La entrega de la flota republicana a Franco
Artículo principal: Sublevación de Cartagena (1939)
Al estallar la sublevación "profranquista" de la base naval de Cartagena en la noche de 4 de marzo de 1939, la flota republicana al mando del almirante Miguel Buiza se hizo a la mar ante las amenazas de los sublevados de que sería bombardeada por las baterías de costa. Aunque la sublevación comenzaba a ser dominada por las tropas leales republicanas, Buiza, indeciso al principio, ordenó finalmente dirigir la flota a un puerto francés, concretamente a Bizerta en el Protectorado de Túnez, lo que significaba la entrega de la flota a Franco dado que París acababa de reconocer al gobierno de Burgos como el único legal de España y por lo tanto la flota era de su propiedad. Así al principio de la tarde del martes 7, cuando la sublevación profranquista de Cartagena hacía horas que había sido completamente sofocada, la flota republicana, bajo control francés, fondeaba en la bahía tunecina de Bizerta. Nada más llegar las autoridades francesas les dijeron que los barcos serían entregados inmediatamente a Franco.
Como manifestó un alférez de navío "profranquista" el objetivo de la sublevación de Cartagena había sido «hacer salir a la Flota» y eso se había conseguido:
Nosotros habíamos recibido una consigna de Franco: hacer salir a la Flota. Desde el momento en que se había ido, aunque el movimiento [en la base naval] sea sofocado, no nos importa. Hemos logrado lo que nos proponíamos; dejar a la República sin su último baluarte de resistencia
Al día siguiente de la arribada a Bizerta se solicitó a las autoridades francesas del Protectorado de Túnez el asilo político por parte de los marineros, y quedaron internados los buques bajo la custodia de unos pocos tripulantes españoles por buque. El resto de la dotación fue conducida a un campo de concentración en la localidad de Meheri Zabbens.
El 30 de marzo de 1939 marinos franquistas al mando del contraalmirante Moreno tomaron posesión de la escuadra en nombre del "Generalísimo" Franco. Así describe en su informe Francisco Galán ese momento:
Del lado republicano acudieron los señores Barveiro, Núñez y Calderón quienes solicitaron del contraalmirante Moreno informarse de las posibilidades existentes de regresar a España. El contraalmirante les dijo que ignoraba cuál había sido el comportamiento de cada uno de ellos. Entonces hablaron de la conducta de la Flota en general. Explicaron que gracias a ellos no se había vigilado el Estrecho en los primeros días de la sublevación, apoyándose en la acción perniciosa holgazana de los comités; que en la primera época lanzaron con éxito la consigna de no navegar más que de noche, que se han dejado arrebatar muchos convoyes y hundido el Santo Tomé, que el día del Baleares fue forzado el ataque al citado barco, que por segunda vez se situó a 2.000 metros de nuestros torpederos; que la desmoralización sufrida a los barcos que acompañaban al Baleares por ser éste el buque almirante no fue aprovechada... Que habían colaborado con Casado contra Negrín y una vez en el mar contra Casado; que habían conservado los barcos entregándoselos en las mejores condiciones al "Generalísmo". El contraalmirante Moreno les afeó el que a los torpedos que hundieron el Baleares no les hubiesen quitado las puntas de combate y les dijo que confiaran siempre en la "magnanimidad" del "caudillo", pero que de ningún modo soñasen con eludir la acción judicial
Antes de partir hacia España las autoridades francesas realizaron un plebiscito para completar las dotaciones. «De un total de 4000 hombres, 2350 decidieron volver a España, entre ellos casi todo el Estado Mayor de la Flota, muchos oficiales y un gran número de maquinistas». Los que volvieron a España fueron objeto de depuración pero fue relativamente suave y sin comparación con la que sufrió la Aviación. Entre los que optaron por el exilio estaba el almirante Buiza que ingresó en la Legión Extranjera Francesa, «por pundonor o por vergüenza».
Artículo principal: Sublevación de Cartagena (1939)
Al estallar la sublevación "profranquista" de la base naval de Cartagena en la noche de 4 de marzo de 1939, la flota republicana al mando del almirante Miguel Buiza se hizo a la mar ante las amenazas de los sublevados de que sería bombardeada por las baterías de costa. Aunque la sublevación comenzaba a ser dominada por las tropas leales republicanas, Buiza, indeciso al principio, ordenó finalmente dirigir la flota a un puerto francés, concretamente a Bizerta en el Protectorado de Túnez, lo que significaba la entrega de la flota a Franco dado que París acababa de reconocer al gobierno de Burgos como el único legal de España y por lo tanto la flota era de su propiedad. Así al principio de la tarde del martes 7, cuando la sublevación profranquista de Cartagena hacía horas que había sido completamente sofocada, la flota republicana, bajo control francés, fondeaba en la bahía tunecina de Bizerta. Nada más llegar las autoridades francesas les dijeron que los barcos serían entregados inmediatamente a Franco.
Como manifestó un alférez de navío "profranquista" el objetivo de la sublevación de Cartagena había sido «hacer salir a la Flota» y eso se había conseguido:
Nosotros habíamos recibido una consigna de Franco: hacer salir a la Flota. Desde el momento en que se había ido, aunque el movimiento [en la base naval] sea sofocado, no nos importa. Hemos logrado lo que nos proponíamos; dejar a la República sin su último baluarte de resistencia
Al día siguiente de la arribada a Bizerta se solicitó a las autoridades francesas del Protectorado de Túnez el asilo político por parte de los marineros, y quedaron internados los buques bajo la custodia de unos pocos tripulantes españoles por buque. El resto de la dotación fue conducida a un campo de concentración en la localidad de Meheri Zabbens.
El 30 de marzo de 1939 marinos franquistas al mando del contraalmirante Moreno tomaron posesión de la escuadra en nombre del "Generalísimo" Franco. Así describe en su informe Francisco Galán ese momento:
Del lado republicano acudieron los señores Barveiro, Núñez y Calderón quienes solicitaron del contraalmirante Moreno informarse de las posibilidades existentes de regresar a España. El contraalmirante les dijo que ignoraba cuál había sido el comportamiento de cada uno de ellos. Entonces hablaron de la conducta de la Flota en general. Explicaron que gracias a ellos no se había vigilado el Estrecho en los primeros días de la sublevación, apoyándose en la acción perniciosa holgazana de los comités; que en la primera época lanzaron con éxito la consigna de no navegar más que de noche, que se han dejado arrebatar muchos convoyes y hundido el Santo Tomé, que el día del Baleares fue forzado el ataque al citado barco, que por segunda vez se situó a 2.000 metros de nuestros torpederos; que la desmoralización sufrida a los barcos que acompañaban al Baleares por ser éste el buque almirante no fue aprovechada... Que habían colaborado con Casado contra Negrín y una vez en el mar contra Casado; que habían conservado los barcos entregándoselos en las mejores condiciones al "Generalísmo". El contraalmirante Moreno les afeó el que a los torpedos que hundieron el Baleares no les hubiesen quitado las puntas de combate y les dijo que confiaran siempre en la "magnanimidad" del "caudillo", pero que de ningún modo soñasen con eludir la acción judicial
Antes de partir hacia España las autoridades francesas realizaron un plebiscito para completar las dotaciones. «De un total de 4000 hombres, 2350 decidieron volver a España, entre ellos casi todo el Estado Mayor de la Flota, muchos oficiales y un gran número de maquinistas». Los que volvieron a España fueron objeto de depuración pero fue relativamente suave y sin comparación con la que sufrió la Aviación. Entre los que optaron por el exilio estaba el almirante Buiza que ingresó en la Legión Extranjera Francesa, «por pundonor o por vergüenza».