Tras la conquista de Alarcón en 1184 y de la toma de
Iniesta en 1185 por las tropas de Alfonso VIII, los cristianos repobladores se fueron instalando en los lugares arrebatados a los musulmanes y en ellos fundaban nuevos núcleos repoblativos, en este caso, al amparo de un pequeño
castillo o atalaya cercano al de Iniesta al que llamaron "El Castillejo", topónimo al que, más tarde, añadieron el sobrenombre "De Iniesta", por su cercanía y dependencia de esta fortaleza y para diferenciarle de otras poblaciones llamadas del mismo modo.