A CABEZA MOYA
Como un islote abrazada a sus meandros,
emerge altiva la doncella,
salpicada de senderos olvidados,
muros viejos y corrales de ganado.
Qué misterio esconderás bajo tus piedras,
tu meseta y tus cuchillos afilados,
me pregunto cada día sin respuesta
desde el castillo de Enguídanos.
Dicen que eres tierra sin agua.
Otros, cerro del Marquesado.
Envuelven los pinos y aliagas,
y una majada … tu pasado.
Fuiste bastión cientos de años,
hogar celtíbero, refugio de lobos,
montaña sagrada desnuda ante expolios
de fanáticos y romanos.
Los sueños mineros de antaño,
de hierro y yesos que a espuertas
fueron despojando de tus aledaños,
hablan de tu gloria y tu entrega.
Centinela de un camino degradado,
que observa el salobre en sus baños,
no te olvida el que como Machado espera
en ti otro milagro de la primavera.
Cabeza Moya: siempre serás doncella,
siempre madre para Enguídanos.
Como un islote abrazada a sus meandros,
emerge altiva la doncella,
salpicada de senderos olvidados,
muros viejos y corrales de ganado.
Qué misterio esconderás bajo tus piedras,
tu meseta y tus cuchillos afilados,
me pregunto cada día sin respuesta
desde el castillo de Enguídanos.
Dicen que eres tierra sin agua.
Otros, cerro del Marquesado.
Envuelven los pinos y aliagas,
y una majada … tu pasado.
Fuiste bastión cientos de años,
hogar celtíbero, refugio de lobos,
montaña sagrada desnuda ante expolios
de fanáticos y romanos.
Los sueños mineros de antaño,
de hierro y yesos que a espuertas
fueron despojando de tus aledaños,
hablan de tu gloria y tu entrega.
Centinela de un camino degradado,
que observa el salobre en sus baños,
no te olvida el que como Machado espera
en ti otro milagro de la primavera.
Cabeza Moya: siempre serás doncella,
siempre madre para Enguídanos.