La tragedia de los refugiados republicanos que intentaban salir de España
No se conoce que el gobierno de Negrín hubiera elaborado un plan de evacuación antes de su marcha forzada al exilio a causa del golpe de Casado, sin embargo, a lo largo del mes de febrero de 1939 el embajador republicano en Londres, Pablo de Azcárate, por indicación del ministro de Estado, Julio Álvarez del Vayo, hizo numerosas gestiones ante el Foreign Office para que presionara al "Generalísmo" Franco para que éste no ejerciera represalias sobre los vencidos y dejara salir libremente a todos aquellos republicanos que quisieran hacerlo, sin ninguna clase de cortapisas. Acárate también solicitó que la Armada británica protegiera a los barcos que llevaran a los refugiados al exilio.
Además parece que tras conocer la situación militar de la zona Centro-Sur poco después de su regreso a España, Negrín cambió la idea de la resistencia ultranza que hasta entonces había defendido por la de una resistencia escalonada que tuviera como apoyo territorial la costa levantina y a la flota como medio y protección para una evacuación organizada de los republicanos más comprometidos. El problema fue que ese plan se vino abajo desde el momento en que la flota de guerra republicana se hizo a la mar el 5 de marzo y desertó. "Igualmente falló la otra opción en la que Negrín tenía depositada su confianza: los barcos de la Mid-Atlantic, compañía británica encargada del transporte de los suministros republicanos, que por problemas de incumplimientos financieros se negó, a última hora, a participar en la evacuación. Incluso algunos de sus barcos zarparon vacíos de los puertos levantinos en los últimos días de la guerra".
El que no hizo prácticamente nada en el tema de la evacuación fue el Consejo Nacional de Defensa que creyó que las "Concesiones del Generalísmo" eran suficientes para garantizar la salida del país de los republicanos que quisieran hacerlo (las Juntas de evacuación que el 17 de marzo el Consejo dispuso que se formaran en los principales núcleos de población, en la práctica nunca llegaron a constituirse).
Así se crearon unas falsas expectativas que incluso llegaron a valorar el abandono del país como algo innecesario. Un optimismo con escasos fundamentos [como lo demostraba la recién promulgada por Franco Ley de Responsabilidades Políticas ] que fue continuamente alimentado por la prensa de signo casadista... Una ciega confianza se apoderó de los restos de la España republicana. Salvo en el entorno comunista, la creencia en una paz digna y sin represalias atenazó las voluntades y paralizó la acción. Redujo el tema de la evacuación a una fácil operación logística que contaría con la indudable aprobación de los vencedores y el concurso de la marina británica, y que sólo afectaría a un reducido número de personas especialmente comprometidas, o que ideológicamente se sintieran incompatibles con los valores y las ideas del Nuevo Estado.
La única gestión conocida que hizo el Consejo Nacional de Defensa fue pedir al diputado británico A. Salter para que presionara a las autoridades británicas para que ayudaran en la evacuación de unos 10.000 republicanos de Madrid. Salter trasladó la petición a Lord Halifax, secretario del Foreign Office, quien le respondió quince días después reiterándoles la postura oficial del gobierno británico: que este no intervendría sin el consentimiento del gobierno de Burgos (y éste no iba a darlo).
Los únicos que organizaron un plan de evacuación fueron los comunistas que no se fiaban en absoluto de las promesas de "benevolencia" del "Generalísmo" Franco y que además temían ser utilizados como moneda de cambio en las "negociaciones" entre casadistas y franquistas. Ya desde el 6 de marzo, el mismo día en que la dirección del PCE abandonó España, la "troika" que permaneció en España (Palmiro Togliatti, Pedro Checa y Fernando Claudín) preparó la evacuación de los cuadros más significativos a escala provincial y local y el paso a la clandestinidad de otros. Así hacia el 25 de marzo, dos días antes de que se produjera el gran éxodo republicano hacia los puertos de Levante, la evacuación organizada por los comunistas (y el pase a la clandestinidad) ya está muy adelantada, aunque el desplome final de los frentes también les afectó y muchos militantes, sobre todo mandos militares, también se vieron atrapados.
Al no haber preparado el Consejo de Defensa Nacional ningún plan de evacuación, excepto para sus miembros y sus familias (que se consumaría con la salida de Casado bajo protección británica por el puerto de Gandía el 1 de abril), cuando cundió el pánico en la zona Centro-Sur al iniciarse el 26 de marzo la ofensiva final de los sublevados, el éxodo de miles de personas hacia los puertos del Mediterráneo se hizo en las peores condiciones posibles. "Varios millares de personas efectuaron un dramático periplo hasta Valencia, y desde allí a Alicante, en un alud desorganizado que topó con la terrible realidad de la ausencia de medios para abandonar el país, salvo para Casado y su entorno...". El número exacto de refugiados que llenaron los muelles de los puertos de Levante es objeto de discusión y oscila entre los 6000, que fue la cifra que dio la Comisión Internacional para la ayuda a la España republicana, y los 15.000 que cita el historiador Manuel Tuñón de Lara que formaba parte del grupo de refugiados que intentaban salir de España.
Británicos y franceses tampoco intervinieron en ayuda de los miles de refugiados que se agolpaban en los puertos del Mediterráneo a pesar de que había sectores importantes en Gran Bretaña y en Francia que pedían la intervención humanitaria de las respectivas marinas de guerra para proteger los barcos en que pudieran embarcar los refugiados. Pero ambos gobiernos explicaron que para actuar necesitaban la autorización expresa del "Generalísimo" Franco (actuar sin ella podría ser considerado como acto hostil) y éste nunca la dio. El 8 de marzo el primer ministro británico Neville Chamberlain hizo pública la postura de su gobierno ante la Cámara de los Comunes:
El gobierno de S. M. no está preparado para actuar sin la concurrencia del gobierno español [que el de Burgos tras su reconocimiento el 27 de febrero], pero en el caso de que se alcanzara un acuerdo entre este último y alguna autoridad responsable del lado republicano para la salvaguarda de la evacuación de refugiados, prisioneros y demás, el gobierno de S. M. estaría dispuesto a apoyar la ejecución del acuerdo si así se lo solicitasen y si el gobierno estuviera convencido de que este apoyo respondía a razones humanitarias
La única ayuda internacional que recibieron los refugiados republicanos provino de una delegación del Comité Internacional para la ayuda a la España republicana (cuya sede estaba en París y que se había formado con el apoyo de las izquierdas europeas, singularmente el Partido Comunista Francés y el Partido Laborista británico) que desembarcó en Valencia el 27 de marzo para organizar una evacuación a través de la compañía naviera France Navigation propiedad del partido comunista francés, algunos de cuyos barcos en esos momentos ya se dirigían hacia los puertos del Levante español. La noticia de que esos barcos atracarían en Alicante hizo que la multitud que se agolpaba en Valencia se desplazara a aquella ciudad pero allí se encontraron con que la marina franquista había bloqueado el puerto y no dejaba pasar a los barcos franceses. Los miembros de la delegación del Comité Internacional intentaron convencer a los cónsules británicos para que presionaran a su gobierno para que interviniera la Royal Navy pero el Foreign Office mantuvo su postura oficial de que necesitaba el consentimiento de Franco, y éste no lo dio. También contactaron con el cónsul francés para que el gobierno francés enviara barcos de guerra que protegieran a los barcos de la France Navigation pero tampoco obtuvieron respuesta.
A últimas horas de la tarde del día 30 de marzo de 1939 llegaban a Alicante, ya controlado por la quinta columna local, las tropas italianas de la División Littorio, al mando del general Gastone Gambara, quien al llegar al puerto adoptó una actitud prudente y se entrevistó con algunos dirigentes militares y políticos republicanos. "El día 31 se consumó la tragedia, ya suficientemente prevista. A primeras horas de la tarde amarraban en el muelle de Poniente el Canarias y el minador Vulcano. De ellos descendieron fuerzas pertenecientes a los batallones 122 y 123 del Cuerpo de Ejército de Galicia. Prontamente reemplazaron a las tropas italianas de Gambara que cubrían la vigilancia del puerto. A las seis de la tarde comenzó la salida de los millares de refugiados. A las diez de la noche se suspendió la operación. Para los dos mil republicanos que quedaban todavía en los muelles fue su última noche en libertad en precario, salpicada de suicidios. A la mañana del día siguiente concluyó la evacuación. A todos les esperaba el Campo de los Almendros, inmortalizado por Max Aub. Del puerto de Alicante nadie pudo ser evacuado entre el 29 y el 31 de marzo".
Así pues, "el final de la guerra acarreó tragedias masivas como el éxodo de combatientes y población hacia Francia o la captura en masa en el propio puerto de Alicante de quienes pretendían salir en barcos que los vencedores no dejaban llegar a puerto. Los campos de internamiento o los pelotones de ejecución esperaban a todos ellos. Las derivaciones de la guerra civil tardarían muchos años en disiparse”. Todo el territorio español se hallaba en manos del régimen de Franco al anochecer del día 31 de marzo de 1939. Los vencedores anunciarían el fin de la guerra oficialmente en Burgos al día siguiente.
No se conoce que el gobierno de Negrín hubiera elaborado un plan de evacuación antes de su marcha forzada al exilio a causa del golpe de Casado, sin embargo, a lo largo del mes de febrero de 1939 el embajador republicano en Londres, Pablo de Azcárate, por indicación del ministro de Estado, Julio Álvarez del Vayo, hizo numerosas gestiones ante el Foreign Office para que presionara al "Generalísmo" Franco para que éste no ejerciera represalias sobre los vencidos y dejara salir libremente a todos aquellos republicanos que quisieran hacerlo, sin ninguna clase de cortapisas. Acárate también solicitó que la Armada británica protegiera a los barcos que llevaran a los refugiados al exilio.
Además parece que tras conocer la situación militar de la zona Centro-Sur poco después de su regreso a España, Negrín cambió la idea de la resistencia ultranza que hasta entonces había defendido por la de una resistencia escalonada que tuviera como apoyo territorial la costa levantina y a la flota como medio y protección para una evacuación organizada de los republicanos más comprometidos. El problema fue que ese plan se vino abajo desde el momento en que la flota de guerra republicana se hizo a la mar el 5 de marzo y desertó. "Igualmente falló la otra opción en la que Negrín tenía depositada su confianza: los barcos de la Mid-Atlantic, compañía británica encargada del transporte de los suministros republicanos, que por problemas de incumplimientos financieros se negó, a última hora, a participar en la evacuación. Incluso algunos de sus barcos zarparon vacíos de los puertos levantinos en los últimos días de la guerra".
El que no hizo prácticamente nada en el tema de la evacuación fue el Consejo Nacional de Defensa que creyó que las "Concesiones del Generalísmo" eran suficientes para garantizar la salida del país de los republicanos que quisieran hacerlo (las Juntas de evacuación que el 17 de marzo el Consejo dispuso que se formaran en los principales núcleos de población, en la práctica nunca llegaron a constituirse).
Así se crearon unas falsas expectativas que incluso llegaron a valorar el abandono del país como algo innecesario. Un optimismo con escasos fundamentos [como lo demostraba la recién promulgada por Franco Ley de Responsabilidades Políticas ] que fue continuamente alimentado por la prensa de signo casadista... Una ciega confianza se apoderó de los restos de la España republicana. Salvo en el entorno comunista, la creencia en una paz digna y sin represalias atenazó las voluntades y paralizó la acción. Redujo el tema de la evacuación a una fácil operación logística que contaría con la indudable aprobación de los vencedores y el concurso de la marina británica, y que sólo afectaría a un reducido número de personas especialmente comprometidas, o que ideológicamente se sintieran incompatibles con los valores y las ideas del Nuevo Estado.
La única gestión conocida que hizo el Consejo Nacional de Defensa fue pedir al diputado británico A. Salter para que presionara a las autoridades británicas para que ayudaran en la evacuación de unos 10.000 republicanos de Madrid. Salter trasladó la petición a Lord Halifax, secretario del Foreign Office, quien le respondió quince días después reiterándoles la postura oficial del gobierno británico: que este no intervendría sin el consentimiento del gobierno de Burgos (y éste no iba a darlo).
Los únicos que organizaron un plan de evacuación fueron los comunistas que no se fiaban en absoluto de las promesas de "benevolencia" del "Generalísmo" Franco y que además temían ser utilizados como moneda de cambio en las "negociaciones" entre casadistas y franquistas. Ya desde el 6 de marzo, el mismo día en que la dirección del PCE abandonó España, la "troika" que permaneció en España (Palmiro Togliatti, Pedro Checa y Fernando Claudín) preparó la evacuación de los cuadros más significativos a escala provincial y local y el paso a la clandestinidad de otros. Así hacia el 25 de marzo, dos días antes de que se produjera el gran éxodo republicano hacia los puertos de Levante, la evacuación organizada por los comunistas (y el pase a la clandestinidad) ya está muy adelantada, aunque el desplome final de los frentes también les afectó y muchos militantes, sobre todo mandos militares, también se vieron atrapados.
Al no haber preparado el Consejo de Defensa Nacional ningún plan de evacuación, excepto para sus miembros y sus familias (que se consumaría con la salida de Casado bajo protección británica por el puerto de Gandía el 1 de abril), cuando cundió el pánico en la zona Centro-Sur al iniciarse el 26 de marzo la ofensiva final de los sublevados, el éxodo de miles de personas hacia los puertos del Mediterráneo se hizo en las peores condiciones posibles. "Varios millares de personas efectuaron un dramático periplo hasta Valencia, y desde allí a Alicante, en un alud desorganizado que topó con la terrible realidad de la ausencia de medios para abandonar el país, salvo para Casado y su entorno...". El número exacto de refugiados que llenaron los muelles de los puertos de Levante es objeto de discusión y oscila entre los 6000, que fue la cifra que dio la Comisión Internacional para la ayuda a la España republicana, y los 15.000 que cita el historiador Manuel Tuñón de Lara que formaba parte del grupo de refugiados que intentaban salir de España.
Británicos y franceses tampoco intervinieron en ayuda de los miles de refugiados que se agolpaban en los puertos del Mediterráneo a pesar de que había sectores importantes en Gran Bretaña y en Francia que pedían la intervención humanitaria de las respectivas marinas de guerra para proteger los barcos en que pudieran embarcar los refugiados. Pero ambos gobiernos explicaron que para actuar necesitaban la autorización expresa del "Generalísimo" Franco (actuar sin ella podría ser considerado como acto hostil) y éste nunca la dio. El 8 de marzo el primer ministro británico Neville Chamberlain hizo pública la postura de su gobierno ante la Cámara de los Comunes:
El gobierno de S. M. no está preparado para actuar sin la concurrencia del gobierno español [que el de Burgos tras su reconocimiento el 27 de febrero], pero en el caso de que se alcanzara un acuerdo entre este último y alguna autoridad responsable del lado republicano para la salvaguarda de la evacuación de refugiados, prisioneros y demás, el gobierno de S. M. estaría dispuesto a apoyar la ejecución del acuerdo si así se lo solicitasen y si el gobierno estuviera convencido de que este apoyo respondía a razones humanitarias
La única ayuda internacional que recibieron los refugiados republicanos provino de una delegación del Comité Internacional para la ayuda a la España republicana (cuya sede estaba en París y que se había formado con el apoyo de las izquierdas europeas, singularmente el Partido Comunista Francés y el Partido Laborista británico) que desembarcó en Valencia el 27 de marzo para organizar una evacuación a través de la compañía naviera France Navigation propiedad del partido comunista francés, algunos de cuyos barcos en esos momentos ya se dirigían hacia los puertos del Levante español. La noticia de que esos barcos atracarían en Alicante hizo que la multitud que se agolpaba en Valencia se desplazara a aquella ciudad pero allí se encontraron con que la marina franquista había bloqueado el puerto y no dejaba pasar a los barcos franceses. Los miembros de la delegación del Comité Internacional intentaron convencer a los cónsules británicos para que presionaran a su gobierno para que interviniera la Royal Navy pero el Foreign Office mantuvo su postura oficial de que necesitaba el consentimiento de Franco, y éste no lo dio. También contactaron con el cónsul francés para que el gobierno francés enviara barcos de guerra que protegieran a los barcos de la France Navigation pero tampoco obtuvieron respuesta.
A últimas horas de la tarde del día 30 de marzo de 1939 llegaban a Alicante, ya controlado por la quinta columna local, las tropas italianas de la División Littorio, al mando del general Gastone Gambara, quien al llegar al puerto adoptó una actitud prudente y se entrevistó con algunos dirigentes militares y políticos republicanos. "El día 31 se consumó la tragedia, ya suficientemente prevista. A primeras horas de la tarde amarraban en el muelle de Poniente el Canarias y el minador Vulcano. De ellos descendieron fuerzas pertenecientes a los batallones 122 y 123 del Cuerpo de Ejército de Galicia. Prontamente reemplazaron a las tropas italianas de Gambara que cubrían la vigilancia del puerto. A las seis de la tarde comenzó la salida de los millares de refugiados. A las diez de la noche se suspendió la operación. Para los dos mil republicanos que quedaban todavía en los muelles fue su última noche en libertad en precario, salpicada de suicidios. A la mañana del día siguiente concluyó la evacuación. A todos les esperaba el Campo de los Almendros, inmortalizado por Max Aub. Del puerto de Alicante nadie pudo ser evacuado entre el 29 y el 31 de marzo".
Así pues, "el final de la guerra acarreó tragedias masivas como el éxodo de combatientes y población hacia Francia o la captura en masa en el propio puerto de Alicante de quienes pretendían salir en barcos que los vencedores no dejaban llegar a puerto. Los campos de internamiento o los pelotones de ejecución esperaban a todos ellos. Las derivaciones de la guerra civil tardarían muchos años en disiparse”. Todo el territorio español se hallaba en manos del régimen de Franco al anochecer del día 31 de marzo de 1939. Los vencedores anunciarían el fin de la guerra oficialmente en Burgos al día siguiente.