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Fiestas y tradiciones

Son muchas las tradiciones que se han perdido debido al abandono masivo de los habitantes hacia las ciudades, pero aún quedan algunas que se siguen celebrando. Las que todavía se celebran dentro de la Villa son actualmente dos: El Septenario, declarada como una de las Fiestas de Interés Turístico de Castilla-La Mancha y El Cristo de la Caída. Antes de la decadencia, en la época en la que la Villa contaba con las 7 iglesias en funcionamiento, eran numerosas las fiestas religiosas ... (ver texto completo)
El Castillo de Moya se halla en el extremo meridional del cerro, entre el Primer Recinto –la Albacara- y el Cuarto Recinto, donde se abre la Puerta de Carros.
El Quinto Recinto se halla en la ladera nororiental del cerro, corresponde a La Coracha, estructura amurallada para la defensa del abastecimiento del agua que posee dos torres: la «Torre del Agua» (que protege el manantial) y la «Torre de San Roque» (Puerto Seco donde se cobraba la lezda, impuesto por el paso de mercaderías entre reinos).
Ruinas de Moya
Las Ruinas de Moya fueron declaradas Monumento histórico-artístico en 1982, y constituyen un importante vestigio arqueológico de lo que fuera una notable ciudad medieval y moderna.

Situadas en lo alto de un cerro alomando, se hallan circundadas por cinco Recintos amurallados y ocho puertas. Propiamente, la ciudad se halla en el centro del Primero y el Segundo, conteniendo los principales edificios civiles y religiosos en torno a la plaza Mayor: La Casa Ayuntamiento (antiguo pósito ... (ver texto completo)
Su historia puede terminar con su participación en las guerras carlistas. Del lado de Isabel II, sufrió feroces ataques de Cabrera y la destrucción en 1835.
El siglo XIX es el fin de Moya, de su importancia, de su prestigio y de su grandeza. Las nuevas orientaciones políticas y administrativas y la desamortización hicieron que los 36 pueblos de su jurisdicción multisecular se separaran. Incluso comenzaron a desmoronarse sus muros y a disgregarse sus habitantes por los barrios anejos más próximos. ... (ver texto completo)
En el siglo XIX aún escribirá Moya unas páginas de gloria: se convierte en centro de la resistencia antifrancesa en 1808. Hace su proclama contra Napoleón y se levanta en armas. Sus "guerrilleros" son temidos y traen en jaque a los generales franceses Gaulaincourt y Le Frére. Por ello Moya volvió a sufrir de nuevo saqueos y destrucción.
Puede decirse que en el siglo XVIII Moya entra en su decadencia. Desaparecen de estas tierras las familias de los Albornoces, Cabreras, Carrillos y Pachecos. Sólo los Zapata permanecerán más tiempo.
Las Casas de Villena y de Moya se unieron por matrimonio de la tercera Marquesa de Moya, Luisa de Cabrera, con Diego López Pacheco, marqués de Villena. En el siglo XVII sigue Moya engrandeciéndose. Su arcedianato es muy solicitado por ilustres personajes. Entre ellos figuran el historiador JAIME CAPISTRANO DE MOYA y el literato JOSÉ DE VILLAVICIOSA, además de otros que alcanzaron altas dignidades eclesiásticas.
Desde su elevación a Marquesado, Moya se personificó en sus Marqueses. Los años grandes fueron los de sus primeros Marqueses, Andrés de Cabrera y Beatriz de Bobadilla.
También Moya escribió páginas de lealtad a la Corona en la época de las Comunidades yendo contra las Germanías. Pero, también, otros se levantaron contra el 2º Marqués, Juan de Cabrera, al que en un choque frontal derrotaron. Repuesto éste, castigó severamente a los cabecillas y los pueblos que tomaron parte en las revueltas fueron ... (ver texto completo)
Durante los siglos XIII y XIV algunos caballeros moyanos participaron en numerosas empresas militares, tales como la batalla del Salado en 1340, en el sitio de Algeciras en 1343, en cuya fortaleza llegó a ondear el pendón de Moya.
Los moyanos alcanzaron fama de rebeldes por la defensa que hicieron de sus fueros, incluso ante las mismas Cortes Castellanas por medio de sus representantes permanentes. Llegaron -hecho insólito- a comprar su libertad y derechos en 1391 a la viuda de D. Juan de Albornoz, señor de Moya, por 10.000 florines de oro. Aun así, tampoco fueron respetados, en ocasiones, sus fueros. Juan II dio Moya al Marqués de Villena en 1451 contra el que se resistieron los moyanos con éxito. En 1463, Enrique IV hizo ... (ver texto completo)
Desde 1296 hasta 1480, Moya irá de mano en mano en pago de favores o en garantía de servicios y pactos. En 1319, Fernando IV declaró esta Villa patrimonio de la Corona, previa propuesta de María de Molina.

Este hecho fue un hito importante alcanzado por Moya: ser REALENGO. Por poseer este título vendrá a sufrir numerosas vejaciones. Los reyes, con frecuencia, faltaron a su juramento aunque volvieron a confirmar su privilegio en 1390.
En 1269, el Rey Sabio dio órdenes de reconstruir de nuevo Moya y concedió diversos privilegios a sus moradores y caballeros. Las intrigas sucesorias de los Infantes de Lara dieron duros años a Moya por declararse partidaria de Sancho IV. Moya cayó en poder de Juan Núñez de Lara con auxilio del Rey de Aragón en 1290. Entre los Lara y las represalias de Sancho IV, estas tierras fueron en diversas ocasiones sitiadas, taladas y robadas. Definitivamente, el rey Sancho arrebató Moya a Juan Núñez de Lara ... (ver texto completo)
A partir de este momento don Rodrigo renunció a sus pretensiones y admitió los límites y los derechos diocesanos de Cuenca sobre Moya. Y desde entonces Fernando III convierte a Cañete en aldea de Moya en 1231, y le concede los derechos de Portazgo que Alfonso VIII había concedido a Cañete en 1195:..... “Quia vero villa quae dicitur Moya postmodum populata fuit, portaticum quod solebat percipi in Caneto, quae nunc est aldea de Moya, percipiatur in Moya....”... Porque la villa que se dice Moya se pobló ... (ver texto completo)
La frontera entre Cuenca (Valeria) y Albarracín (Segobricence) lo haría el obispo de Tarazona, don García Frontín II, en 1231, cumpliendo el encargo del Papa, dejando fuera de Cuenca a la iglesia de Santa Cruz e incorporando Mira y Alcalá (Serreilla), siendo ya obispo de Cuenca don Gonzalo.
Don García Frontín se encontró con una nueva iglesia a la hora de repartir (Vallanca) y, así, entregando dos a cada diócesis solucionó el conflicto. Vallanca y Santa Cruz a la diócesis de Albarracín. Mira y Serreilla ... (ver texto completo)
Y entramos en una etapa oscura (1225-1231) en el Obispado de Cuenca, sin posibilidad de iluminarla por la ausencia total de documentos en su archivo catedralicio.
El segundo año del Pontificado del Papa Gregorio XI (1229) el asunto estaba sin resolver. El obispo don García desconfió siempre del tribunal de Burgos, hecho a la medida de don Rodrigo, y presidido por un gran amigo del Arzobispo, don Mauricio, obispo de Burgos. Don Rodrigo, tras la muerte de Honorio III, tal vez, de don Lope, insta en ... (ver texto completo)