“...Y la razón es porque siempre y adoquiera y de quienquiera son más estimadas las medicinas simples que las compuestas, porque en las simples no se puede errar y en las compuestas sí, alterando la cantidad de las cosas de que son compuestas; mas lo que yo sé que ha de comer el señor gobernador ahora para conservar su salud y corroborarla es un ciento de canutillos de suplicaciones y unas tajadicas subtiles de carne de membrillo, que le asienten él estomago y le ayuden a la digestión.”
(CERVANTES: El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, parte II, cap. XLVII, 1615).
(CERVANTES: El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, parte II, cap. XLVII, 1615).