. El afán de riqueza suscita la violencia, y unos pocos, en perjuicio de la mayoría, se convierten en dueños del Estado. Para asegurar sus privilegios se valen de las armas, y los ciudadanos desposeídos viven expuestos a su capricho. Si la oligarquía conserva cierta respetabilidad aparente y no abusa en exceso de su situación, es por miedo a peores consecuencias.

El abuso de las riquezas provoca la democracia. Ansiosos de aumentar sus ganancias, los oligarcas ignoran la existencia de hombres valientes que se hallan sumidos en una desesperada pobreza. No existe ley alguna que prohíba la indebida adquisición de riquezas. Los que están al frente del Estado se entregan a los placeres hasta que los pobres, que llegan a observarlos de cerca, comprenden que si no se apoderan del gobierno es porque no quieren.

Esto basta para que estalle la revolución. Triunfante el pueblo, se establece la democracia, luego de eliminar algunos ricos y obligar a los restantes a vivir en pie de igualdad.

Sócrates, expresa:

"Ahora bien, ¿cómo se administran estas gentes? ¿Qué sistema de gobierno constituyen? Porque es evidente que al hombre que se parece a él podremos llamarlo democrático."

Plantea que como el hombre es libre, en la democracia, cada uno hace lo que le place y por eso, exhibe una infinita variedad de tipos de hombres y mujeres. No se exige cultura ninguna ni especial preparación para llegar a ser gobernante; además expresa que, basta con que se afirme ser amigo del pueblo.

El demócrata típico, con todo, es aquel que, una vez vencidos los fuertes impulsos de su juventud, busca establecer una total igualdad entre las diversas inclinaciones –buenas y malas- de su alma.

Acuerdan, Sócrates y Glaucón:

"Ahora nos queda por tratar la más hermosa forma de gobierno y el hombre más hermoso, o sea la tiranía y el tirano."

El exceso de libertad engendra la tiranía. Intoxicada por el abuso, la democracia denigra a los que quieren que se observen la ley y el orden. Desaparece toda disciplina y subordinación, hasta el extremo de que no hay respeto por ninguna ley, ya sea escrita o impuesta por la tradición. En medio de esa anarquía los más

enérgicos y laboriosos se presentan ante el pueblo, como los defensores de sus derechos. De ese medio surge el conductor o jefe. Amenazado por los que disfrutan del gobierno, corre el peligro de ser asesinado, en caso de no convertirse en un lobo dispuesto a defenderse en cualquier forma. El pueblo, halagado por sus promesas, le presta su adhesión y lo protege Se impone, entonces, sobre sus enemigos, que se ven obligados a descerrarse, si no quieren sufrir la muerte. AI principio de su gobierno, el tirano es cauto, pródigo en sonrisas y promesas. Pero, una vez afirmado en el poder, provoca guerras para que el pueblo comprenda que necesita un dirigente, si no quiere exponerse al peligro de perder la libertad. Si alguien se opone a sus pretensiones, es eliminado. Es así como el Estado se priva de los mejores ciudadanos y el tirano utiliza los servicios de personas ruines. Día tras día necesitará más guardias y mercenarios, gente que lo rodee y proteja, obedeciendo incondicionalmente a sus caprichos. Durante un tiempo, se comportará con cierta aparente honestidad, hasta el día en que exprima a1 pueblo para que soporte y pague sus propios caprichos y los de la banda que lo rodea.

El tirano se transforma en un déspota licencioso.

Libro IX

El diálogo se inicia con la descripción del tirano. Este se vale del artificio, el fraude, la violencia, todos los medios le parecen acertados para llegar al fin que se propone.

La ciudad tiranizada es la peor; lo mismo pasa con el tirano.

Sócrates, les pregunta, si el tirano no es el más desgraciado porque su alma esta sometida a las peores pasiones. Un alma en estas condiciones ignora lo que quiere realmente. A pesar de que es incapaz de gobernarse a sí mismo, se ve obligado a gobernar a los demás. Es un esclavo y un cobarde, desconfiado, sin amigos, sin alegría, una maldición para sí y para el mundo.

Continúa expresando, que cuando los deseos pertenecen a las partes del alma codiciosa y ambiciosa se dejan guiar por la razón y por el conocimiento, en tanto, cuando el alma toda obedece a la parte filosófica y no se produce rebelión esta puede gozar de los placeres.

A partir de esto puede proclamar quien es el gobernante más feliz. El verdadero aristócrata o filósofo, que empieza por reinar sobre sí mismo. Y el más miserable es el tirano, reverso del filósofo, esclavo de sus pasiones, que intenta esclavizar a los demás.

Una segunda razón abona la mayor felicidad del que primeramente ha aprendido a gobernarse a sí mismo; y es que el amante de la sabiduría, en cuanto hombre, ha experimentado y sabe en qué consisten los deleites de los sentidos y la ambición.. Además, el filósofo enriquece su experiencia con otros dos criterios de su sano juicio: la inteligencia y el discurso de la razón o el logos.

Finalmente, como tercer argumento, expone la falta de solidez y la relatividad de los goces inferiores. El hambre y la sed son indicios de la debilidad del cuerpo, así como la estupidez y la ignorancia son indicios

de una especie de vacío del alma. Pero el cuidado del alma participa más de la verdad y proporciona un deleite mucho más auténtico que los placeres insatisfactorios de los sentidos.

El alma del filósofo, en la cual las facultades disfrutan del placer propio de cada una de ellas, obtiene el verdadero placer al realizar las funciones que le son propias.

El sabio conserva la armonía en su alma, mediante el buen orden de las facultades. Gozará del don de la verdadera ponderación ... (ver texto completo)
Decía Camus que ‘‘la capacidad de atención del hombre es limitada y debe ser constantemente espoleada por la provocación’’. Para llamar la atención, los provocadores inteligentes –que los hay aunque parezca una contradicción– saben tirar de la cuerda justo hasta un segundo antes de que pueda romperse. Y de ello suelen obtener algunas ventajas. Los provocadores obtusos, en cambio, disfrutan rompiendo cuerdas. E irremisiblemente terminan encallecidos y deslomados. Los estrategas de la provocación más ... (ver texto completo)
Un insulto es una provocación grosera que induce a una emoción de ofensa. Si el lenguaje se corrompe, en vez de mantener discusiones constructivas, terminamos escribiendo o lanzando insultos que no sirven para nada y menoscaban estos foros públicos tan útiles para la sociedad.
Decía Camus que ‘‘la capacidad de atención del hombre es limitada y debe ser constantemente espoleada por la provocación’’. Para llamar la atención, los provocadores inteligentes –que los hay aunque parezca una contradicción– saben tirar de la cuerda justo hasta un segundo antes de que pueda romperse. Y de ello suelen obtener algunas ventajas. Los provocadores obtusos, en cambio, disfrutan rompiendo cuerdas. E irremisiblemente terminan encallecidos y deslomados. Los estrategas de la provocación más listos tensan la soga hasta que los adversarios ceden para no verse arrastrados o bien resisten lo necesario para ganar tiempo, recuperar fuerzas y dar un nuevo tirón. Los más lerdos, en cambio, provocan una reacción instintiva y visceral en los que tiran en dirección contraria. Y esa reacción hace caer de bruces a los provocadores o les obliga a soltar la cuerda y caer de espaldas patas arriba.

Provocador es el que incita o induce a alguien a que ejecute algo. Una evaluación pertinente de la secuencia causas-consecuencias permite elegir el contenido y la modalidad provocadora más adecuados a los fines que se persiguen: descalificar a un enemigo, a un adversario o a un competidor; fragilizar la situación que pretende sustituirse; promover mediante la alimentación del miedo la persistencia de un orden que garantiza las ventajas de que se dispone; exacerbar a los contendientes en una confrontación que se busca radicalizar, etcétera.

La única manera de que una provocación no lo sea es no responder a la provocación. Y si esta provocación es sinónimo de insulto continuo ya no es provocación. Un insulto es una provocación grosera que induce a una emoción de ofensa. Si el lenguaje se corrompe, en vez de mantener discusiones constructivas, terminamos escribiendo o lanzando insultos que no sirven para nada y menoscaban estos foros públicos tan útiles para la sociedad. ... (ver texto completo)
Anonadada estoy de ver en que se ha convertido el diálogo que hace algunos meses fomentamos algunas personas para enriquecimiento cultural de nuestra tierra y las personas que en ella vivimos. Ufff ¡No digo nada más ¡
Saludos a las personas que contribuyen a mejorar nuestro foro. ¡viva la cultura ¡
Esto es así Carmen. Hay quien dice que no lo metan en política y encima no hace más que criticar a los políticos (en este caso al Ayuntamiento elegido democráticamente por mayoría). No se puede esperar más de quienes piensan que con Franco se vivía mejor (bueno sí, "ellos" vivían mejor, pero no el Pueblo).

Que le vamos a hacer, este es un ejemplo de lo que la barbarie y la incultura muestra la última película de Amenabar con Hypatia. Les molesta cualquier atisbo de cultura para provocar la ceguera ... (ver texto completo)
Anonadada estoy de ver en que se ha convertido el diálogo que hace algunos meses fomentamos algunas personas para enriquecimiento cultural de nuestra tierra y las personas que en ella vivimos. Ufff ¡No digo nada más ¡
Saludos a las personas que contribuyen a mejorar nuestro foro. ¡viva la cultura ¡
A/a. Susi y Francisco Martínez:
He perdido ya mucho tiempo (demasiado desgaste) con intentar enmendar a este señor. A partir de ahora no pienso contestar a ninguno de sus mensajes (ni a las buenas ni a las malas).
Vosotros ya sois mayorcitos para saber lo que debeis hacer.
Que cada uno se responsabilice con lo que dice y con lo que hace, y sea consecuente con sus actos.
No pienso darle protagonismo cuando existen muchas personas que he conocido en estos foros que son más merecedores.
Seguiremos ... (ver texto completo)
Que te conste que no insulto a nadie: le apercibo o le aconsejo.
Habla con el que ha tenido la valentía de aprovechar tu estela y desde el anonimato y la nocturnidad enviar esos mensajes haciéndose pasar por tí.
Tú les has abierto la veda.
Y aunque así fuese, no voy a disculparme con aquél que nunca se disculpó.
Ve con Dios.
Deja de escribir a las 3 de la mañana que el alcohol no es bueno para la reflexión. No pienso contestarte más a tus mensajes. A palabras necias oídos sordos.
Ya te di la última oportunidad. Te preguntas y te contestas tu mismo. Cansino.
Te abrí la mano y esto es lo que me encuentro...
El caso es que en Enguídanos hay unas 270 ha de zona ZEPA. La zonas ZEPA, son unas zonas delimitadas (ZONA DE ESPECIAL PROTECCIÓN DE AVES), donde supuestamente anida fauna y por esa razón tienen una especial 'protección'.
La zona así declarada abarca la zona de los yesos al otro lado del Regajo de la Vega, Cabeza Moya, El Perejil y va bordeando el Cabriel. No se han declarado otras zonas porque actualmente son cotos de caza privados o municipales. Como si las aves supieran donde les van a pegar ... (ver texto completo)
y habla ya de una vez en tu vida de temas serios. tonto. Que te estoy dejando y si has escrito 30 mensajes, desde que entre es para descalificarme o insultarme. tu y tus 3 amigos. Tonto que me vas a decir ahora tonto. aclara eso del salto, que a costado mucho dinero a todos los enguidanenses. tonto que eres un tonto. habla de una vez con coerencia y esplicanos el tema del salto. Que igual te llevas una sorpresa. Tonto. haber jsainz. esplicanolo tu, savelotodo. Y no utilicis ninguno de los 3 el medio ... (ver texto completo)