Hola amig@s,
Siento no pasar tan amenudo por este lugar encantado y sentarme en nuestro banco a descansar como en otras épocas. Siempre que vengo al pueblo me hago el mismo propósito: ¡Descansar!. Sólo tumbarme al sol después de un largo paseo matinal. Pero siempre ocurre lo mismo... que el propósito no lo llevo a cabo ni que me maten...
Al igual que Abaco, este fin de semana ha tocado arreglar un poco el jardín. Pero el ejercicio físico me gusta. Me ayuda a liberar tensiones (que falta me hace... jajaa).
Y como la hora de la comida se acerca, aquí estoy, frente a esta cocina maravillosa que invita a las cocciones lentas. Porque si hay una tarea en la que uno debe tomarse su tiempo, esa es, precisamente, la cocina. Y más hoy, con este aire tan gélido con el que despertó el día. Nada mejor que una buena lumbre y un vasito de buen vino tinto mientras espero paciente que el arroz con conejo que toca hoy, me altere los jugos gástricos. Y ya arropada por dentro y fuera de una calidez que aprovecho para haceros una visita.
El solsticio de verano se acerca... La noche de S. Juan... también. Por si no pudiera pasarme por aquí para desearos que esa noche mágica os colme de bonanzas, lo hago hoy. Para mí, esa noche es muy, muy especial. La noche más corta del año (yo soy más de día que de noche). Esa noche es la antesala del calor de la estación del año que más me gusta. Y es la noche en la que viví hace ya muchos años emociones tan fuertes que, desde entonces, y ya hace 22 años, vuelvo a vivirla pero desde otra óptica.
Es la noche en que escribo mis mejores deseos en papelillos que doblo cuidadosamente, uno a uno. También escribo en otros, todo aquello de lo que quiero desprenderme y también los doblo cuidadosamente. Si tengo la oportunidad de hacer una pequeña hoguera los lanzo para que el fuego los convierta en cenizas y el viento los desplace allí donde pido. Si no, un simple cenicero en la terraza de mi casa me sirve igualmente.
Esa noche siento que las personas a las que quiero ahí están conmigo. Aunque no los vea con los ojos. Pero ahí están.
¡Feliz noche de S. Juan a tod@s! y hasta muy pronto... ¡Espero!.
Un abrazo
Zoqueta
Siento no pasar tan amenudo por este lugar encantado y sentarme en nuestro banco a descansar como en otras épocas. Siempre que vengo al pueblo me hago el mismo propósito: ¡Descansar!. Sólo tumbarme al sol después de un largo paseo matinal. Pero siempre ocurre lo mismo... que el propósito no lo llevo a cabo ni que me maten...
Al igual que Abaco, este fin de semana ha tocado arreglar un poco el jardín. Pero el ejercicio físico me gusta. Me ayuda a liberar tensiones (que falta me hace... jajaa).
Y como la hora de la comida se acerca, aquí estoy, frente a esta cocina maravillosa que invita a las cocciones lentas. Porque si hay una tarea en la que uno debe tomarse su tiempo, esa es, precisamente, la cocina. Y más hoy, con este aire tan gélido con el que despertó el día. Nada mejor que una buena lumbre y un vasito de buen vino tinto mientras espero paciente que el arroz con conejo que toca hoy, me altere los jugos gástricos. Y ya arropada por dentro y fuera de una calidez que aprovecho para haceros una visita.
El solsticio de verano se acerca... La noche de S. Juan... también. Por si no pudiera pasarme por aquí para desearos que esa noche mágica os colme de bonanzas, lo hago hoy. Para mí, esa noche es muy, muy especial. La noche más corta del año (yo soy más de día que de noche). Esa noche es la antesala del calor de la estación del año que más me gusta. Y es la noche en la que viví hace ya muchos años emociones tan fuertes que, desde entonces, y ya hace 22 años, vuelvo a vivirla pero desde otra óptica.
Es la noche en que escribo mis mejores deseos en papelillos que doblo cuidadosamente, uno a uno. También escribo en otros, todo aquello de lo que quiero desprenderme y también los doblo cuidadosamente. Si tengo la oportunidad de hacer una pequeña hoguera los lanzo para que el fuego los convierta en cenizas y el viento los desplace allí donde pido. Si no, un simple cenicero en la terraza de mi casa me sirve igualmente.
Esa noche siento que las personas a las que quiero ahí están conmigo. Aunque no los vea con los ojos. Pero ahí están.
¡Feliz noche de S. Juan a tod@s! y hasta muy pronto... ¡Espero!.
Un abrazo
Zoqueta
Hola, Zoqueta, propósito de la fiesta de San Juan, antes había unas crencias un
tanto supersticiosas: cuando un niño o niña estaba "quebrado", herniado, en la
temprana hora de la mañana de San Juan, lo llevaban a una higuera uno que se llamase Pedro y otro Juan, desgarraban un poco una rama de la higuera, lo pasa-
ban al niño por encima de ella diciendo:
Tómalo tú, Pedro,
dámelo tú, Juan,
tómalo tú, Pedro,
la mañana de San Juan.
Después, juntaban la rama desgarrada, la ataban con una cuerda, si la rama prendía otra vez, el niño sanaba, si no prendía, el niño seguía herniado.
También había otra leyenda que decía que en la mañana de San Juan, al salir
el sol, una mora encantada salía a la puerta de La Cueva de la Mora, la que
está en el límite entre los términos de La Ventosa y Cuevas de Velasco, a
peinarse con un peine de oro. (De que llegué yo, ya había terminado y se había escondido) No la pude ver. Ja, ja, ja...
Un abrazo
ABACO
tanto supersticiosas: cuando un niño o niña estaba "quebrado", herniado, en la
temprana hora de la mañana de San Juan, lo llevaban a una higuera uno que se llamase Pedro y otro Juan, desgarraban un poco una rama de la higuera, lo pasa-
ban al niño por encima de ella diciendo:
Tómalo tú, Pedro,
dámelo tú, Juan,
tómalo tú, Pedro,
la mañana de San Juan.
Después, juntaban la rama desgarrada, la ataban con una cuerda, si la rama prendía otra vez, el niño sanaba, si no prendía, el niño seguía herniado.
También había otra leyenda que decía que en la mañana de San Juan, al salir
el sol, una mora encantada salía a la puerta de La Cueva de la Mora, la que
está en el límite entre los términos de La Ventosa y Cuevas de Velasco, a
peinarse con un peine de oro. (De que llegué yo, ya había terminado y se había escondido) No la pude ver. Ja, ja, ja...
Un abrazo
ABACO